Un inimaginable giro de 360 grados; todo se dio vuelta: Tigres fue lo que Pumas en el juego de ida. Sólo en el futbol mexicano pueden suceder tales eventos futbolísticos. Y por increíble que parezca, cuando en la Final de ida decíamos que sería Campeón el que se lo merecía (Tigres), terminó siendo Campeón el que menos se lo merecía (sí, Tigres).
No estoy muy seguro de lo que voy a decir, pero creo que ni Jesucristo sufrió tanto como Tigres en la Final, y ni que decir de sus aficionados --por supuesto, esto lo digo con todo respeto para los creyentes --. 120 minutos, más los penales, fue lo que Tigres tuvo que sufrir para ser Campeón por cuarta vez en su historia, y pudo haber conseguido dicho título sin tantos contratiempos si no hubiera salido a imitar lo que Pumas hizo en la Final de ida.
Increíble. Pumas estuvo a nada de hacer la proeza más grande de su historia y posiblemente de toda la historia del futbol mexicano; se quedó a centrímetros, a segundos de ganar la Final en tiempo regular y en tiempos extras, algo realmente digno y que sus aficionados deben valorar.
Tenía a Tigres a sus pies, prácticamente tuvo el título en sus manos, y todo parecía indicar que le iba a dar la vuelta al partido. Sólo en el futbol mexicano podemos ver estas alucinantes muestras de inconsistencia, porque, independientemente de lo romántico que haya resultado la Final, esto no deja de ser el reflejo de lo volatil que pueden llegar a ser los equipos mexicanos; un equipo con un nivel bien establecido, bien trabajado, no hace éstos papelones, y hablo de ambos equipos, quienes intercambiaron papeles en ambas finales.
Final de vuelta: o ¿cómo creer lo que estábamos viendo?
Digamos que lo de Pumas, hasta cierto punto, era de esperarse; era obvio que tenían que salir con otra cara al partido --después del monumental ridículo del juego de ida, algún cambio tenían que hacer... ¡y lo hicieron!--. Pero lo que nadie se esperaba, ni el mismo Pumas, era a un Tigres casi descompuesto y que fue incapaz de desplegar el futbol que le vimos en toda la Liguilla, y esto hizo que Pumas se creciera y así casi lograr la hazaña más grande en la historia del balompié mexicano.
Pero, ¿por qué Pumas no le dio la vuelta al partido (en tiempo regular o en tiempos extras)? Por la expulsión de Eduardo Herrera al minuto 90. En ese momento, cuando el juego se iba a la prórroga, Pumas tenía dominado al rival; ya Tigres se había metido en un abismo de confusión y desorden total, mientras que Pumas cada vez era más insistente y bombardeada el área de Tigres con mucha efectividad. Sólo una expulsión podría darle tranquilidad a Tigres, y así fue; Pumas se queda con un hombre menos y su poder ofensivo (futbolística y anímicamente) decae, entonces Tigres tomaba ventaja numérica y se ordenaba un poco (aunque no lo hizo del todo), pero aún así Pumas fue capaz de llevar el juego hasta los penales, lo que apoya aún más la teoría de que Pumas con 11 en la cancha hubiera conseguido el Campeonato en tiempos extras.
Tiempo regular
Todo parecía indicar que Pumas iba a dar lo mejor de sí pero que no iba a lograr el Campeonato. En la Final de ida, Pumas dejó en claro que había perdido su futbol y su nivel competitivo, y aunado al fantástico funcionamiento de Tigres (que dio muestra de buen futbol y un gran dominio de su estilo), y por todo lo que había mostrado en la Liguilla, era un hecho de que lo único que a Pumas le quedaba era perder con dignidad... Qué ingenuidad la nuestra; nos habíamos olvidado de que se trataba de una Final del futbol mexicano.
Pumas tomó la iniciativa; su idea era atacar y defender bien como lo había hecho durante el torneo regular, y lo estaba logrando, y no sólo eso, sino que además estábamos viendo al mismo Pumas del torneo regular, pero elevado a la décima potencia. Los auriazules generaban más jugadas de peligro ante un Tigres que, a todas luces, salió a la cancha escudándose detrás del marcador global.
