AMLO tuvo un encuentro cercano del tercer tipo con una entidad alienígena, revela Jaime Maussan

Jaime Maussan, periodista e investigador del fenómeno ovni, en su programa de televisión Tercer Milenio | Ximinia
El periodista y ufólogo Jaime Maussan y el presidente de México Andrés Manuel López Obrador | Ximinia
Jaime Maussan reveló el mayor secreto de Andrés Manuel López Obrador, y la polémica estalló. (Canal 6 / Tercer Milenio | Cepropie)

Ninguna otra noticia relacionada con el presidente López Obrador había causado tanto impacto como la surgida esta semana. Y no es para menos, pues la nota (que ha acaparado los titulares de México y el mundo) ha estremecido al gobierno y a la sociedad mexicana.

La noticia tomó desprevenido a medio mundo y hoy nadie deja de hablar de ello. Entre que si la historia es verídica o que se trata de la fake news más grande de la década, la revelación ha logrado posicionarse como una de las más comentadas del mundo.

La polémica se desató el domingo pasado. Dentro de su programa de televisión Tercer Milenio el periodista y ufólogo Jaime Maussan puso al país de cabeza al revelar que el presidente Andrés Manuel López Obrador había sido protagonista de un encuentro extraterrestre hace algunos años. Su experiencia, afirma Maussan, lo marcó de por vida y que es algo que "siempre lo ha perseguido".

El encuentro, continúa Jaime Maussan, se trató de uno de los eventos más importantes y relevantes de los últimos tiempos, y es ya una de las pruebas más contundentes del fenómeno ovni y la presencia de vida extraterrestre en nuestro planeta. Se trata, pues, concluye Maussan, de un evento único que marcará un antes y un después en la ciencia y la ufología y que tendrá un enorme impacto mediático en nuestra civilización.

Pero, ¿son ciertas las revelaciones hechas por Jaime Maussan? ¿En verdad AMLO tuvo un encuentro con un ser del espacio? ¿Qué fue lo que sucedió realmente con López Obrador? ¿Y cómo es que esa experiencia sucedió y por qué hasta ahora nos estamos enterando? Según el reconocido investigador, AMLO tuvo contacto cara a cara con un ser alienígena; es decir, estuvo en presencia de un ser del espacio exterior, una entidad desconocida para la ciencia y que, claramente, no era de este mundo. Maussan explica que fue el propio López Obrador quien le contó su experiencia y que si hasta ahora decidió sacar a la luz este hecho fue porque era el momento indicado y porque ya no podía seguir guardando un secreto tan trascendente para la humanidad.

De esta manera, Jaime Maussan dejó atónito al país entero con tal revelación. La noticia rápidamente se propagó por todo el orbe y era ya tema de conversación en redes sociales y otros medios masivos. Maussan, en su programa televisivo, procedió a revelar el evento sin igual de la siguiente manera:

"El 27 de agosto del 2004, en las afueras de Villahermosa, Tabasco, el ahora presidente de México Andrés Manuel López Obrador —en aquel entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México— tuvo un encuentro cercano del tercer tipo. López Obrador estuvo frente a frente ante una entidad desconocida. Esta entidad era un ser alienígena. El suceso lo marcó de por vida y es algo que hasta el día de hoy no ha podido superar".

"Por casi 20 años López Obrador prefirió mantener en secreto ésta experiencia. Por temor a represalias y por temor a ser tachado de loco, nunca se atrevió a contar su historia con nadie; ni con sus familares o amigos más cercanos. Sólo a una persona se lo ha revelado, y tengo el honor de decir que esa persona soy yo, su servidor, Jaime Maussan. Y hoy, con autorización del propio Andrés Manuel López Obrador, les contaré su impactante historia. La historia que usted y el mundo entero estaba esperando".

Tras ésta breve introducción, y con las redes sociales cayéndose a pedazos, Maussan procedió a contar la tan anunciada historia:

"Lo que usted está a punto de ver y escuchar es el relato completo de aquel extraordinario encuentro. Un encuentro nunca antes registrado en la historia de la humanidad y que cambiará por completo nuestra percepción del universo. Esta es, pues, la historia de López Obrador y su experiencia fuera de este mundo".

