¡Milagro americanista!

Final Torneo Clausura 2013 - Futbol mexicano

América 2 1 Cruz Azul

4-2 penales

Partido histórico en el futbol mexicano; una Final increíble, épica, donde el protagonista fue el América, quien no consiguió una hazaña, sino un milagro.

América, Campeón del Clausura 2013, en la noche mágica del domingo 26 de mayo.

El América necesitó menos de 10 minutos para reflejar en el marcador su superioridad ante un Cruz Azul pecho frío, gris y sin convicción que jugó en base a las imprecisiones del rival. América, como los equipos grandes, logró una hazaña que pocas veces se ve en el futbol mexicano; una proeza con todos sus elementos: minuto 90'+3 y gol del portero Moisés Muñoz, y para darle más emotividad, Layún es quien marca el gol del título. Un verdadero milagro americanista que hizo estallar el majestuoso estadio Azteca, para que al final el heroico partido culminara con el Campeonato del América.

El futbol mexicano ha vivido uno de sus momentos más increíbles de toda su historia, quizá la mejor Final de todos los tiempos, esta fue la que se vivió en el estadio Azteca la noche del domingo 26 de mayo de 2013, un día que marcó al futbol de México; la Final más épica de toda la historia del balompié mexicano. Hazaña, proeza, milagro, todo en un sólo partido; heroico encuentro de futbol donde el principal protagonista fue el América, quien hizo de la Final del Clausura 2013, una Final alucinante.

Las noches mágicas que sólo se dan unas cuantas veces en la vida, se hicieron presente en el Azteca, donde las emociones nos hicieron estallar y nos volvieron a maravillar. Una noche inesperada e inolvidable que ha pasado a la historia del deporte mexicano (sin exagerar).

Final
Luego del partido de ida, que fue tan malo que no debió ni jugarse, las expectativas para el partido de vuelta eran grandes, inmensas, sobre todo para el americanismo, quien después de ver el funcionamiento de su equipo en el Azul, estaba casi seguro de que en el Azteca le daría la vuelta y se alzaría con el ansiado Campeonato, y lo hizo, el América lo logró, pero nadie, absolutamente nadie se imaginaba cómo se lograría tal título. Nadie, nadie se lo imaginó.

En el juego de ida, América fue ampliamente superior, y hasta debió de haber ganado el partido por un amplio margen, pero la poca contundencia --una característica americanista, así como del futbol mexicano-- evitaron que el Cruz Azul perdiera la Final en casa. Fue un América abasallador, generaba llegadas con gran facilidad, pero fue muy poco creativo, era repetitivo, lo que lo llevó a tener que esperar hasta el partido de vuelta para intentar anotar los goles que en la ida no pudo hacer.

Después del partido de ida, la confianza aún existía en el equipo azulcrema, algo que no se veía en el equipo del Cruz Azul, quien con un futbol pobre y una actitud de ratón, salían con una ventaja, pero con un mundo de dudas y preocupación, y aunque el pesimismo no era evidente, la insatisfacción se sentía en el ambiente.

Cruz Azul llegaba al Azteca con un ligera y teórica ventaja, pues con el nivel que mostraron en el Azul, casi todo estaba cantado para que América le diera la vuelta. Pero las cosas darían giros inesperados, y el juego de vuelta estaba a punto de pasar a la historia con lo que a continuación iba a ocurrir.

La Final: Clásico capitalino
Y el día había llegado, América estaba ansioso de probar de una vez por todas que era el único que se merecía ganar, mientras que Cruz Azul, un tanto apagado, quería dar el aztecazo a pesar de sus carencias, tanto futbolísticas como anímicas, al igual que en actitud.

Una noche lluviosa en la Ciudad de México, y el primer obstáculo se hacía presente, aunque era un problema que ambos equipos tendrían que solventar, pues la lluvia haría más accidentado el partido, más impreciso --y si ya de por sí el América era terriblemente impreciso...--.

Comenzaban las ceremonias protocolarias, todos mojados y todos nerviosos. Las Copas eran colocadas en el campo. Salen los jugadores y pasan rodeando los trofeos de Campeón y Subcampeón, y ninguno las voltea a ver, y mucho menos nadie se atreve a tocarlas.

