Algo habita en mi cabeza

Una chica ángel con alas sangrando, sosteniendo unas rosas, junto con ella unas palomas. El vestido se desintegra y se convierte en plumas | Ximinia

Llevo varios días sin dormir, sé que no puedo continuar así. Me miro al espejo y veo cómo mis ojeras se vuelven cada vez más profundas; tengo los ojos rojos y desorbitados. Algo en mí anda mal.

Murmullos, gritos, azotes de puertas, ruidos de carros; algo cae, alguien llora. Risas, sirenas, alguien habla por la tele, suena el teléfono, lo contestan, alguien canta. Pasos; suben las escaleras, las bajan, un timbre, alguien se acaba de conectar a internet. Martillazos, tic-tac de relojes, alguien dejó mal cerrada la lleve del agua; gotea.

A punto de quebrar. A punto de caer de rodillas y no poderme levantar. A punto de pegar de gritos, tanto hasta que me quede sin voz; a punto de llorar hasta quedarme totalmente seca. A punto de pegarme un tiro o pegárselo a alguien. ¡Fuck! Hoy por primera vez tengo miedo de estar volviéndome loca en realidad.

¿Y es que cómo me voy a enterar que eso es lo que me está pasando? Estoy tan desquiciada que escucho todo y cada detalle de lo que me rodea.

¡Mira, mira! ¡Arriba del reloj! Un aura redonda, es blanca y rosa. Pero, ¿Cómo?... ¿No la vez? Ahora se transformó en una lagartija rosa. Mueve su cabeza varias veces y camina rápido. ¡Demonios! Se esfumó.

Ahora... ya no acostumbro a salir mucho de casa. No abro ni las cortinas ni las puertas ni las ventanas; hago todo lo posible para mantener esto, este extraño mundo que existe en mi casa. Sí, es extraño porque nunca supe cómo apareció. Además, eso siempre lo ves en los cuentos de fición o cuando te metes una buena ración de alucinógenos. Y, aquí entre nos, les recomendaría los hongos, con ellos tendrás un viaje que ni te imaginas... bla, bla, bla, creo que estoy hablando demás.

Bueno, como les contaba, estuve fuera varias semanas. Y cuando llegué ya estaba ahí. Mi casa se había acostumbrado a la oscuridad, al silencio; la primera vez ella se acostumbró a mí, ahora pensé que sería bueno que yo me acostumbrara a ella.

Es muy curioso ver cómo algo tan pequeño se puede volver tan grande, casi infinito; me pasé centímetro a centímetro recorriendo cada parte de la casa percibiendo olores, colores y formas de "algo" o "alguien" que permanecía ahí... parado en la oscuridad, sin saber si mostrarse o no, tal vez por miedo o por el simple hecho de pensar que yo no estaba preparada para conocerlo.

Esperé ahí, sentada en el piso... pasó el tiempo y se hizo de noche. La oscuridad fue mayor. Y sentí cómo "él" se movía con mayor facilidad entre las sombras, con seguridad de que no podría verlo, confiado de que mi visión no era como la de un gato o un búho (sólo ellos pueden ver en la oscuridad).

Se movía con rapidez. Al ver que no le tenía miedo, empezó a jugar; escuché sus risitas, era como oír a un montón de niños jugueteando y muriéndose de risa por sus travesuras. Yo también empecé a reír igual; al recordar esa etapa de mi vida, volví a sentir y pensar como una niña; volví a ser inocente, básicamente a ser pura; a creer en todo. Cerré por un instante los ojos, y al volverlos a abrir pude ver cómo de mi alrededor salía una pequeña enredadera que poco a poco iba creciendo y cubriendo toda la casa; en una esquina, de una lámpara de piso, de la nada empezó a nacer una cascada y ésta luego originó un arroyo.