"Andrés Manuel López Obrador se encontraba de vacaciones en su ya mencionada tierra natal. De visita con algunos amigos y familiares, Obrador decidió visitar también algunas zonas alejadas de la capital tabasqueña para tomar un poco de aire fresco y aprovechar para deleitarse con los paisajes únicos de aquella entidad".

"Eran aproximadamente las 3:30 de la tarde cuando Andrés Manuel y sus acompañantes se disponían a recorrer una pequeña colina en las faldas de un imponente cerro. AMLO y sus acompañantes pretendían terminar el día disfrutando de la puesta de sol y pasar la noche acampando; así que buscaron el mejor lugar para apreciar de la mejor manera el atardecer, ponerse cómodos y descansar un rato".

"Las personas que acompañaban a López Obrador eran su hermano Pío López Obrador, su hijo Andrés Manuel, un amigo de Pío muy cercano a la familia López Obrador (que no ha querido revelar su nombre), un primo lejano (que AMLO prefiere mantener en el anonimato) y un miembro de su gabinete con quien tenía una muy buena relación de amistad y que tampoco ha querido revelar su identidad".

"Este pequeño grupo de personas se adentró en aquellos parajes en busca de un momento de paz y alegría".

"Tras una breve caminata, donde rodearon algunos riscos y cruzaron algunos arroyos, llegaron a su destino: una agradable colina reverdeciente desde donde se podía apreciar a lo lejos el océano; el lugar perfecto para disfrutar una puesta de sol".

"Al llegar al lugar lo primero que hicieron fue limpiar un poco el sitio y tender una pequeña carpa a modo de campamento —en realidad no importaba mucho las condiciones de dicho campamento, pues la idea era pasar la noche resguardados bajo la luz de la luna y cobijados por la naturaleza—. Desempacaron entonces las mochilas, movieron algunas rocas, desenredaron y removieron algunas cuantas ramas y se aseguraron de que no hubieran arañas ponzoñas y uno que otro animal peligroso. Cuando el lugar estaba ya listo para ser habitado, cada uno empezó a buscar el mejor rincón para utilizarlo como aposento y disfrutar del momento".

"En esto estaban cuando, de repente, una serpiente coralillo hizo acto de presencia asustando a más de uno. Su intenso y amenazante color rojo, adornada con sus collares blancos y negros, hicieron que, por inercia, todos se levantaran y formaran un pequeño grupo. Rápidamente trataron de sacar a esa intrusa aventándole algunas piedras pero no tuvieron mucho éxito, pues la mayoría no le atinaba a pegarle. Andrés Manuel tomó la roca más grande que pudo y se la aventó pero lo único que consiguió fue que el reptil se encendiera aún más y comenzara a retorcerse a sus anchas. Otro más le tiró un poco de agua pero el animal tampoco quiso abandonar el lugar; de hecho, empezó a lanzar unos piquetazos que erizaban los pelos de los caballeros. Tras esta singular lucha la serpiente comenzó a dar vueltas alrededor del lugar y terminó escondiéndose en una de las mochilas de los exploradores. Se había escondido y se había enroscado. Temerosos, trataron de espantarla sacudiendo la mochila con una rama, pero se escondía todavía más. Andrés Manuel hijo se armó de valor y le dio una patada al bolso tratando de que la serpiente saliera huyendo despavorida, pero lo único que salió disparado fue una botella de agua. Después de varios intentos magullando la mochila por fin lograron que la culebra se escabullera y dejara el lugar —en realidad ellos no hicieron nada, pues mientras buscaban más piedras y palos para espantar a la víbora, ella sola terminó por irse—. Entonces todos exhalaron de alivio y ahora sí procedieron a ponerse cómodos".

"El atardecer estaba por ocurrir y todos estaban más que preparados para el espectáculo. Tan cómodos y relajados estaban que algunos hasta se despojaron de sus botas, se aflojaron los cinturones y alguno más hasta empezó a quitarse las alhajas. López Obrador también hizo lo mismo. Aunque lo único que se quitó fue la chaqueta de los Astros de Houston y un reloj, el cual guardó en una mochila donde llevaba, entre otros menesteres, una lámpara de mano, algunos Clinex, algunas pastillas para el espasmo, un teléfono celular Sony Ericson y una cámara fotográfica de rollo —aunque no era muy fan de la fotografía, de vez en cuando le gustaba hacer alguno que otro retrato".

