Es momento de...

Con un futuro nada prometedor y un panorama bastante incierto, el país vive sumergido en un mar de violencias; entre balaceras, secuestros y atentados, México se ahoga y nadie parece tener una cuerda para salvarlo. A pocas semanas de la tragedia en el Casino Royale, en Monterrey, los discursos políticos no se hicieron esperar; entre diputados, senadores y el mismo presidente Felipe Calderón, se repartieron las arengas.

El viernes 26 de agosto, un día después del atentado en la ciudad de Monterrey, el presidente Calderón salió a dar un Mensaje a la Nación, que en realidad fue un sermón llenó de indignación (lo que todo el país sentía y siente por el hecho), pero a la vez, uno bastante choteado y que sólo queda en eso: un simple sermón, uno que no irá más allá, que nadie tomará en cuenta y que además quedará como un momento más de indignación en las páginas violentas del México actual.

En dicho mensaje, algo que Calderón mencionó con mucho enfásis fue: "...es el momento de acabar con la burocracia, es el momento de depurar las policías, es el momento de sacar a esos funcionanarios corruptos de los cargos, es el momento de...", y así se siguió. El punto aquí es el siguiente: claro que siempre es momento para todo; siempre es momento para dejar de fumar, siempre es momento para bajar de peso, de ponerte a dieta; siempre es momento de hablarle al chico, a la chica que te gusta, siempre es momento de aprender un idioma, siempre es momento de cambiar, siempre es momento de...

Utilizando una analogía de una canción de Ricardo Arjona, el problema no es el discurso, el problema es cumplir lo que dice el discurso; las palabras se las lleva el viento, es muy fácil decirlas pero cumplirlas suele resultar muy complicado, y más en un país como este. Todo mundo dice qué es lo que está mal y lo qué hay que arreglar y eliminar, pero nadie las hace, nadie hace nada; nadie mueve un dedo, nadie se pone a trabajar. Ya basta de decir que "es momento de...", ya todos sabemos que es el momento, pero la pregunta es, ¿cuándo vas a hacerlas?.

Son muy bonitos los discursos donde se condenan estos actos de violencia, es muy bonito reflexionar sobre lo qué estamos haciendo mal y lo qué hay que hacer para mejorar nuestra sociedad y nuestro país, pero, el asunto aquí, señor Calderón, es que esos discursos se convierten en reminiscencias; nunca se hacen realidad, nunca se convierten en hechos y acciones, así como el eslogan de su Gobierno, "Son hechos, no palabras", eso nunca pasará.

Si de veras queremos salir de este embrollo violento que vive el país mexicano, pues hay que empezar a  cumplir lo que decimos, y que no solamente se queden en mensajes llenos de impotencia y repúdio; por que además, está más que claro que el combate a la delicuencia y el crimen organizado que tanto pregona el presidente ha sido un fracaso.