Lo recuerdo perfectamente, eran la sensación, los coleccionábamos, los jugábamos y hasta se los robábamos a los demás. Seguramente ustedes también recuerdan los famosos tazos de Pokémon (que hoy aún existen). No bueno, yo era un gran fan de Pokémon, no sólo de los tazos sino también de la serie; cuando regresaba de la escuela, rápido encendía la tele para no perderme ni un sólo segundo de la maravillosa serie animada. Era mi perdición, mi más grande obsesión.
Lo disfrutaba tanto, que la media hora que duraba, para mí eran como diez minutos; se iban como agua. Cada capítulo era emocionante, divertido y alucinante, y en ocasiones hasta emotivo. En cada episodio siempre ocurría algo diferente, "a ver qué nuevo personaje aparece hoy", decía.
Y siempre me quedaba picado por saber qué ocurriría en el siguiente capítulo, y es que muchas veces un capítulo era de dos partes; y siempre al final te dejaban en suspenso. Las peleas eran lo mejor, cuando Ash enfrentaba a un rival era de lo más loco y fantástico, cuando le salía Charizard era divertido, (hoy eso me parece una tontería, hasta me da pena), éste personaje nunca le hacía caso, quien sabe por qué. O cuando peleaban contra El equipo Rocket, los malos, formado por un cuate bobo (James) y una chica sexy (Jessie), ésta última era la inteligente, y un gato que era único, pues tenía la capacidad de hablar (Meowth), y que siempre salían perdiendo, y además, cuando eran derrotados, salían volando por los aires y a lo lejos gritaban "El equipo Rocket ha sido vencido otra veeeez...".
Los más bizarro de la serie eran sus personajes, ya ni la serie en sí, que trataba de tres amigos aventureros que iban por todas partes buscando batallas con sus pokebolas, primero, ¿cómo funcionaba la pokebola? ¿Quién los fabricaba? ¿Cómo es posible que un ser vivo podía alojarse dentro de ella? Estas preguntas nunca me las hice, quien sabe por qué.
Quizá los personajes no tenían mucho sentido, pero eso no importaba, pues de eso se trataba nuestro fanatismo. Estos seres raros eran una mezcla entre animales que existen de verdad y seres fantasiosos, muy fantasiosos. Lo fenomenal de estos curiosos personajes es que... evolucionaban, sí, así es, como el mismo ser humano lo hizo. Por ejemplo, Charmander, que era una especie de dinosaurio, evolucionaba a Charmeleon, y luego, por si fuera poco, de Charmeleon evolucionaba a Charizard, lo sé, suena tonto, pero eso no importaba.
Pero indudablemente, el personaje más popular entre todos los que admirábamos a Pokémon, era Pikachu, esta cosa amarilla que parecía gato con tintes de niña, era el preferido, el predilecto de todos. Además, Pikachu era el único que siempre que hablaba (y peleaba) decía su nombre: "Pika, pika... Piiiikaaaa... ¡Chuuuuu!".
Sus poderes eran la descarga electrica, evolucionaba a Raichu, que era como la versión niño de Pikachu. Las descargas electricas le salían de sus mejías, bien joto que era el Pikachu.
Estas cosas me volvían loco, te quedabas con la boca abierta. Por supuesto, siempre comentabas en la escuela el capítulo que habías visto un día antes, te la pasabas discutiendo y hasta intercambiando puntos de vista sobre el episodio (y dizque criticábamos lo que no nos había gustado), pero eso no era lo mejor, lo mejor eran los tazos.
¡Atrápalos ya!
Yo no era de esos que juntaba los tazos para jugar, aunque sí lo hacía de vez en cuando, más bien yo era de esos que los coleccionaba, de hecho aún tengo mi colección y los guardo con mucho orgullo y nostalgia. No se me puede olvidar a los cuates de la escuela que eran casi adictos a los tazos de Pokémon; todos los días no se hablaba de otra cosa que no fuera de Pokémon, Pokémon... Pokémon. Hasta te ibas más temprano a la escuela para estar jugando mientras entrábamos a clases, hasta ese punto habíamos llegado. Yo lo hice, alguna vez llegué más temprano a la escuela para jugar con mis amigos, claro, cuando llegaba ya habían otros adictos que llevaban rato jugando.