"Luego de algunas charlas amenas y alguno que otro 'coyotito', uno de los integrantes del grupo preguntó que si alguien gustaba algo de café —llevaban algunas meriendas para el camino, entre ellos un poco de café de olla—, y todos asintieron gustosos. El encargado de preparar el café advierte que hay que encender una fogata y que, por lo tanto, hay que buscar un poco de leña. Inmediatamente AMLO se pone de pie, se sacude algunos abrojos del pantalón y se ofrece para ir a buscar un poco de leña o arbusto seco. Su hermano Pío —que estaba abriendo un empaque de queso fresco— le dice que, si quiere, con gusto lo acompaña, pero AMLO se niega y dice que prefiere ir solo y así estirar un poco las piernas y las ideas. Entonces emprende el camino hacia una pequeña vereda donde habría un poco de madera seca para la fogata".

"Antes de que partiera, otro acompañante le recomienda a AMLO que mejor lleve su teléfono por si llegara a extraviarse. Todos sueltan una carcajada pues el comentario era más una broma que un consejo real. AMLO conocía esos lugares mejor que todos los que lo acompañaban, por lo tanto no necesitaba llevar nada, más que su olfato —además, en aquel lugar prácticamente no había señal".

"Fue así que Andrés Manuel tomó camino y empezó a bajar un poco aquella colina para luego adentrarse hacia aquella vereda. Esa fue la última vez que lo vieron. Ya nunca regresó".

Lo anterior —cuenta Maussan en un pequeño paréntesis— es parte de los testimonios de los presentes en aquella colina antes de que AMLO se fuese a buscar leña —hay que recordar que Maussan realizó una exhaustiva investigación sobre lo ocurrido luego de enterarse de la historia, por lo que entrevistó arduamente a las personas que acompañaban a AMLO—. Lo que sucedió después ya no lo presenciaron sus acompañantes, sino que es la historia que AMLO le contó a Maussan. El relato de López Obrador, en palabras del propio Jaime Maussan, es conmovedor e increíblemente extraordinario. Fue el propio AMLO quien, en una reunión amistosa en un café al sur de la Ciudad de México, a mediados del 2016, le contó a Maussan todos los detalles de éste suceso por demás histórico.

Cuenta Maussan que estaban en medio de una plática amena —Maussan también aclara que él y AMLO se conocen desde hace ya más de treinta años— cuando, quien sabe cómo, salió el tema de los encuentros cercanos del tercer tipo —que es cuando una persona y un ser alienígena se encuentran frente a frente; cuando hay contacto visual, verbal o incluso físico—. AMLO estaba muy interesado, casi obsesionado, en dicho tema y asegura Maussan que Obrador empezó a hacer muchas preguntas al respecto y, al final, con cierta timidez y algo de ansiedad, decidió hacerle una confesión.

Tal confesión no era otra más que su experiencia con una entidad alienígena. Al principio Maussan no supo cómo reaccionar a tal confesión, así que mejor decidió escuchar la historia completa para luego después emitir una opinión. Cuando López Obrador empezó a platicarle esta historia, dice Maussan que pensó que le estaba jugando una broma, que se estaba mofando de él —como generalmente hacía AMLO cada vez que Maussan tocaba el tema del fenómeno ovni—, así que le restó cierta importancia al relato que estaba escuchando y siguió degustando de su café turco. Pero mientras la historia iba tomando forma también iba tomando sentido, asegura Maussan.

Lo que AMLO le estaba contando a Maussan no era una broma o una historia que él había inventado o que haya leído en algún lado. AMLO estaba hablando con la verdad.

Fue entonces que Jaime comenzó a hacerle algunos cuestionamientos para poner a prueba la veracidad del supuesto contacto extraterrestre. Y tras una serie de preguntas, Maussan llegó a la conclusión de que estaba ante el caso de contacto extraterrestre más impactante de todos los tiempos, solamente detrás del caso de los Hill, el de Antônio Vilas-Boas y, por supuesto, el de Travis Walton.