Lleno total, el Azteca está a reventar, como en el Clausura 2005 y el Verano 2002, imágenes que ya habíamos olvidado, pero que volvíamos a ver. La mayoría era americanista, un abrumador número de aficionados águilas callaron a la afición del Cruz Azul, que eran pocos pero que lograban hacer ruido, pero esos pocos seguidores celestes se apoderarían del Azteca de manera inesperada.

Suena el Himno Nacional Mexicano, que todavía no sabemos por qué se continúa con esto, nada tiene que ver una cosa con la otra, y como buenos mexicanos doblemoralistas, algunos cantaban el Himno y otros ni siquiera le hacían caso, y mejor cantaban los Himnos pero de sus equipos, con un tono sudamericano y acento argentino. El mexicano, damas y caballeros.

Primer tiempo: Comienza del drama
Y como era de esperarse, América fue quien tomó la iniciativa del encuentro, fue el primero y el único que salió a proponer, tratando de acabar con el rival, porque sabía que podía hacerlo, y porque sabía que Cruz Azul no traía nada. Fue así que no dudó en atacar con coraje y ambición; Las Águilas desplegaban las alas a lo largo y ancho de la cancha.

Y Las Águilas ya estaban encima, no habían pasado ni 10 minutos cuando el América ya había creado varias jugadas de peligro sobre la cabaña de Corona. La seguridad y la confianza americanista se hacía tan grande como el Azteca, tan ruidoso como los gritos de sus aficionados que estaban metidos en el partido. Un majestuoso y monumental estadio pintado de amarillo apoyaba como nunca antes al equipo que quería lograr su doceavo Campeonato. Los americanistas salían de todas partes, nadie sabe de dónde, pero se habían reúnido con un único objetivo: ver al América ser Campeón.

Y desde este potente inicio americanista, ya notábamos quién quería ganar el partido, quién quería ser Campeón; la actitud, la ambición y la convicción del América eran enormes, algo que contrastaba con los ideales grises y cobardes del Cruz Azul, que de la mano de Guillermo Vázquez, se encargó de basar su juego en la ventaja del partido de ida y en la idea de que "como gané en el Azul, apesar de mi pobre juego, entonces, de la misma manera, también puedo ganar en el Azteca", fue así que "La Máquina" cavó su propia tumba.

Era una Final como cualquier otra, tediosa y poco emocionante hasta ese momento, pero el destino quiso que el partido pasara a la historia, y entonces la Final tomaría otro rumbo. El encargado de comenzar a escribir la épica Final sería Paul Delgadillo, el árbitro de cabecera del América, quien esa noche, por alguna extraña razón, perdió la cabeza, cuando al minuto 13', le daba un golpe muy doloroso y mortal al americanismo, callando al Azteca por completo, haciendo la lluvia más fría y apagando las esperanzas de medio estadio.

Una expulsión para Jesús Molina, luego de una falta sobre Pablo Barrera. No era expulsión, ni siquiera era amarilla, era una falta, no era roja, era una simple falta y nada más. Delgadillo se equivoca, y lo sabe, después de eso, perdería las riendas del partido y estaba echando todo a perder.

Cruz Azul estaba tocando el cielo, estaba probando las mieles de la gloria; estaba en el paraíso, el destino le había puesto en bandeja de plata el partido, el título. La Final era de ellos, todo estaba puesto para que terminaran con la obra y con más de 16 años sin un Campeonato. Un expulsado desde los 13 minutos, la ventaja de 1 un gol, la presión sobre el América, las imprecisiones americanistas, todo estaba a favor del Cruz Azul. Algo, no sabemos qué, quería que el Cruz Azul se coronara en el Azteca, pero Cruz Azul no quería lo mismo.

Ahora, el América tenía que hacer una auténtica hazaña: anotar mínimo dos goles, con un hombre menos y con la presión anímica encima, además del tiempo que se iba como agua. Pero esa hazaña dejaría de ser hazaña, y pasaría a ser milagro, pues al minuto 20', Teófilo Guitérrez estaba anotando el segundo gol de la serie. Un desborde por la banda derecha, se mete hasta el área y saca un disparo preciso, 0-1 gana Cruz Azul, y así, con efectividad, los cementeros estaban sentenciando el partido. Y América se caía, se colapsaba. Cruz Azul se crecía, no estaba jugando bien (de hecho, nunca jugó bien), pero estaba logrando la hombrada en cancha ajena, y la Final se pintaba de azul.

