La mentira de los Juegos Olímpicos

Los Juegos Olímpicos son la máxima competición deportiva, y son también la expresión de las emociones y los sentimientos del ser humano.

Claro, esto lo que dicen (o nos quieren hacer creer), pero en realidad, eso era antes, esto era la escencia de las Olimpiadas anteriormente, porque hoy no queda casi nada de eso; actualmente los Juegos Olímpicos no son otra cosa que un enorme evento deportivo donde el organizador muestra, presume y lleva acabo todo su poder económico, político y social, embarrándola en nuestras caras y diciéndonos qué tan fregones son, e insinuando que el resto de los demás somos unos muertos de hambre (lo cual es totalmente cierto).

Las Olimpiadas, hoy, tienen como objetivo ser espectaculares en cuanto a infraestructura y economía, las Olimpiadas ya no se centran tanto en el deporte en sí, sino que han adquirido escencias y características terriblemente ostentozas, donde todo tiene que ser económicamente estrafalario, haciendo que dichos juegos sólo sean accesibles para unos cuantos países, dejando fuera a muchos. Ya que de igual manera, así como los Juegos se realizaron en Londres, se pueden realizar en Cuba, Nigeria o Jamaica, claro, para hacerlos en estos países, los Juegos tendrían que regresar a sus inicios como en la antigüa Grecia. Así funcionan las Olimpiadas hoy en día.

Del Olimpo al calabozo
Y de Londres, ¿qué sigue?. Ésta es una de esas tantas maravillas que la sociedad nos regala; después de ver unos Juegos Olímpicos casi impecablemente bien realizados por los londinenses, pues de golpe y porrazo aterrizaremos en otros Juegos completamente distintos, con una diferencia de la Tierra a Marte: Río 2016.

Si han seguido las Olimpiadas (muy mal televisadas, por cierto), seguramente se habrán dado cuenta que una de las cosas que más sobresale es la educación de los británicos, además de sus civismo e intelectualidad social. Londres fue el reflejo de cómo un país primermundista organiza unos Juegos Olímpicos. Pues váyanse olvidando de eso, porque en 4 años el panorama será totalmente distinto y casi traumante; de tener estadios completamente llenos, psasaremos a ver escenarios vacíos, y si tenemos suerte, semillenos.

De una seguridad impecable y súper confiable, pasaremos a una bastante dudosa, frágil y peligrosa. De ir caminando con gran tranquilidad por las calles hacia las diferentes diciplinas, pasaremos a ir con temor de no ser asaltados y/o heridos de plomo. Eso será Río 2016, sí, ahora se dejará un poquito de lado el glamour, la civilización, la educación y otros avances sociales que sólo unos cuantos países poseen; nos olvidaremos por un momento de lo llamativo y excéntrico, para darle chance a la escencia de los Juegos Olímpicos, esa escencia que ya nadie recuerda, y que veremos en su máximo explendor en Brasil.

Haber elegido a Brasil como país organizador, fue una de las cosas más positivas, porque, como dijimos, se dejó de lado la tendencia de que los países organizadores de las Olimpiadas tienen que ser países de primer mundo, súper potencias, donde lo más destacado es el entorno y lo material. En Río 2016, eso no será lo escencial, porque Brasil no tiene la capacidad económica y social para hacerlo; Río no le llegará ni a los talones a Londres 2012, es algo obvio, algo natural. Aunque eso sí, donde Río sí tiene oportunidad es en la ceremonia de inauguración, porque la de Londres fue una verdadera porquería, y sin contar el encendido del pevetero que fue una tomada de pelo.

La elección de Río 2016 fue algo positivo, porque por se olvidaron de los prejuicios sociales y una especie de preferencia hacia las grandes potencias. Pero no esperen la gran cosa, Río no tendrá nada qué ver con Londres.