Estupefacto, Maussan no sabe qué más decir e inmediatamente le dice a AMLO que esta historia tiene que ser revelada al mundo, pero que López Obrador se negó rotundamente. Maussan afirma que AMLO le pidió que no dijera nada a nadie de su experiencia, pues si la gente llegara a enterarse podrían tacharlo de chiflado... y él no quería eso porque desviaría la atención rumbo a su campaña electoral del 2018. Es por eso que hasta el día de hoy el reconocido ufólogo decidió revelar el caso de López Obrador; "porque es el momento indicado, porque muchas revelaciones están sucediendo en todo el mundo y porque la carrera política de Andrés Manuel se encuentra en su recta final y porque Andrés Manuel ya no quería, ya no podía seguir guardando este secreto", comenta Jaime Maussan.

Tras este preámbulo, en donde Maussan nos pone un poco en contexto, procede a revelar la segunda parte de la historia, donde AMLO tiene la ya mencionada experiencia. AMLO entonces le cuenta su experiencia a Maussan y lo hace de la siguiente manera:

"Yo siempre fui un hombre muy suelto. Desde muy pequeño, cuando me enviaban a un mandado o algo por el estilo, siempre encontraba la manera de escabullirme para irme a ruletear por ahí. Y hasta la fecha lo sigo haciendo; ya se me hizo maña. Lo mismo sucedió aquel fatídico día; en lugar de solamente ir a buscar algo de leña decidí mejor irme a darme una vuelta por el lugar, a buscar alguna aventura... y vaya que lo encontré".

"Cuando me ofrecí a buscar un poco de leño, y me fui por aquella vereda cruel, decidí tomar otro camino y buscar un poco de riesgo y adrenalina. Cuando uno nace suelto, es imposible resistirse a este tipo de tentaciones; vi el camino y lo recorrí; me eché entonces una pequeña caminata y me puse a vivir el momento. Disfruté de aquellos secos y áridos caminos mientras las aves me acompañaban con sus dulces cánticos. Así estuve cavilando hasta que me topé con un bonito lago —un lago muy plácido y esplendoroso—, una vez allí, me senté a la orilla del mismo y me puse a pensar algunas cosas sin sentido; y es que soy tan suelto, que mis pensamientos a veces también suelen tomar su propio rumbo".

"Disfruté mucho mi estancia en el lago. Era muy cristalino, apacible y acogedor; sus vibrantes arroyos, que caían desde lo más alto, así como las matas de chipilín que rodeaban ese precioso marecito embellecían aún más el cuadro. De pronto me acordé que había llevado mi cámara y pensé en retratar este momento sin igual, pero luego me percaté que la había dejado en el campamento, así que mejor seguí guardando el momento en mi memoria".

"Me recosté un rato en una roca enorme que había ahí cerca, cerré los ojos y empecé a disfrutar mejor los sonidos de la naturaleza. Estaba tan cómodo, tranquilo y relajado que casi me quedo dormido por completo. Pero las aves juguetonas me despertaban una y otra vez. Entonces me puse de pie, me estiré un poco, tomé entre las manos un poco de agua y me lavé la cara. E inmediatamente después proseguí a buscar la leña, eso sí, con mala gana; no quería irme de ese lugar de ensueño".

"Me sentí muy afortunado por haber encontrado ese lugar; me hizo reflexionar sobre algunas cosas y digamos que purificó un poco mi pensamiento. Me sentía más ligero, más fresco y listo para volver a la batalla".

"Tras un breve momento, pues, en ese reconfortante escenario natural, me percaté de que ya era muy tarde; el sol ya estaba poniéndose y fue entonces que me apresuré a recoger la leña y regresar lo más pronto posible, porque no vaya ser y mis acompañantes pudieran pensar que algo me pasó, así que con leña en mano retomé el camino y me regresé".

