El estreno de esta edición 2018 me ha parecido espeluznante. Si los encargados de la realización de este reality tuvieran algo de talento y creatividad, La Academia 2018 tendría que ser una especie de parodia echa por La Resolana.
Horrendo ha sido el estreno de La Academia. Horrendo y deprimente. Algo tan nefasto sólo podría haber sido producido por TV Azteca, quien se niega a aceptar que el concepto de La Academia está prácticamente muerto. Se trata de un programa al que lo han exprimido hasta el cansancio, que le han extraído todo lo que le podían extraer, que ahora ya no tiene casi nada qué ofrecer, y más si la nueva temporada está echa con las patas, montado con tres pesos y, sobre todo, sin ningún tipo de innovación o reinvención. Lo que estamos viendo, pues, es la decadencia de La Academia, que en realidad se viene dando desde hace ya varias ediciones atrás.
Cuando TV Azteca tiene un éxito en sus manos, simplemente no sabe qué hacer con él. Así que lo primero que se les ocurre es estirarlo lo más que se pueda para que siga generando audiencia y popularidad. Y cuando el estiramiento llega a su límite, en lugar de buscar nuevas cosas, superar el éxito mediático o reinventarlo, les vale madres y continúan estirando el producto hasta que éste se rompe, pero eso a ellos sigue sin importarles y, ya roto el producto, aun quieren seguir estirando el podrido concepto televisivo, aunque ya no haya qué estirar, y así, ya todo trasquilado, se lo venden al televidente --que tampoco tiene la gran sapiencia para darse cuenta que lo que está viendo es un producto muerto--.
Eso es lo que están haciendo con La Academia. Lo han utilizado tanto que se ha convertido en una marca rancia, aburrida y sin vida, que se quedó estancada y que no da para más (por más que lo estiren). Por esta razón La Academia luce como un concepto inerte, porque en eso se convierte un producto televisivo cuando nada más te dedicas a manosearlo sin siquiera mejorarlo o actualizarlo.
El estreno de esta edición 2018 me ha parecido espeluznante. Si los encargados de la realización de este reality tuvieran algo de talento y creatividad, La Academia 2018 tendría que ser una especie de parodia echa por La Resolana (otra porquería de programa, por cierto). Pero no, lo que vemos es supuestamente el programa con mejor realización con mayor nivel de producción de la televisora. ¿Así o más decadente? Por si no me expliqué bien, lo que quise decir es que esta edición de La Academia parece una parodia de sí misma.
El programa no va ninguna parte. Esta es la versión más apagada, gris e insípida que he visto; y si no va ninguna parte es porque no sólo carece de la chispa, la energía y hasta la frescura que había caracterizado a dicho programa, sino porque además la emisión carece de un conductor, de un host que sepa llevar de manera amena el concurso y, sobre todo, también carece de voces, de talento vocal, que en serio no lo hay; los mejorcitos parecen cantantes de restaurante. Y aunado a ésto, los participantes son una bola de pasmados, y algunos hasta parecen retardados mentales. Y no he visto a alguien con ángel, con carisma o con la presencia que te haga decir "este tiene algo interesante".
Por lo menos en anteriores generaciones había personajes que llamaban la atención y le daban brillo al programa, pero los concursantes de esta última generación son una verdadera flojera; todo tienen cara de retraídos, de espantados, de atolondrados y angustiados y pareciera que los están obligando a participar en el programa o que llegaron allí con engaños. Algunos son inexpresivos, cuando tenían que lucir explosivos, extrovertidos y pararse en el escenario con efusividad y entusiasmo, para así demostrar que están disfrutando su estadía en La Academia. Es más, y para que se entienda de lo que estamos hablando, los senadores de la Cámara de Diputados son más expresivos y enjundiosos que los académicos; ¿así o más risible?
La conducción de Adal Ramones me parece terriblemente desabrida y descolorida. No encuentro otra palabra para definirla --aunque a veces su conducción se torna patética, desabrido y descolorido son términos adecuados--. Adal no es mal conductor pero sólo cuando se dedica a conducir programa como Otro Rollo (el único programa donde de verdad ha destacado), donde su estilo humorístico se complementa con el concepto del programa en cuestión, pero en reality shows como Bailando por un sueño, Parodiando y ahora La Academia, lo único que hace es el ridículo con su absurda manera de conducir, y es que Adal no tiene la capacidad para manejar un programa de este tipo. Y por eso lo vemos en un estado desabrido porque se pierda en la conducción; Adal luce forzado, falso y sin convencimiento de lo que hace, es decir, no tiene la naturaliza ni el carácter y ni mucho menos el estilo que un programa como éstos requiere.
El desempeño de Adal es tan mal, que parece que está imitando o parodiando a un conductor de reality shows; trata tanto de sobresalir, de conmover, de impresionar y de lucirse, que su conducción termina siendo sobreactuada. Conducir programas como La Academia simplemente no es lo suyo.
El caso es que Adal, al igual que los concursantes, está completamente perdido. Aunque no tanto como los jueces, que podría ser lo más rescatable del programa, para que vean la porquería que es La Academia; tan malo es, que lo más notable son sus jueces.