Con el América, la afición también se caía. El estadio se hundía en un silencio ensordecedor, ahora los aficionados celestes se escuchaban como nunca antes, hasta parecía que eran más.

América tenía que lograr algo extraordinario, imposible, y el tiempo se terminaba.

Apesar del gol y del durísimo golpe emocional, América no dejó de intentarlo, tenía que hacerlo, porque tenía más tiempo la pelota, manejaba el partido y continuaba con las mismas llegadas. Pero los intentos de anotar el primer tanto se vieron ofuscados gracias a las imprecisiones, la poca contundencia y la incapacidad de sus delanteros; "Chucho" Benítez no se hacía presente, lo intentaba pero perdía la pelota, era el reflejo del equipo, pues América llegaba pero perdían la pelota muy rápido o eran detenidos por la sólida defensa cruzazulina que en ese momento aún no se rompía.

En los dos partidos, América no había anotado, y apenas estaba en busca de su primer gol de la Final, así que errado estaba el equipo. Cómo Benítez, que en la Final se iría en blanco.

Al 40', Raúl Jiménez --quien no estaba dando un buen partido, de hecho su peor partido fue este-- tuvo un enorme oportunidad para irse al descanso con una esperanza, pero falla ante uno de los mejores jugadores de la Final: Jesús Corona.

El guardameta del Cruz Azul estuvo impresionante; tapó todas las que tuvo que tapar, atajó balones letales, y evitó una prematura caída. Estaba impasable, era el dolor de cabeza de la delantera americanista; la frustración del América estaba representada en la figura de Corona.

Segundo tiempo: El renacimiento
América parecía vencido; Cruz Azul, con todo y su agridulce futbol, estaba más cerca del título. Pero habían 45 minutos más, suficientes para una proeza, suficientes para que el americanismo regresara después de más de 20 años.

Cruz Azul continuaba con la misma idea. Se defendía en demasía, no variaba su juego y mucho menos parecía querer solventar el bombardeo americanista, al contrario, continuó con el mismo parado, dejando que América seguiera buscando hacer historia. Y así nos iríamos, con Cruz Azul tirado atrás, dependiendo de Christian Giménez, echándole toda la carga y dejando grandes espacios. Nunca el Cruz Azul mostró una actitud ganadora, no parecía que quería ser Campeón, pues estaba haciendo los méritos necesarios para quedarse con otro Subcampeonato; lo que Cruz Azul estaba haciendo era repasar el "Manual de cómo ser Subcampeón".

América no cambió nada, continuó buscando, como lo había hecho siempre, pero el problema era que no encontraba la profundidad, además de que las imprecisiones eran las mismas; la contundencia era el más grande deseo del América, algo que no lograba concebir. Pero las oportunidades se seguían presentando, pero la definición nunca llegaba, y el tiempo transcurría.

Pero mientras América atacaba, el Cruz Azul aprovechaba para intentar contragolpear, y casi lo logra. Al 57', Berrera queda casi mano a mano con Muñoz, pero éste ataja el disparo. Al 61', otra vez Moisés Muñoz salva al América, y, de alguna manera, le estaba dando el Campeonato con esa atajada. Pero había más, mucho más; Cruz Azul, quien tuvo momentos de gloria donde podía acabar con la magia del Azteca y su maldición, al 73', un centro de Giménez se estrella en el poste, rebota en la pierna izquierda de Teo Guitérrez y luego otra vez en el poste, para que después la pelota salga rebotada, y ni así el Cruz Azul podía.

Entonces el partido, con el mismo dominio americanista, poco a poco se iba diluyendo. Para el americanismo, el tiempo se iba volando, para Cruz Azul el tiempo se había detenido, pero volvería correr, y más rápido, cuando en los últimos 10 minutos, el futbol mexicano viviría uno de sus momentos más emotivos, dramáticos, espectaculares, emocionantes, increíbles y cardiacos de toda su historia.

La hazaña
Durante más de 70 minutos, América había dominado el partido, y si Cruz Azul seguía vivo era por su arquero Corona y la pésima definición de los jugadores americanistas. Pero el tiempo se le estaba agotando al Cruz Azul, y como Cenicienta, estaba a punto de regresar a lo mismo de siempre.