Una sensación inolvidable. |
Obviamente, el juego del recreo era los tazos. Era clásico la bola de alumnos jugando tazos, como si estuvieran en Las Vegas, como si estuvieran apostando millones. Eran simples tazos, pero para ellos era como si estuvieran apostando parte de su vida; su fanatismo por Pokémon era tal, que parecía que habían encontrado el sentido de la vida en dichos tazos. Y claro, no podía faltar el cuate que llevaba su playera de Pokémon, la que estaba de moda; la de Pikachu o la de algún otro personaje favorito. Aunque la camiseta que más se vendía era la que traía el estampado con los personajes principales de la serie --Ash, Brooke, Misty y Pikachu--.
Algo curioso sobre los tazos, cuando los juntabas, era que no importaba el estado físico de éstas; pudieran haber estado raspadas, rayadas con plumón, rotas y demás, pero eso no importaba, es más, recuerdo que muchos tenían tazos que ya no se veía nada, ya no sabías de qué era, y algunos hasta ya eran prácticamente el puro plástico, totalmente en blanco y súper gastadas, pero aún así seguían teniendo el mismo valor, el mismo significado; seguían siendo tazos.
Estos compañeros no tenían otra distracción más que los tazos, tanto así que era un obstáculo para sus estudios, recuerdo a varios alumnos que les llamaron la atención porque nada más se la pasaban con los tazos todo el tiempo. Pero esto no paró ahí. Los tazos eran tan populares entre los adolescentes, que los maestros, padres de familia y demás tuvieron que arreglárselas para que sus niños dejaran de lado esa moda y se concentraran más en sus estudios.
La obsesión por los tazos había llegado a niveles insospechados, era algo incontrolable, a tal grado, que una vez en la radio local (en una pequeña ciudad en donde viví) salieron con la tontería de que los tazos que nosotros jugábamos eran del diablo, así... o más estúpido. Créanlo o no, pero esto era una campaña difamatoria para que los adolescentes les entrara el "mello" y dejaran de jugar a los tazos; creo recordar algún programa radial en donde hablaban de cómo los jóvenes estaban siendo "poseídos" por este juego, obviamente esta campaña "antitazo" fue inútil; la tazomanía seguía y no había nadie quien pudiera detenerla.
En las escuelas optaron por prohibir los tazos, ahí veías al profesor o director también con su bolsa de tazos, pero no para jugar, ya que eran los tazos que hasta ese momento les había confiscado a los pobres alumnos; cuando veíamos al profesor llegar, el temor nos invadía, el terror de perder nuestros tazos era inmensamente grande, pues un tazo tenía un valor incalculable, para nosotros no sólo era un pedazo de plástico con pintura, era más que eso, mucho más que eso.
Cuando te peleabas con alguien, lo primero que hacías era amenazarlo diciéndole que le dirías al director que tenías tazos, sobretodo si eras un alumno(a) víctima de bullying, esa era tu mejor defensa (aunque en ocasiones no era suficiente).
Pero había algo cierto en todo esto. Los estudiantes le dedicaban más tiempo a los tazos que a la escuela, recuerdo que muchos iban a la escuela nada más para jugar a los tazos, sólo a eso iban, tenían muy descuidada la escuela, eso sí era cierto, pero nada tenía que ver con fuerzas malévolas y esas cosas.
Otra de las cosas que no podían faltar era el regordete con sus Cheetos presumiendo el tazo que le había salido (un tazo todo manchado de chamoy, por cierto), o la típica niña buenona (que siempre fantaseabas con ella) regalando el tazo que le había salido en los Doritos al güey que le gustaba o porque simplemente nada más le encantaba coquetear (o como decía mi maestro de biología en secundaria: "Aquí hay algunas niñas que nada más vienen a la escuela a ver qué encuentran"), porque generalmente a la chicas no les llamaba la atención los tazos (un misterio aún sin resolver), y tampoco podemos olvidar al güey que tenía como cinco mil tazos y todos los llevaba en una enorme bolsa enseñándolos y presumiéndolos a todos, y que además nunca los jugaba y ni siquiera los prestaba. Te morías de envidia, te preguntabas cómo es que tenía tantos tazos, era algo que yo me preguntaba, y es que mi colección no superaba ni los 50 tazos.