Todos esperábamos al Tigres de la Liguilla, ese Tigres que de visitante no sabía especular, sino atacar con orden y eficacia, pero lo que terminamos viendo fue a un Tigres completamente tirado atrás, y lo peor del caso es que se defendió sin las facultades defensivas que habían venido mostrando. No comenzó tan mal el encuentro, pero de a poco el equipo norteño se fue diluyendo y empezó a cometer errores defensivos, y dejó de ser peligroso.
Y fue al minuto 44' cuando el terror invadió a los Tigres. De tantas aproximaciones que Pumas había tenido, sería Eduardo Herrera quien metería a Pumas a la Final y lo regresaría del más allá. Para Tigres, a pesar de que no había producido nada al frente, todo iba viento en popa: el tiempo transcurría y Pumas no anotaba, pero ese gol de Herrera crearía en Tigres un pánico tremendo que lo acabaría asfixiando a tal punto que a nada estuvieron de hacer el ridículo más grande de las finales, inclusive peor que el ridículo del Cruz Azul en el 2013 ante el América.
Tigres, de repente, llegaba al área rival, pero no terminaba las jugadas. Ahora sí lucía sin profundidad y sin opciones para sentenciar la Final, en parte porque Pumas se estaba defendiendo bien (ya no dejaba esos enormes espacios), pero sobre todo porque Tigres dejó de hacer todo lo que había hecho en el partido de ida.
Es decir, Pumas lo estaba haciendo muy bien, demasiado bien, pero en complicidad con Tigres, que iba a acabar molido por la presión de un Pumas que estaba jugando como nunca antes había jugado.
Para la segunda mitad, el escenario de Tigres sería de horror puro. No sólo cae el segundo de Pumas, sino que Tigres se pierde completamente, y por si fuera poco, Ferretti hace cambios sin sentido: saca a Sobis, mete a Torres, mete a Briseño, pero no mete a Damián Álvarez o Guerrón, jugadores con mejores condiciones, sobre todo Álvarez, quien en anteriores partidos había demostrado ser un jugador de cambio espectacular. En otras palabras, Tigres estaba haciendo todo lo posible para que Pumas empatara y ganara la Final.
Y Pumas seguía crecido. No cedía y conseguiría el tercer tanto del partido; de manera cardiaca, Pumas estaba más vivo que nunca, y ahora cualquiera podía ser Campeón --aunque Pumas se le veía más la casta de Campeón--. A menos que Tigres dijera otra cosa, el partido se iría a tiempos extras, pero antes, Pumas intentaría pasar a la historia. Al minuto 90', una pelota queda en el área chica, Briseño llega para reventarla, y Eduardo Herrera se avienta hacia el balón (tratando de empujarla hacia las redes) y en su intento se lleva a Briseño. Es expulsado y Pumas ya no sería el mismo. La doble amarilla, en mi opinión, está bien aplicada, aunque si el árbitro no marca nada, tampoco habría habido problema. El árbitro fue rigurista, pero me parece que no comete un sendo error arbitral.
Tiempos extras
A estas alturas, Tigres estaba hecho un desastre. Ya no sabían qué hacer en el terreno de juego, cómo contrarrestrar los embates pumas y cómo frenar ese vendaval que los estaba arrastrando al fracaso del año.
Para su fortuna, la expulsión de Herrera sí condicionaría mucho el partido, y le daría a Tigres el oxígeno necesario para sobrevivir en los tiempos extras, donde también fue una montaña rusa.
Pumas ya no era el mismo. A pesar de la ambición, el coraje y la garra con la que estaban enfrentando la Final, la expulsión había mermado en la parte ofensiva, y a pesar de los cambios que Vázquez había realizado, el empuje de Pumas había disminuido. Es aquí cuando Tigres recupera el aliento y regresa un poco a la posesión de la pelota; se acerca más al área y en el ambiente se puede oler un gol con olor a tigre.
Y es precisamente Tigres que, al 105', saldría del hoyo para reclamar el campeonato que habían conseguido en Monterrey. Quién más sino André Gignac para marcar el 3-1 del encuentro, dándole virtualmente el Título a unos Tigres bipolares.
Pero cuando Tigres ya se veía Campeón... Una expulsión detiene a Tigres que se estaba metiendo más en el partido; Hugo Ayala es expulsado, pero el árbitro lo hace como para compensar la roja de Herrera. Entonces Pumas, ante la adversidad, anotaría el surrealista 4-1, enviando el partido a penales. Una locura. Tigres se estaba convirtiendo en un chiste. En el último minuto Tigres recibía otro gol y el Campeonato se les volvía a ir muy pero muy lejos.