El tiempo se iba, y América se tiraba más al frente, Cruz Azul no respondía y ahora ya estaba totalmente tirado atrás, ya no atacaba. Minuto 80', las aproximaciones eran más profundas, y el gol era inminente, no sabemos quién iba a hacer el gol, pues América estaba encima, pero Cruz Azul tenía el poder del contragolpe, aunque ya nunca lo intentó.

Disparos, centros, desvíos y atajadas, así estaba la Final. Un disparo es desvíado y se va a tiro de esquina. América ahora necesitaba un milagro, no para empatar, sino para anotar el primero, pues ya era el minuto 88'. Pero en ese minuto 88', un tiro de esquina. El tiro es desvíado por la defensa, pero es recentrado, y ese recentro es rematado por Aquivaldo Mosquera, y cayéndose, logra darle dirección a la pelota, y se mete; América anotaba el primer gol de toda la Final, y el estadio despertaba, los aficionados regresaban y el americanismo estaba más vivo que nunca.

Ahora Cruz Azul estaba noqueado, no reaccionaba, ya el equipo había caído en una mediocridad impresionante.

Llega el minuto 90', y parecía que todo quedaría en un empate, un empate que le daba el añorado Campeonato al Cruz Azul. Y efectivamente, Cruz Azul ya era Campeón, los aficionados cementeros cantaban el "Cielito lindo", se escuchaba fuerte y resonaba en todo el estadio. Pero nadie se imaginaba lo que vendría apenas unos segundos después...

El milagro
Milagro: Hecho extraordinario, opuesto a las leyes naturales, atribuido a la intervención de algún poder sobrenatural.

Más disparos del América, ya eran varias aproximaciones después del gol, y todo parece indicar que América vive sus últimos momentos. Y todo comienza a tomar tintes de grande cruzazulina.

Se agregan 3 minutos.

Tiro de esquina para el América, el último del partido, todos al ataque, y ahí va Moisés Muñoz, a intentar algo que nunca da resultado: el portero intentando anotar un gol.

Moisés Muñoz se mete al área, todos atentos, cobran el tiro de esquina, pero es desvíado. Hay un centro que nuevamente se va a tiro de esquina, y es el último, es ahora o nunca. Cruz Azul ya es Campeón del futbol mexicano, después de una larga y dolorosa espera, las tristezas habían llegado a su fin. Cruz Azul, Campeón del Clausura 2013. Por fin, la maldición se rompe después de tanto tiempo.

Pero la magia del futbol le daría la espalda al Cruz Azul.

Minuto 90'+2, el partido se había acabado. Tiro de esquina, tiro que le queda a Muñoz, se avienta de palomita, remata... y la pelota se mete dramáticamente al ángulo. Gol del América, y estábamos en presencia de un verdadero milagro; a segundos del final, a segundos del Subcampeonato, América, cual Ave Fénix, se levantaba de sus cenizas, revive y alargaba el partido. América estaba haciendo historia, estaba escribiendo su nombre con letras de oro en el futbol mexicano.

El americanismo en su máxima expresión. Drama, emociones y espectáculo. Algo nunca antes visto en el futbol mexicano; todo era irreal, tanta magia no podía ser cierta.

América estaba logrando algo imposible. Increíble; el milagro del Azteca.

Por supuesto, el gol no fue de Muñoz, sino de Alejandro Castro, quien en su intento de tapar la pelota, la termina desvíando hacia la portería. De hecho, el remate de Moy Muñoz va tan desvíado, que hasta iba a ser saque de banda, para que vean de qué tipo de milagro estamos hablando. Y la FMF se emocionó tanto, que el gol se lo dieron a Muñoz, cuando en realidad el cabezazo iba desviadísimo.

El rostro de los jugadores lo decía todo. La cara de Pavone... ya ni cuando falló el penal que envió a River Plate al descenso. Era la misma historia de siempre; la maldición no se había ido, los había engañado, siempre estuvo ahí. Nunca se fue. Una cruel jugada del destino y del futbol, estaba dándole al Cruz Azul su peor derrota en una Final en toda su historia.