"Durante el trayecto de regreso, se me ocurrió que tal vez podría escribir sobre este pequeño recorrido y mi estancia en el ya famoso lago. Se me ocurrieron varios títulos para este hipotético libro —el primer título que se me ocurrió fue El lago y yo, pero era muy simplista; luego se me vino a la mente un título más llamativo: Estoria de sennor López Obrador, pero este sí era demasiado pretencioso, por eso lo descarté—, pero el que más me convenció fue uno que decía AMLO: La vida en los bosques. Aunque después de repasar el título por un rato, me di cuenta que el nombre ya existía; era un libro que había leído durante mi juventud y que me había parecido muy interesante pues me identifiqué mucho con su protagonista. No recuerdo el nombre de ese libro, pero seguro de que es similar al título que se me había ocurrido".

" Continué mi recorrido y empecé a sentir un poco de nostalgia. Era la edad y los espasmos. Dejé entonces de apreciar el entorno natural y me dirigí rápidamente hacia la vereda que había tomado al principio porque ya necesitaba mis pastillas".

"Durante este trayecto el ambiente dejó de ser apacible y comenzó a tornarse un tanto sombrío. Y es que empecé a escuchar a lo lejos distintos sonidos que llamaron fuertemente mi atención y me alertaron —eran sonidos que nunca había escuchado y que no me recordaban a ninguna especie animal—. También sentí la presencia de alguien o algo y me alerté todavía más. Algo temeroso, aceleré el paso para salir de ese lugar que estaba volviéndose ya un poco tenebroso. A la mitad del camino, y mientras la noche comenzaba a cubrir aquella región, volví a escuchar esos extraños sonidos pero ahora con mayor intensidad. La verdad yo ya me estaba espantando. En todos mis años recorriendo esos lares, los cuales conozco casi como la palma de mi mano, nunca me había sentido tan amenazado, tan vulnerable".

"No detuve el paso. Seguí adelante por aquellos estrechos y empinados caminos que parecían interminables. Para ese entonces estaba yo muy agitado. Por querer salir lo más rápido posible de aquel sitio continué acelerando el paso y traté de ignorar lo que a mi alrededor estaba sucediendo —varios metros antes yo ya había decidido dejar tirada la leña porque no podía ni con mis piernas—. Debo confesar que en varias ocasiones llegué a cerrar los ojos; no sabía lo que me estaba sucediendo. Por si algo faltara, el camino era bastante accidentado, así que en repetidas ocasiones casi tropiezo y hasta casi me caigo. Pero mi experiencia recorriendo esos senderos me ayudaron a no perder el equilibrio".

"Tras atravesar unos cuantos caminos con todo y sus trampas, llegué a un pequeño arroyo que me dejó perplejo. En el arroyo no fluía agua, sino una sustancia de color negro; por su consistencia pensé que era petróleo, pero no olía a petróleo, sino a cloro. Mientras me acercaba, el tufo era cada vez más intenso. En ese momento estaba yo tan confundido que no supe qué pensar sobre el asunto, y como también estaba muy asustado, mejor decidí continuar; crucé el arroyo —las aguas negras que llenaban el caudal me llegaban arriba de los tobillos— e inmediatamente entré a otra vereda bastante espesa".

"Mi ritmo cardíaco iba en aumento y ahora sí ya estaba realmente asustado. Me temía lo peor. Quise pedir ayuda gritando pero desde la zona donde me encontraba nunca me iban a oír. Así que, como pude, mantuve la calma y continué bajando de aquel cerro. Hubo un momento en que me detuve a escuchar y ver si aquellos extraños ruidos habían desaparecido, pero ahí seguían, acechándome. Volví a la cabalgata tratando de escapar de esa desventura".

"Estos ruidos a los que hago referencia eran realmente espantosos. No sabría cómo describirlos a la perfección, pero era como escuchar autos derrapando, como fierro doblándose o como si alguien estuviera pasando algún tipo de metal sobre la superficie de un pizarrón, aunque en un tono más grave. Eran chirridos insoportables. Aunque por momentos también eran sonidos que se asemejaban a los gruñidos de una horda de animales. Los extraños ruidos también eran estremecedores. Nunca pude descifrar su origen".

