Aunque no logró derribar el muro de Mejor Película, Roma se llevó importantes y sobresalientes galardones que, hasta cierto punto, reconocen su gran calidad artística y cinematográfica, en unos premios Óscar donde lo más premiado de la noche fue lo comercial y lo superficial.
Los óscares siempre se han caracterizado por tomar en cuenta temas adyacentes relacionados con las cintas nominadas --principalmente temas políticos y sociales--, y muy pocas veces los ganadores han realizado trabajos realmente artísticos dignos de un Óscar. Y en estos premios de la academia 2019 lo vimos como nunca antes, esto debido a la notable falta de audiencia en ediciones anteriores y el rasposo tema de lo políticamente correcto. Así que en un intento de generar más audiencia y llegar a nuevas generaciones, los Óscares 2019 optaron por una temática millenial.
Si usted no vio los Óscares y me pregunta a mí cómo estuvieron, yo le respondería que estuvieron igual que siempre, y que, al final del día (o de la noche), no lograron hacer del todo un programa relevante, emotivo e inolvidable --que es a lo que siempre aspiran--. Creo que la falta de un conductor, sí terminó siendo factor en el resultado final del show. Sobre todo por la interacción que lograba crear el conductor con el televidente y el público ahí presente, además de las dinámicas y hasta sketches que le daban otro sabor al evento; en esta ocasión solamente vimos un desfile de estrellas que llegaban al escenario, se paraban decían, sus líneas y se iban o entregaban un premio, y nada más. Al ser un programa de televisión, me parece que sí hizo falta un presentador que hilvanara la ceremonia.
Tomando en cuenta que estaban haciendo el trabajo de conductores, los encargados de presentar a nominados y demás, pasaron sin pena ni gloria, a excepción del viejito negro que contó su vida de esclavo, quien fue protagonista del momento más emotivo y genuino de la noche, pero de ahí en fuera no vimos nada más. Y todo ésto, la falta de conductor y demás, lo intentaron disimular al acelerar la entrega de estatuillas, pero ni así lograron levantar la carpa.
Así que en la parte de la ceremonia se quedaron cortos o igual que siempre. Hubo un evidente cambio, pero nada extraordinario, nada que haya sacudido el programa. Pero donde sí lograron hacer ruido cual uñas rasgando un pizarrón fue en la repartición de premios, donde de verás parecía que los ganadores habían sido elegidos vía redes sociales.
La primer troleada fue para Black Panther, que se llevó Mejor Diseño de Producción, cuando en Roma había un trabajo más creativo e intelectual. Después, el episodio de La Rosa de Guadalupe sobre la banda Queen se llevaría varios premios, entre ellos el de Mejor Montaje, cuando Roma también era superior, y ni qué decir de las categorías de sonido, donde fue ignorado el enorme trabajo artístico de Roma. Pero para no levantar sospechas (porque en los Óscares también hay chairos), el premio a Mejor Actriz Principal fue para Olivia Colman, que si duda fue el premio más merecido, pues la actuación de esta mujer es única; una actuación que pocas veces se ve.
Cabe resaltar el Óscar a Mejor Actriz de Reparto, donde la bella Marina de Tavira compitió. Y qué podemos decir de la fascinante Yalitza Aparicio, que vivió el momento de su vida; ese momento donde presentan a las nominadas, y ella estaba ahí, mientras sus retractores estaban en sus casas haciendo lo que dice la canción "Rastamandita" de Molotov.
Los cuatro musicales que hubo me agradaron, sobre todo el performance de Lady Gaga y Bradley Cooper, el cual se llevó la noche, y con razón, pues ha sido uno de los mejores que hemos visto. Por cierto, si no fuera por Irina Shayk, esos dos ya estuvieran embarazados.
Y por supuesto, no podía faltar la noche de Alfonso Cuarón, quien se llevó el Óscar a Mejor Director, un premio que estaba cantado, y el de Mejor Fotografía, sin duda la gran sorpresa. Luego, cuando la justicia aún prevalecía, Roma se alzó con el premio a Mejor Película Extranjera, dejando en claro que no ganaría Mejor Película, porque ya ven que en los Óscares pesa más la equidad que el arte...
Pero donde de veras no tuvieron madre, fue en la categoría de Mejor Actor Principal, donde el robot Rami Malek (y no lo digo por su personaje en la serie Mr. Robot, sino por su actuación) fue el inmerecido ganador por su imitación (sí, imitación) de Freddie Mercury en el sketch Bohemian Rhapsody. Ni Bale, que era el favorito, ni Dafoe, Malek se lo llevó. Hasta el propio Rami Malek aceptó que no debió haber ganado. Y es que la actuación de Malek es una auténtica caricatura; me van a perdonar, pero eso no es actuar, es imitar. ¿Qué habrán pensado los perdedores?
Y si creían que lo millenial había concluido, pues no, porque aun faltaba el fraude más grande de la noche: el premio a Mejor Película para Green Book. Esta cinta es un cliché, es cursi, estereotipada y sobreactuada. Ésta cosa derrotó a The Favourite y Roma, las grandes favoritas, pero decidieron premiar una película "correcta" y con mensaje.
Aquí es donde nos damos cuenta que, a fin de cuentas, los Óscares es un programa estadounidense dirigido principalmente para los estadounidenses, y sobre todo es un programa de televisión; así que por eso vemos ganadores tan merecidos y a la vez tan raros y otra veces injustos. Otras veces las grandes cintas son premiadas del todo y otras veces no; en esta ocasión me parece que Roma se lleva lo suficiente y sale con un gran reconocimiento, mientras que The Favourite, una gran película, fue vilmente despreciada al no adjudicarse el premio de Mejor Película.
Así pasa cuando sucede, sobre todo en unos premios donde muchas cosas importan, no sólo el arte audiovisual.
¿Fueron unos buenos premios? ¿Se salvó el negocio? ¿Se recuperó de los tropiezos? ¿Cumplió como programa y premiación? Tratando de buscar una opinión general, me parece que se quedaron a medias; no sé qué estaban buscando, pues entre la búsqueda se quedaron en el limbo intentando aterrizar en alguna parte segura. Podríamos decir que no hubo nada sobresaliente más que la sorpresa de Green Book y el absurdo de meter películas sin chiste y 100% comerciales como Black Panther nomás para llamar la atención. Fueron unos premios Óscar que llamó la atención por lo que se decía que iba a suceder, pero los premios en sí fueron planos y hasta somníferos --en lo personal el premios Óscar siempre me parecen entretenidos, incluyendo este--, y con miedo a no ir más allá.
Foto | Getty Images
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