Tiempos extras: Otro víacrucis
Y la Final, de la manera más emotiva, se iba a unos dramáticos tiempos extras. Y ahora el América tenía otra oportunidad de ser Campeón, el destino (que no sabemos qué es) le estaba dando más tiempo. 30 minutos donde América intentaría completar la heroica. 30 minutos de americanismo.

Comenzaba la prórroga, y la misma película de siempre, América con el dominio y buscando el gol del triunfo, pero ahora con más ganas y más poder; la motivación estaba por los cielos. Cruz Azul estaba fulminado, le habían arrebatado de las manos el Campeonato. Pero no, esperen, al Cruz Azul nadie le arrebató el Campeonato, ellos tiraron el título a la basura, el América no fue quien se los quitó, ellos desperdiciaron todo. Ni América ni Muñoz ni Layún son los culpables de tu fracaso, Cruz Azul, fuiste tú.

Al minuto 100', Benítez tiene una ante Corona, pero el arquero azul estaba intratable. Al 103', otra atajada de Corona, y ya era el héroe. Al 107', Jair Pereira evita el gol del Campeonato, y envía un centro a tiro de esquina. Al final, los tiempos extras no dejaron nada a nadie, sólo intentos sin que dieran ningún fruto. América lo intentó, tuvo oportunidades, pero las imprecisiones continuaban; Cruz Azul también tuvo sus oportunidades, pero el trauma sicológico era más grande que el Azteca.

Cruz Azul había apostado por un juego ultradefensivo y sin idea, pero lo que le salió más caro fue la actitud. Un equipo sin actitud, sin ambición; gris, apático y sin sentimiento. Eso fue el Cruz Azul en la Final, y así se encaminaba a otro Subcampeonato.

Los tiempos extras se acaban, y ahora sí, cualquiera podía ser Campeón, apesar de lo que ambos equipos hicieron, la justicia podía o no hacerse presente en la Final. Pero esto no es de justicia o de merecimientos, sino de quién mete la pelota en las redes.

Penales: La consumación del milagro
Llegaban los penales, y aquí cualquier cosa podría pasar; lo que sucedió en tiempo regular ya no importaba, si América dominó, si Cruz Azul pudo matar, si alguien se merecía más, eso ya no importaba. Los penales eran otra cosa, ya el pasado en el pasado había quedado.

Inicia la serie de penalties, y el americanismo escribiría otra página en su gloriosa historia.

El primero en cobrar es Javier Orozco, y falla. El Azteca estalla en júbilo, Cruz Azul no aprovechó la oportunidad, y ahora América tenía que hacerlo. Llega Raúl Jiménez, anota, 1-0. Turno para Alejandro Castro, el del autogol, tira y falla, un error de Vázquez por ponerlo, ¿cómo puedes arriesgar así a alguien? Ahora "Chucho" Benítez, anota, 2-0 gana América, cada vez más cerca. Rogelio Chávez para Cruz Azul, anota, 2-1, pero la cuesta está muy inclinada.

Osvaldo Martínez, anota, 3-1, un penal fuerte y con categoría. Gerardo Flores para intentar el regreso, anota, 3-2. Pero la hazaña no sería hazaña si no hubiera terminado de la manera en que terminó.

El último en cobrar el penal era nada menos y nada más que Miguel Layún, el multicriticado futbolista. Blanco de burlas, de críticas y de reclamos; todos los problemas, todos los males y todas las derrotas del América, eran culpa de Layún, y el Campeonato del América, también iba a ser culpa de Layún.

Miguel Layún llega al punto penal, acomoda el balón, se prepara, tira (un disparo descompuesto y casi resbalándose) y anota... ¡América es Campeón del Clausura 2013!, gracias a Moisés Muñoz, quien hizo regresar al equipo, y a Layún, quien fue el encargado de consumar la proeza americanista. Una proeza que sólo los equipos grandes pueden hacer, y por eso América es un equipo grande.

América es Campeón y el Azteca explota. Las emociones se desbordan, todo es un sueño. América había hecho algo inpensable. Lo hizo en el Azteca, en un Clásico y en la Final. Esto es el americanismo, grande y único.