Arturo López Gavito sigue siendo piedra angular del programa, y si La Academia sobrevive es, en parte, gracias al personaje de Gavito, quien ahora está acompañado de Edwin Luna (quien es líder de una cochinada llamada La Trakalosa), Edith Márquez y el controvertido Horacio Villalobos. Del tal Edwin Luna no esperaba nada, pero me ha sorprendido con comentarios y análisis atinados --me pregunto por qué en La Academia muestra ese capacidad, y en sus trabajos musicales es una porquería--. Edith Márquez me decepcionó porque no aporta mucho y suele ser la menos crítica de todos. Gavito siempre tiene algo interesante que decir, y cuando lo hace siempre le inyecta ese toque ácido que lo caracteriza, al igual que Horacio Villalobos, aunque éste sí no se anda con medias tintas; ya que si tu actuación fue una porquería, te lo dice en la cara de manera manera muy sutil (aunque otras veces te lo dice de la manera más directa posible). De hecho, lo mejor que le pudo haber pasado a La Academia ha sido la incorporación de Horacio, que cada vez que critica es todo un espectáculo.
Lo de Horacio es todo un tema digno de tratarse en un artículo aparte, pero trataré de ser breve para comentar algo que llama mucho la atención.
Horacio Villalobos, a mi parecer, es uno de los mejores conductores de la televisión mexicana; es inteligente, culto y talentoso; posee un amplio conocimiento de múltimples disciplinas artísticas y tiene un gran y particular sentido del humor (que raya más allá del humor negro), así como un gran sentido de la crítica. Es todo un talento. Y, a mi entender, Horacio representa todo lo que un conductor de televisión debería ser.
¿Por qué Horacio es tan polémico, al grado de despertar odio en las personas? Porque se atreve a hablar con la verdad de manera directa, sin rodeos, pero sobre todo porque critica todo aquello que no se suele criticar o que generalmente se critica pero con ciertos sesgos, y además lo hace con un estilo mordaz y elocuente. Donde se pare, siempre causa revuelo, y nomás hay que verlo en La Academia, donde el público se queda en silencio (un silencio de desaprobación, por supuesto) cuando se pone a destazar inteligentemente a los participantes (que, claro está, están por debajo del nivel intelectual de Horacitu) y a cualquier cosa que se le ponga enfrente. Y si se dan cuenta, nadie concuerda con los comentarios de Horacio, ya que, por si usted no lo sabía, el mexicano no está acostumbrado a la crítica --y menos al estilo Horacio--, y mucho menos a la autocrítica, y peor cuando se critica aquello que al mexicano el agrada o apoya. Y Horacio Villalobos reencarna ese espíritu crítico tan despreciado por el guadalupano pueblo mexicano.
Pero a pesar de la imponente figura de Gavito y la atinada integración de Horacio, La Academia sigue luciendo como una embarcación que ha naufragado. La Academia es, básicamente, pobre, barato y ruin; con una calidad de producción tristísima, casi al nivel de Imagen Televisión. Escaso de talento en casi todos los aspectos, da más pena que fascinación.
El programa trata de subsistir en base a cosas irrelevantes y asquerosamente intrascendentes como la vida personal de los llamados alumnos, apelando así a las emociones y al morbo, un recurso muy mediocre pero muy utilizado en la televisión mexicana, que empobrece aun más las producciones ya de por sí huecas, corrientes y tan mal realizadas, como es, en este caso, La Academia. Por supuesto, el programa está seco en cuanto a glamur, es bastante corriente y, queda más que claro, no existe en este programa la más mínima sofisticación.
A todo esto hay que sumarle el revoltijo de la transmisión, pues el transcurso de la misma es un auténtico circo de tres pistas. No hay orden en la ejecución y ni mucho menos una coherencia en la secuencia de segmentos; simplemente se dedican a poner sección tras sección con la única intención de mantener amarrado al espectador, no importa si lo que está viendo tiene sentido o no. Es como si el televidente fuera un adictazo al azúcar: dale dulces, refrescos, chocolates, pasteles, lo que sea, en el orden que sea; con tal de que no se mueva de su asiento.
¿Acaso TV Azteca cree que sus televidentes son estúpidos? Al parecer, sí, lo cree. Y no lo decimos por la manera tan esquizoide en que es transmitido el programa, sino por la propuesta en sí.
Estamos ante una porquería de programa. La Academia es, en pocas palabras, una auténtica telebasura. Un reality show que no ha sabido renovarse ni reinventarse; que no aporta nada novedoso, que no presenta nada que no hayamos visto antes. Simplemente no vale la pena ver algo de tan pésima calidad y que, evidentemente, se encuentra hundido en la decadencia.
A estas alturas, Televisión Azteca ya debería haberse olvidado del proyecto de La Academia y tratar de buscar el éxito de otra manera. La Academia ya dio lo que tenía que dar, y ahora se tendría que apostar por algo nuevo y diferente, por una propuesta fresca, actual y novedosa, algo así como Talento FOX (que vendría siendo como la evolución de La Academia), que me parece una idea interesante (aunque habrá que verla), y así dejar atrás de una vez por todas la frigidez de La Academia.
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