Dos victorias claras que en las formas dejan muchas dudas, pero que sirven para tomar confianza, al menos en lo mental. México estará en el Hexagonal Final, pero todo parece indicar que no será más fácil que la anterior eliminatoria.
Está de regreso el negocio sueño mundialista en su versión concacafquiana. La Selección mexicana, entre vaivenes, está de vuelta para enfrentar las eliminatorias mundialistas de la Concacaf, y conseguir su pase al Mundial de Rusia 2018, una obligación total --y más si vemos cómo están los demás equipos de la zona--.
El Gigante, el grande, el papá de la Concacaf
Antes del primer partido eliminatorio, no podía faltar la sumisión del futbolista mexicano. En conferencia de prensa, y a nombre de todo el equipo, el portero Alfredo Talavera sale con la siguiente tarugada: "No somos el Gigante de la Concacaf, hay que dejar de llamarnos así". Pregunto, si la Selección mexicana no es el Gigante de la Concacaf, entonces ¿qué es? ¿Uno más de la zona? ¿Es igual que Honduras, El Salvador, Panamá, Costa Rica o Canadá? Esta automutilación del autoestima es típica del jugador mexicano; siempre tiene que sacar sus complejos de pollo porque cree que es políticamente incorrecto hacerle saber a todos LA REALIDAD: que México es el Gigante de la Concacaf.
El tema aquí, al parecer, es la soberbia. Pero, ¿tiene algo de malo ser soberbio? Si dicha soberbia es meramente deportiva y se basa en argumentos sólidos y comprobados, entonces no tiene nada malo, siempre y cuando no sea una soberbia despectiva, que se utilice para insultar y denigrar a los demás. México ha demostrado ser el mejor equipo de la Concacaf a lo largo de toda su historia, y eso hay que presumirlo y basarse en ella para ser mejor cada día. ¿Qué tiene de malo decir que México es el Gigante de la Concacaf? ¿Acaso no lo es? Si esto fuera mentira, entonces sí que sería absurdo mencionarlo.
¿Sabrá Talavera, y el resto, por qué a México le dicen el Gigante de la Concacaf?
Y ante estos gestos de complejidad, el conjunto mexicano daría inicio a un nuevo ciclo mundialista, que como cada cuatro años, siempre comienza y termina igual. Además, el cuadro azteca presentaba en sociedad a su nuevo técnico, el colombiano Juan Carlos Osorio.
El primer encuentro se dio ante El Salvador, o mejor dicho, ante la Selección Sub-17 de El Salvador. Una vergüenza de equipo centroamericano, pero más vergonzoso fue el desempeño de México ante dicho equipo de tercera división.
El Salvador, en 90 minutos, no llegó a la portería rival. México tuvo cientos y cientos de llegadas, pero sólo concretó 3. El análisis final recayó sobre la espantosa falta de contundencia, que fue sobresaliente y que encandiló al técnico Osorio.
En este partido, México ganó por la nula capacidad del rival; El Salvador se dedicó a perseguir el balón y hacer como que sabían jugar al futbol. México, por su parte, ante la increíble falta de competitividad, se dejó ir y terminó anotando, de pura inercia, 3 goles que le dieron el triunfo. Un partido muy pobre de donde no se pudo sacar ninguna conclusión, porque El Salvador no es parámetro ni para una cascarita.
Lo que sí es cierto, es que ante un equipo como el salvadoreño, era para que México consiguiera una victoria abultada, como en antaño, donde el Tricolor goleaba a sus rivales centroamericanos con marcadores de hasta 8 goles o más. Así que ganarle a El Salvador por 3 goles, es como haberle ganado 1-0.
Luego, sería turno de visitar a Honduras, que luego de perder ante ¡Canadá!, ya se veía qué tipo de nivel traían los catrachos.
Un partido somnífero. Aburrido y con un nivel de quinta. Y nuevamente México sacó la victoria, pero sin convencer en lo futbolístico. Honduras es un desastre, y aún así el equipo mexicano inició medio deambulando por la cancha. Al igual que en el primero partido, hubo impresciciones por parte de México, pero de manera más marcada. Le costaba trabajo acceder a la última zona y crearse jugadas de peligro, y sobre todo jugar con profundidad. Además, Osorio sacó otro cuadro diferente, y a pesar de que los cambios medio le funcionaron, la manera en que gana el partido no es la mejor para una Selección. Básicamente, México ganó por las carencias del rival, pues el Tricolor no fue la gran cosa en el terreno de juego, aunque es cierto que todavía inicia con un nuevo estilo y ritmo, pero algo tienes que mostrar ante rivales tan nefastos.
Por cierto, qué tan malo fue el partido, que lo más sobresaliente del encuentro, o al menos del primer tiempo, fue la monumental fractura de Luis Garrido, quien se partió la pierda derecha en dos.
Con dos triunfos que no dicen mucho, México inicia su camino al Mundial, y como siempre, nadie sabe qué ocurrirá durante el trayecto a la justa mundialista.
Foto | Getty Images
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