Los jugadores festejan. Miguel Herrera se pone loco (más de lo que ya está), llora, grita y festeja como nunca antes; por fin es Campeón, un Campeonato que se disfruta más por la manera en que se da; durante los penales, Herrera sufría mucho más que todos los que estaban en el estadio y los que veían el partido por la televisión, nadie como Herrera para sufrir. Lo intentó y lo buscó, se le negó en dos ocasiones, y por fin lo conseguía.

Cada disparo, cada penal, era único para Herrera. Iba y venía, Herrera estaba fuera de sí.

El estratega americanista busca a Alejandro Castro, quien lloraba amargamente, lo consuela, Herrera también con lágrimas, pero son lágrimas muy distintas. Y luego va con el "Chaco" Giménez, quien también está inconsolable, llora de verdad. Giménez, quien se ha convertido en un referente del Cruz Azul, tampoco lo podía creer, nadie lo podía creer; no existe otra forma más dolorosa de perder un título que como el Cruz Azul lo hizo en el Azteca.

Lo del Cruz Azul ya no es de pena ajena, esto va más alla. Lo del Cruz Azul no tiene nombre, es el fracaso más grande en la historia de Cruz Azul; perder como lo hizo, es increíble, sobretodo cuando parecía que, en los últimos minutos, tenía controlado el partido, pero la manera en que el equipo es rebasado, es de no creerse. Todos los jugadores, a excepción de Corona, deberían presentar su renuncia, no es posible la actitud mostrada, era una postura de perdedores, de resignación. Que te hagan un gol en los últimos 30 segundos, y que además te lo haga un portero, con un autogol y con un hombre más en la cancha, es inaudito.

Una vergüenza, un fracaso enorme. La derrota del Cruz Azul es la verdadera escencia de la derrota, perder como lo hizo es perder de verdad, esto es ser derrotado de verdad. Una derrota total; sinónimo absoluto de derrota. Cruz Azul pudo haber perdido varias Finales, pero esta es la más grande de todas; el equipo tocó fondo de verdad. No puede haber otra derrota más grande que esta, es imposible.

¿Cuántos aficionados habrán tirado la camiseta? ¿Cuántos habrán dicho "no más, es suficiente"? Un aficionado de verdad es capaz de aguantar todo tipo de sufrimientos y crueldades, pero esto superó todos los límites. Nadie resiste tanto.

Pero tranquilos, que estamos exagerando, porque ¿cuánto tardó el Cruz Azul en conseguir el Campeonato del '97? 17 años, un poco más de lo que lleva ahora, está a punto de igualar esos 17 años de sequía, ¿pero por qué el drama? Nadie sabe.

Premiación y festejos
Todo es una locura, nadie lo puede creer aún, pero todo es real. Y entonces el momento de premiar al Campeón, un Campeón con todas su letras, un Campeón de verdad; más Campeón... imposible.

Llegan las Copas. Cruz Azul recibe su medallas, y Torrado recibe un trofeo que odia, que detesta: el trofeo de Subcampeón. Otra Copa que marca, que te hunde. Cruz Azul es Subcampeón, ¿y cuántas veces más?

Pero luego, es momento de la felicidad. Los jugadores, los héroes americanistas son premiados, reciben sus medallas y festejan, saltan, gritan, lloran. "Maza" llora intensamente. Peláez también llora y festeja como si hubiera jugado, hasta es exagerado el festejo. Los encargados de entregar las medallas son niños cubiertos por la lluvia, algunos de ellos son familiares de los futbolistas. Pero antes de todo esto, los primeros en recibir las medallas fueron los árbitros. Paul Delgadillo estaba satisfecho, aunque no sabemos por qué.

Luego, el momento de entregar la Copa al único equipo que quiso conseguirlo: América. Decío de María, por no fijarse por dónde camina, casi se cae y se rompe la espalda, pero logra equilibrarse. Después, aquí la ceremonia de premiación es un tanto confusa, chafa y guarra, porque le quita la emoción y estilo a la premiación; entrégales la Copa ahí en el podio, no camines con ella y en el recorrido se lo entregues como que con miedo, Decio. Así no se premia al Campeón. Pero bueno, los que sucede es que los directivos del futbol mexicano son unos genios innovadores incomprendidos, así que se entiende.

El capitán de agua Aquivaldo Mosquera --en su hábitat--, se prepara, todos se preparan. Toma la Copa (que Decio tarda en soltar), la besa y la levanta en todo lo alto; América, con una impresionante grandeza, es Campeón del futbol mexicano. Y todos brincan y saltan, por fin conseguían algo que buscaron por tanto tiempo.