La habitación se transformó totalmente. "Él" se acercó y me susurró algo al oído. Rápidamente quedé emocionada y extasiada al verlo; ¡Wow! No podía creerlo, frente a mí había un unicornio, un bello y hermoso unicornio, parado ahí, como esperando a que lo monte. Fue tal la impresión que derramé una lágrima; no sé si eran lágrimas de amor, pues en realidad en aquel momento ya nada importaba. Lo monté y cabalgamos durante horas hasta cansarnos. Paramos al pie del arroyo a beber un poco de agua para continuar.

Y recordé al que por un rato había olvidado, al que se escondía entre las sombras. Volví a cerrar mis ojos para percibirlo, y fue grato saber que aún estaba ahí, esperando y observando. Empezamos a jugar, a correr por toda la habitación. Otra vez se acercó y me dijo que todo, todo lo que quisiera podría hacerse realidad con el sólo hecho de desearlo. Deseé entonces poder volar, y vi cómo mis pies se separaban del piso; me elevé unos cuantos metros y por tratar de ir rápido, de un sopetón fui a parar nuevamente al piso. Me di cuenta que sería más fácil si era más pequeña y liviana, tal vez así podría controlar mejor mis movimientos... y deseé ser pequeñita, de unos 10 centímetros tal vez.

Estaba feliz, danzando por los aires, sintiéndome libre. De pronto, por una rendijita, donde se colocaba un poco de luz, lo vi. Vi al ser que me regaló toda esta hermosa experiencia. Era pequeñito, igual de pequeño que yo; no podía volar bien, tenía una ala herida... era una hada. Sí, créanlo o no, desde ese día habita en mi casa, al parecer no encuentra en otro lugar la paz que consigue aquí. Además, se ha acostumbrado mucho a mí.

Ahora, cada vez que salgo, él viene conmigo; ustedes, si quieren, lo pueden ver, él está en mi espalda... es el hada tatuada en mi espalda.

Regreso a la realidad que no es mi realidad. Llevo varios días sin dormir, sé que no puedo continuar así. Me miro al espejo y veo cómo mis ojeras se vuelven cada vez más profundas; tengo los ojos rojos y desorbitados. Algo en mí anda mal.

Cada vez que cae la noche, me encierro en mi cuarto para tratar de relajarme y tratar de conciliar el sueño, pero simplemente no puedo. Paso horas y horas dando vueltas en la cama. No sé qué necesito, no sé qué me hace falta.

Es esta semana ya llevo 2 frascos de pastillas que no han podido hacer nada por mí. Probé con un poco de marihuana, pensé que me ayudaría, pero nada. Insisto, algo en mí anda mal.

Un ruido me saca del letargo en el que me encuentro en la oficina. Me he quedado medio dormida, al parecer nadie se dio cuenta de eso. No tengo idea de qué hora es ni cuánto tiempo he estado cabeceando. Salgo corriendo, sé que algo tengo que hacer con urgencia, y aunque realmente no recuerdo con certeza qué es, siento que es importante.

Y aún media dormida, bajo como puedo las escaleras. Corro, me tropiezo, me caigo; me levanto y vuelvo a correr. Por incercia llego a casa, entro y, como loca, la recorro toda de arriba a abajo. Busco algo, pero aún no sé qué es.

¡No puede ser! Otra vez ese dolor de cabeza, es tan fuerte que me duelen los ojos y no puedo ver; ya estoy harta, no aguanto más. No me importa lo que me pase, sólo sé que esto debe cesar. Necesito dormir. Necesito relajarme y dormir. Necesito el frasquito con pastillas.

Silencio. Silencio total y oscuridad absoluta... ¡Cesó! ¡Cesó! El dolor de cabeza, la desesperación, los ruidos de la calle, todo desapareció; no siento nada, ni mi cuerpo ni nada de mi alrededor. No estoy conciente de mi cuerpo, sólo de mi mente...

...Y me saco el cepillo de la boca.



Algo habita en mi cabeza Algo habita en mi cabeza Reviewed by José L. Bravo on 9:23 p.m. Rating: 5

1 comentario:

  1. Hay que relajar su estado de ánimo va a ser bueno!
    Salgan a ver el mundo se sentirá maravilloso!

    ResponderBorrar

Con tecnología de Blogger.