Monterrey, eliminado por una camiseta

Una vez más, como ya se está haciendo una costumbre, tristemente, el futbol mexicano volvió a ser representado de la misma manera en que siempre ha sido representado; se volvió a hacer el ridículo y se volvió a mostrar, no sólo la mentalidad mediocre que el futbolista mexicano posee, sino también la irregularidad, la inconsistencia y el pobre nivel futbolístico que se juega en el futbol mexicano.

Monterrey no sólo fue ampliamente rebasado por un equipo que, si bien no se encuentra en óptimas condiciones, supo aprovechar el poco carácter y el evidente miedo del rival, sino que también le pasó por encima un futbol totalmente diferente, distinto al que se vive en el futbol azteca, no sólo en la cancha, también en el escritorio; en Europa los dirigentes tienen como única finalidad, o mejor dicho, le dan toda, absolutamente toda la importancia al deporte en sí, y no tienen como prioridad lo que el deporte les pueda generar.

Ésta, entre muchas otras cosas más, son las enormes diferencias entre un futbol y otro.

Pero hablando específicamente de lo que ocurrió en el terreno de juego, en este torneo que ya debería llamarse "Copa Europa vs. Sudámerica de la FIFA", porque está más que claro que está creado y pensado para que equipos sudamericanos y europeos jueguen la Final, una vez más ha quedado comprobado la mediocridad del balompié mexicano, y no es que nos guste hacer leña del árbol caído, es que la realidad esa, el futbol mexicano va al Mundial de Clubes a hacer el ridículo.

Y esta vez no fue la excepción. Mundial de Clubes 2012, otro fracaso esperado del futbol mexicano, ¿Acaso alguién esperaba algo más?

¿Cuándo veremos a un equipo mexicano jugar un Mundial de Clubes en su mejor momento? Porque, supongamos que el Tijuana Campeón hubiera participado en la Concachampions del 2013 y la hubiera ganado, consigue su pase al Mundial, ¿llegará con el mismo nivel que ahora tiene? Claro no, porque el principal problema del futbol mexicano es la irregularidad, la poca consistencia que ya es una característica de los equipos; el Monterrey llegó en su peor momento, al igual que en el Mundial pasado, y al igual que el Pachuca en el 2010, el Atlante, el América, etc. Parece no existir cura para éste mal que ataca a todos los equipos mexicanos que acuden a un Mundial.

Monterrey llegaba con la ilusión, al igual que los aficionados mexicanos, de hacer algo grande ante un equipo anímicamente deteriorado, pero que al final, de la manera más ruín, terminó siendo consumido por su nula confianza, por su temor, por sus miedos y porque salió a la cancha con la idea en la cabeza de que ya estaba eliminado, sin ni siquiera intentarlo, porque así funciona la mentalidad del mexicano.

El Chelsea, que también se valió de su condición, de su historia, de su grandeza y su fama, no fue la gran cosa; salió a atacar desde un principio, pero ante un rival que no oponía ninguna resistencia, simplemente hacía como que contragolpeaba, pero no, sólo eran jugadas de un equipo que ya se daba por perdedor.

Los ingleses se dieron cuenta que estaban enfrentando a un equipo asustado, notaron que su camiseta les imponía demasiado, fue así que tomaron más confianza aún y, con mucha calma, pero también con muchas impresiciones y fallas, se fueron al frente en el marcador al minuto 17', con un gol de Juan Mata, en una jugada bien ejecutada.

Los Rayados trataron de despertar, pero los nervios fueron invadiendo al resto, no así a César Delgado que dio un buen partido y que no se hizo menos ante los azules, pero él solo no puede; los errores continuaron en el equipo regiomontano, impresiciones, fallas, pésimas marcas al rival, en fin, todo lo que el miedo futbolístico es capaz de provocar se vio reflejado en el Monterrey.

Luego, el segundo gol por conducto de Fernando Torres; más tarde, la tercera anotación que ya era demasiado, pues Chelsea no estaba haciendo la gran cosa, dominó todo el partido, pero la tercera anotación fue un regalo, ya que fue un autogol auspiciado por Darwin Chávez, una jugada clásica del futbol mexicano cuando se enfrenta ante un equipo superior a él.

Y el gol de la honrra lo haría Aldo De Nigris, en el último minuto de partido, ya con Chelsea esperando a irse a descansar, esperar a la Final, ganarla y levantar la Copa. A eso juegan los equipos grandes (aunque en esta ocasión las cosas no se dieron como se esperaban).

Monterrey pudo haber hecho algo más digno, en una de esas hasta vencer (por la mínima) al Chelsea, pero hubiera necesitado olvidarse de todos los complejos ya característicos del futbolista mexicano, ese que no te permite sobresalir en torneos importantes y que te acaba por hundir aún más, esos mismos complejos que te tienen sumergido en la mediocridad futbolística.

Ahora, sólo queda jugar el partido por el Tercer Lugar, y regresar a casa al mismo futbol que seguirá enviando representantes con los mismos problemas, a menos, claro, que alguién rompa con ésta tradición y vaya al Mundial de Clubes, se plante en la cancha con agallas, carácter, irreverencia y ambición, y así conseguir algo importante que no es imposible de conseguir.

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