Recuerdo también una anécdota sobre un compañero de salón, se llamaba Jared (era un villamelón), antes de entrar a clases, Jared estaba recorriendo los salones con su bolsota de tazos, y en eso que llega la mamá (en su auto villamelón), yo estaba platicando con él, y derrepente me entrega los tazos todo agitado y temeroso y me dice: "Son tuyos, toma, son tuyos", dándome a entender que yo se los cuidara porque su mamá se los había prohibido y si se los veía... tremenda regañada que podría recibir, ese momento nunca se me olvidará, fue cómico y memorable.
Hablando sobre las Sabritas, en donde te salían los tazos, era también otro momento único, quizá fueron momentos que nos marcaron de por vida, pues cada vez que comprabas tus papitas (Cheetos, Ruffles, Sabritas, Takis, Rancheritos, Doritos, etc.) y las abrías para encontrar tu tazo... era un momento de locura, una sensación de extásis incomparable; tan sólo la idea de abrir las sabritas y encontrar un tazo, era tan satisfactorio, que era como una droga; prácticamente ya era una adicción.
Abrías tus papitas, todas llenas de limón y chamoy, veías dentro de la bolsa, metías la mano y sacabas el tazo; la acariciabas con la mirada, te brillaban los ojos, y posiblemente hasta derramabas una lágrima. Era un momento de realización. Era un momento mágico.
Era un hecho, los tazos eran enemigos de los padres y maestros, y por más que querían hacer desaparecer esa manía de los jóvenes, no podían; los tazoz habían llegado para quedarse. Y es que al ver el éxito total de los tazos y la serie entre los niños, jóvenes, adolescentes y uno que otro adulto traumado, la marcadotécnia hizo su "agosto".
Los primeros tazos de Pokémon. |
Se vendía de todo, obviamente la Pokebola, que de hecho era mucho, pero mucho más grande que como lo veíamos en la tele, ya hasta parecía balón de futbol. Las figuritas de plástico de los personajes que eran como veinte mil, las revistas, las estampitas, las revistas donde pegabas las estampitas, las tarjetas que salían en las galletas (si encontrabas las doradas... eras alguien grande, casi te convertías en un mito), los stickers, la gorra de Ash y creo que hasta los shorts y la tanga de Misty. Y no podemos dejar de lado los peluches, que abundaban en serio.
Con la tazomanía en su punto más alto, vendría el momento estelar: Pokémon, la película.
Cuando salió la película de Pokémon, me emocioné, pero por alguna extraña razón nunca la vi en los cines, nunca la compré en VHS (sí, dije VHS, era el 2000 y algo, el DVD aún no entraba) y cuando la pasaron por la tele nunca la pude ver, y hasta el día de hoy... no la he visto, créanlo... nunca la he visto, maldición. Aveces creo que la veré hasta cuando tenga 80 años, y eso si llego a esa edad.
Regresando al tema, la película era como la culminación de Pokémon, aunque a la postre sería la despedida de Pokémon. No sé, pero creo que a la película no le fue muy bien. ¿De qué trata la película? No me pregunten, nunca la he visto.
Dije que ésta película era como la despedida de Pokémon, porque, a mi parecer, de ahí en adelante la serie empezó a decaer, se hecho a perder al puro estilo de la serie Héroes, ¿O será más bien que en realidad estaba creciendo y mis gustos estaban cambiando? ¿Comencé a ver la serie como adulto? ¿Mi fanatismo se estaba esfumando junto con mi pubertad? Eso siempre será un misterio, o una simple percepción.
La serie y los tazos continuaron con gran éxito, pero yo ya no los seguía como antes, le había perdido el gusto; cuando le cambiaba de canal me encontraba con Pokémon y ya ni caso le hacía, antes me sabía hasta los comerciales que pasaban antes, durante y después de la serie, ah, pero eso sí, los tazos aún los seguía coleccionando, ya no con el mismo fervor, pero sí con la misma sensación.
Veía a niños de primaria jugando con los tazos, igual que como lo hacíamos mis compañeros y yo en la escuela, todos emocionados y hasta casi con la lágrima de la adrenalina, y me di cuenta que cuando uno es puberto con cualquier cosa te emocionas.
Estos fueron mis recuerdos y vivencias sobre Pokémon, algo que nunca olvidaré, los tazos de Pokémon... mis tazos de Pokémon.
como cambian los tiempos ahora el mayor enemigo de los maestros y padres de familia es facebook y el porno que abunda en el.
ResponderBorrarPero por lo menos los tazos eran "enemigos amigables".
Borrary las redes sociales son "enemigos aceptados"
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