El Super Bowl LVII no nos quedó a deber. En un juego de poder a poder, los Jefes de Kansas City se colgaron su tercer título en su historia al vencer 35-38 a las Águilas de Filadelfia.
Un partido de alarido. Así podríamos definir la edición 56 del Super Tazón de la NFL, que enfrentó a los dos mejores equipos de la temporada y que nos regalaron un duelo por demás emocionante.
De la mano de Patrick Mahomes, los Kansas City Chiefs se alzaron con el título del Super Bowl pero sudando la gota gorda ante un equipo igualmente competitivo. Aunque fue un encuentro parejo, donde el marcador casi siempre se mantuvo empatado, ambas escuadras tuvieron su momento de gloria.
Los primeros dos cuartos fueron dominados por las Águilas, donde lograron anotar primero; aunque no capitalizaron del todo ese dominio, pues los Jefes resistieron y encontraban o el empate o la ventaja.
Los últimos dos cuartos estuvieron comandados por los Chiefs, que se acercaban en el marcador e imponían su juego. Patrick Mahomes, un poco tocado, fue la gran figura del partido al hacerse presente en los momentos indicados. No sólo fue clave en el accionar ofensivo, sino que anímicamente se puso el equipo al hombro y los guió a la victoria.
Aunque no fue fácil. Como decíamos, los Philadelphia Eagles nunca se dieron por vencido y regresaron en múltiples ocasiones. Casi al final del partido lograron acercarse en el marcador (33-35) y con una conversión estaban ya de vuelta en el juego.
El partido no tenía un claro favorito. El nivel de ambos equipos era tal, que cualquiera podría ganar el juego. Si alguno iba a perder iba a ser por errores puntuales. Era, además, un encuentro de ida y vuelta; un duelo parejo donde la intensidad iba en aumento.
El ganador se definiría en una sola jugada. Los ganones, y luego de una serie de errores y aciertos por parte de ambos equipos, serían los Chiefs, que se apropiaron del ovoide y comenzaron a matar el tiempo a su gusto y antojo.
En efecto, el manejo del tiempo fue la clave del triunfo para los Jefes que, de manera perversa, se dedicaron a consumir el reloj mientras las Águilas se ahogaban en la desesperación. En un gol de campo, y con los nervios de punta, Harrison Butker marcaría el gol de la victoria —aunque dejando todavía unas migajas de segundos.
Con ocho segundos en el reloj las Águilas buscaron un milagro pero no lo encontraron. Con un pase a tierra de nadie, el tiempo se había acabado y los Jefes de Kansas City eran campeones del Super Bowl LVII. Sí, ¡campeones del mundo! (?)
Kansas City obtuvo su tercer Vince Lombardi de su historia, mientras que Philadelphia se quedó con dos. Patrick Mahomes se llevó el MVP del partido y todos fueron felices para siempre —o al menos hasta la siguiente temporada.
El show del medio tiempo estuvo amenizando por Rihanna. En mi opinión, y desde mi perspectiva también, Rihanna tuvo una presentación que cumplió pero nada más. No fue una presentación desastrosa pero tampoco tuvo el brillo de otros shows. Por supuesto, hay que tomar en cuenta su embarazo, que no le permitía moverse como hubiera querido. Al final el Half-time Show terminó convirtiéndose en una especie de discurso feminista; lo cual es bastante plausible.
Esto, y otras cosas que no nos interesa comentar, fue lo que ocurrió en una edición más del evento deportivo más visto en Estados Unidos y en muchas otras partes del mundo. Un gran partido con un emocionante desenlace.
Reviewed by José L. Bravo
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7:31 p.m.
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