Todos toman el trofeo, la alzan, aunque ni siquiera hubieran participado, como Narciso Mina, que ni siquiera jugó en casi todo el torneo, sólo era un matatiempo en los últimos minutos de partido, pero festejó en grande. Su paisano Benítez se lleva la Copa y salta de emoción, no importa que haya desaparecido completamente en toda la Final, él estaba contento de verdad.

Junto con los futbolistas, estaban sus familiares, y ya con el estadio semivacío, se encargaron de poner el ambiente, pero luego, repentinamente, cuando menos lo esperábamos, el festejo americanista, el festejo de los Campeones pasó a ser una especie de fiesta donde los anfitriones, los protagonistas eran la élite mexicana, la élite de Televisa. Hablamos de los familiares villamelones de los directivos, del club y de Azcárraga, que se metieron a la cancha a invadir y celebrar algo que no les pertenece. Pero como aquí el que manda es el gran Emilio Azcárraga, los familiares de la más alta sociedad mexicana, se metieron a festejar algo que no entendían.

Nepotismo, elitismo, cinismo y sin vergüenzas
Y esto comenzó justo cuando se cobra el último penal --el del crack Layún--, todos entran al campo a festejar, jugadores y cuerpo técnico, y ahí es cuando se meten los asquerosos directivos, que se avientan y celebran como si hubieran jugado la Final; Ricardo Peláez, presidente del equipo, parecía futbolista, estaba ido, estaba shockeado de tanta felicidad. Festeja como futbolista y dice más tonterías que un futbolista.

Y entonces vendría lo peor, cuando en escena aparece Yon de Luisa, que llevó a toda su familia (familia que nunca en su vida había visto un partido del América, y tal vez ni un partido de futbol), al igual que sus amigos y sus respectivos familiares. Pero claro, el primero en invitar a todos a la cancha para presumir su cómoda posición social, fue Azcárraga, el primero en salir y el primero en entrar a la cancha a festejar algo que cree que él consiguió, cuando en realidad es un dueño indiferente que le importa muy poco su equipo, que no lo ve como equipo, sino como otro producto más que explota para seguir manteniendo su cómoda vida.

Además, Azcárraga sólo aparece cuando América es Campeón, pero cuando está en problemas, se desaparece, ni se acuerda que tiene equipo. Pero cuando gana, ahí está, diciéndonos que él es artífice de todo, y que gracia a él, América es Campeón y que por eso es tan grande. Por supuesto, salir a mostrar su cara no fue suficiente, además, se quiso hacer el locochón, cuando al final se quita la camiseta y se pone a festejar con las porras del América --aunque ni le hicieron caso, pues los integrantes de las porras sufren algún tipo de retraso mental, pues nunca hacen caso de nada--.

Después, un montón de personas que nadie conoce estaban en la cancha alzando y besando la Copa, personas arias luciendo su capitalismo a todo lo queda; estas personas eran familiares, amigos y conocidos de los directivos y de Azcárraga, que por el sólo hecho de ser parientes o conocidos de Azcárraga, creen que pueden festejar y ser parte de algo tan histórico. Pero lo hicieron, se tomaron fotos en este día tan mágico. Como siempre, el 1% que lo tiene todo termina imponiéndose.

También pudimos ver que ya traían el trofeo por todas partes y ni la soltaban, algunos ni siquiera eran parte del club o eran familiares de nadie, pero ahí estaban tragando del pastel que no les pertenece.

Un montón de cinismo, descaro y otras tantas cosas más, característico de las personas que son indiferentes ante la miserable sociedad mexicana. Qué le vamos a hacer. El festejo se convirtió en una fiesta de la familia Azcárraga, una fiesta de etiqueta donde sólo lo más selecto de nuestra desigual sociedad se hizo presente.

El descaro de Azcárraga cargando la Copa, como si el América fuera su fábrica de esclavos buscando el tesoro, y cuando lo encontraron, él se abre paso haciendo un lado a todos y recogiendo el premio.