Penales: ¿el destino de Pumas era perder?
Y ahora sí literalmente cualquiera podía ser Campeón. Aunque Pumas fue quien comenzó a escribir la historia.
Fidel Martínez, quien había entrado de cambio para darle más dinamismo al taque puma, era quien cobraba primero, y fallaba. Una falla que, de cierta manera, haría más fuerte a Tigres quienes habían resistido estoicos ante unos Pumas aguerridos y que habían dejado el corazón en la cancha.
Ninguno de Tigres fallaría. Pero Pumas sí fallaría otro penal; Cortés es el último en cobrar para Pumas y su disparo es detenido por Nahuel Guzmán. Y el último penal para Tigres sería cobrado por Israel Jiménez. Jiménez no falla, y anota el gol del Campeonato. Tigres, sufriendo como nunca antes, conseguía su cuarto título de liga. Dio su peor partido de toda la temporada, pero aún así le alcanzó; las circunstancias del partido fueron clave para que Tigres llegara hasta los penales, donde la fortuna estuvo de su lado.
Es un hecho que Tigres sufrió de más, sufrió de manera innecesaria; no tenía por qué haber llegado hasta los penales. Tigres tuvo que haber sido Campeón en tiempo regular, y posiblemente ganando el partido, aun contra el mismo Pumas heróico que lo puso contra la lona en múltiples ocasiones. Este Tigres cometió el grave error de creer que con el marcador global era suficiente, cometieron el error de subestimar al rival, de creer que haciendo nada en la cancha era más que suficiente. Tigres cometió el error de no jugar como lo hizo en el partido de ida y durante toda la Liguilla, y eso casi le cuesta el Campeonato.
Si Pumas sale Campeón, hubiera sido meritorio pero a la vez inmerecido. Merecido por el partidazo que dio en la Final de vuelta, pero inmerecido por la Liguilla que hizo y por el partidito que se mandó en la Final de ida. Por otro lado, Tigres también tiene su mérito por aguantar, y nada más. Cualquier otro equipo es goleado en 90 minutos, pero Tigres supo resistir, con todo y las circunstancias del partido y las carencias del rival, Tigres pudo terminar de pie gracias al vasto plantel que posee, comenzando con Gignac, que está en otro nivel.
A veces resulta increíble ver lo que sucede en el futbol mexicano. ¿Cómo es posible que un equipo como Tigres pueda dar un partidazo y luego dar el peor partido del torneo? E igual los Pumas, ¿por qué jugó como lo hizo en la Final de ida y luego jugó como los grandes en la Final de vuelta? Esto se llama inconsistencia, se llama también jugar a no perder. Tigres salió a la Final de ida a ganar, pero en el de vuelta salió a no perder, y casi le cuesta un Campeonato.
Pumas, en la Final de ida, salió a no perder, y miren cómo le fue. Cambió radicalmente en la Final de vuelta, y aunado al pésimo funcionamiento de Tigres, casi termina ganando, ¿por qué? Porque salió a ganar, como debería de ser siempre.
Lo que sí es cierto es que la Final fue una de las más emocionantes de los últimos años, y me parece que supera a la Final del América vs. Cruz Azul del Clausura 2013. Pero fue emocionante por esta irregularidad del futbol mexicano, que para algunos es atractiva, para mí no, ya que si Tigres y Pumas juegan como en la Final de ida (Pumas quizás no tanto, porque si Tigres juega como lo hizo en Mty., Pumas igual hubiera cambiado su postura), nada de lo que vimos el domingo hubiera ocurrido.
Una máxima del futbol mexicano estuvo a punto de cumplirse en esta Final del Apertura 2015: cualquiera puede ser Campeón. Y quizás así fue, porque el partido terminó tan parejo, que cualquiera podía ser Campeón, y fue Tigres quien se quedó con un Campeonato que, después de todo, no lo había ganado ni en un 2%.
En una Final, sólo puede haber un Campeón, pero en este Apertura 2015 del futbol mexicano, ¿hubo dos Campeones?...
Fotos | Mexsport, Ximinia
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