Si el funcionamiento de la Selección Mexicana no preocupa a nadie, entonces tenemos problemas. Nuevamente el poco oficio y la decadente forma de demostrar una evidente superioridad futbolística, se han apoderado de la Selección Mexicana, que en cada partido que pasa parece ir bajando un escalón en su nivel, y eso que los rivales prácticamente no le han exigido absolutamente nada; el equipo mexicano se ha medido ante rivales poco/nada competitivos, algo que no ha sabido aprovechar. Aunque en realidad no se trata de aprovecharse de las debilidades de otros, sino aplicar la lógica, que no es más que el dominio futbolístico que México tiene sobre el resto, es decir, un nivel de futbol superior a las demás Selecciones.
Costa Rica llegó al Azteca con una actitud muy diferente, esta vez se veían más decididos y no tan temerosos y preocupados por lo que el rival podría hacerles; tanto que hasta superaron sus propias expectativas, no tanto por su futbol ofensivo (que por fin se atrevieron a mostrar), sino por la poca contundencia del equipo mexicano, que ya ni de local puede hacer valer su futbol que, en este momento, es mucho mejor que cualquier otro equipo que compite en las Eliminatorias de la Concacaf.
México, una vez más, fue incapaz de jugar al 100% o por lo menos alcanzar un nivel aceptable, que le hubiera permitido mejorar en su nivel de juego, y que se hubiera visto reflejado en el marcador, en cambio vimos a un equipo rústico y que aún no puede encontrar el camino para soltarse y liberarse de una presión que no debería tener, pues no hay motivos para que los haya, a menos que el triunfo de otras Selecciones (de otras categorías) en vez de motivarlos les esté creando una especie de presión futbolística por igualar, en muchos aspectos, lo que los demás han conseguido.
Hay llegadas, hay desbordes, hay centros; hay jugadores capacez. El problema no es eso, el problema es que esos jugadores capacez no pueden concretar esas llegadas, no pueden terminar esos desbordes y no pueden hacer que esos centros terminen en gol.
60 minutos tuvieron que pasar para que cayera un mísero gol, fue en un contraataque, un desborde de Torres Nilo que centra la pelota para que Javier Hernández la remate y marque el único gol del partido --un gol al puro estilo de Hernández: bien feo--. Tuvieron que haber sido más, por el rival y por el futbol de México, y no hay excusas para decir lo contrario; México está en otro nivel que el resto de todas las Selecciones en estas Eliminatorias, el problema es que no lo demuestran en la cancha, y eso, a la larga, podría acarrearle muchos problemas al equipo mexicano.
Foto | Getty Images
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