Emilio Azcárraga, no te basta con manejar el futbol mexicano con las nalgas, todavía te burlas, como si le hubieras hecho algún bien al futbol nacional, cuando en realidad lo único que a ti te interesa es el negocio que con él puedes hacer, por eso tienes a Decio y Justino en los sus puestos, porque son trabajadores en los cuales confías, porque también sabes que son igual a ti.

Ten un poco de vergüenza, Emilio, y no hagas esas ridiculeces, que tú eres el principal culpable de la malaria del futbol mexicano.

Estadísticas
América ha conseguido su título número 11 en la era profesional --aunque algunos se empeñan en contar los títulos obtenidos cuando el equipo jugaba en el llano, ahí con los cuates--, igualando a las Chivas. Detrás de ellos, está el Toluca (10) y, claro, el Cruz Azul, que todavía continúa con 8 Campeonatos.

Hablando del Cruz Azul, el equipo logró su Subcampeonato número 10, siendo el primero de ellos en la temporada 69-70. Luego, las demás: 80-81, 86-87, 88-89 (ante América), 94-95 (ante Necaxa, hermano del América), Invierno '99, Clausura y Apertura 2008, Apertura 2009 y Clausura 2013. Y este último Subcampeonato, claro está, pasa a la historia como el más grande de todos.

Curiosidades
-Culpable. Maldito Layún, por tu culpa, el América es Campeón, ya estarás muy contento, ¿no?

-Confusión. Antes de la premiación, y justo después de terminar el partido, el estadio se comienza a vaciar, muy raro, pues era para que la gente (en su mayoría americanista) se quedara hasta el Final, además, se perdieron a Azcárraga mostrando su cinismo y poca vergüenza, además de su panza de taquero.

-Finalísima. Cuál Final de Champions League, esta sí que fue emocionante, dramática y épica. Por supuesto, guardando todas las proporciones, la Final del Clausura 2013 no le pide nada a la Final de Wembley 2013, si me preguntan, yo me quedo con la del Clausura 2013, ¿y usted? La Final de la Champions no se acercó a la del Clausura, para nada.

-Campeón sin Corona. José de Monesvol Corona, nuevamente ha sido derrotado, un portero con problemas de agresividad, pero que vive un gran momento. Claro, a Corona le llueve sobre mojado: no puede conseguir un Campeonato y además es relegado de la Selección, todo porque Azcárraga (y los demás que manejan el futbol mexicano) quieren que Memo esté en la portería, ya que el risos sí vende.

-Sin revancha. Otra vez Jesús Corona, el arquero azul llegaba al Azteca con hambre de revancha, pues en la Final del Clausura 2005, también cayó ante América, y buscaba la revanchísima, pero su equipo lo traicionó.

-Despedida de ensueño. Diego Reyes se va al futbol de Portugal como Campeón, qué más puede pedir un joven jugador que aún está comenzando su carrera; Reyes debería retirarse en este momento, ya consiguió algo épico, no hay más que ganar, Diego.

-The Chucho's Goodbye. Otro que dicen también se va es Christian Benítez, no sabemos a dónde, pero dicen que quiere salir del Club, el muy cínico.

-Los demás. Por supuesto, se va "Chucho" y se Diegito, pero también se irán otros, y entre ellos, los que deberían irse, y que nunca debieron haber llegado, son Christian Bermúdez, "Maza" Rodríguez, Aldrete y otros que no tienen nada que hacer en el club. Que hayan sido Campeones no significa nada.

-Los Pinos amarillos. Y prepárense, que el América tomará la presidencia, cuando el gran Enrique Peña Nieto reciba en los Pinos al equipo Campeón, aunque no lo hizo con los Xolos, pero las influencias de Emilio harán que el presidente (otro de sus productos) se ponga la del América. Peña nieto americanista.



Fotos | Mexsport


¡Milagro americanista! ¡Milagro americanista! Reviewed by José L. Bravo on 8:56 p.m. Rating: 5

2 comentarios:

  1. awuante Cruz Azul y toda su gente, fieles como pocos, el Azul jamás se hubiera vaciado media hora antes como el gallinero, en las finales contra Monterrey la gente se quedo hasta la premiación, el Azul es PASION,ORGULLO,SENTIMIENTO Y AMOR VERDADERO, algo que las wuilas no conocen y jamás lo harán, hijos de televisa, amargos como pocos, aficionados de ocacion sin amor a sus colores

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