"La noche había caído y el camino era más difícil de seguir y además había empezado a hacer mucho frío. Nuevamente me temía lo peor. Por mi mente pasaron las peores cosas: caer por alguno de los muchos barrancos que ahí habían, sufrir un ataque —de cualquier tipo, porque yo sufro todo tipo de achaques—, perderme o ser atacado por algo o por alguien. Pues me perdí".

"Estaba viviendo una pesadilla. Lo peor que podía pasarme en ese momento era perderme. Todavía, hasta el día de hoy, no entiendo cómo es que me extravié por los caminos que toda mi vida había recorrido. Supongo que estaba tan aterrado que ni cuenta me di que había tomado otra dirección. Traté de no caer en pánico y de no perder la cordura, pues ésta surrealista situación me estaba sacando de quicio".

"Nuevamente pensé en pedir auxilio con todas mis fuerzas, pero como no sabía dónde me encontraba no quise gastar la poca energía que me quedaba, así que decidí buscar por mi cuenta el camino correcto de regreso. Para mi suerte el cielo nocturno, que minutos antes estaba cerrado por las nubes, se despejó y la luz de la luna empezó a iluminar sobre ese siniestro lugar. Nunca perdí las esperanzas; nunca bajé los brazos; no había tiempo para lloriqueos ni lamentaciones, así que levanté la mirada, me llené de valor, saqué fuerzas de flaqueza y continué buscando la salida de ese paraje maldito".

"Fue entonces que llegué a un altiplano notablemente extenso, con pocos árboles y sin veredas; sin cañadas ni ríos. Ahí fue cuando me di cuenta que estaba realmente lejos de casa. '¿Cómo es que terminé en este lugar?', me pregunté en repetidas ocasiones. Recorrí el lugar con la mirada buscando alguna señalización o algo familiar que me ayudara a ubicarme, porque estaba completamente perdido. No hallé nada que me sirviera de brújula para poder continuar mi recorrido. No me quedó de otra que adentrarme en ese sitio y tratar de encontrar la salida adecuada".

"Mientras pasaba por ese inhóspito lugar, noté que la vegetación que ahí abundaba, así como algunos insectos y otros animales pequeños como lagartijas y escarabajos, nunca la había visto; no se me hacía para nada familiar, o al menos no logré recordar la maleza o los bejucos que rodeaban mi camino. Cabizbajo y pensativo continué la marcha".

"Luego de varias millas recorridas, me percaté de que los sonidos guturales que venía escuchando habían cesado. No sólo no escuchaba nada sino que también había una calma sepulcral. Lo único que resonaba era el viento que rebotaba en las arboledas y arrasaba con algunas hojas secas en el suelo. Estaba ya muy cansado y me estaba dando por vencido".

"A cada rato alzaba la mirada y apuntaba hacia el horizonte pero no lograba ver nada, además mi vista ya no me respondía muy bien que digamos. Sí, estaba preocupado y temeroso pero no tanto como en aquella vereda donde casi me da algo; ahora sólo me enfocaba en no perderme más y hallar algo o alguien que me ayudara a regresar al campamento".

"Estaba tranquilo, algo agitado, pero tranquilo (o eso quería creer). Caminaba a paso medio cuando de repente empecé a escuchar unos espeluznantes chillidos, seguidos de unos potentes gemidos —muy distintos a los que había escuchado con anterioridad—. Aquellos gritos fantasmales me helaron de pies a cabeza y casi hacen que me colapse. No supe qué hacer; me quedé quieto durante un buen rato. Estaba completamente paralizado. En verdad no sabía qué hacer, decir o pensar. Nunca me había espantado tanto. Nunca".

"Tampoco supe de dónde provenían esos gritos. Cuando me recuperé del susto volteé a todos lados pero no vi nada. Mi primera reacción fue agacharme; me acurruqué y esperé ahí un momento. Creí que tal vez podría ser un jaguar, un lobo u otro animal salvaje y letal. Se volvieron a escuchar los gruñidos y yo inmediatamente me puse de pie y salí corriendo como pude; no sentía las piernas mientras emprendía la huída; hasta tuve la sensación de estar flotando mientras corría".

"Alcancé a escapar unos cuantos metros. Cuando creí estar librándome de esos misteriosos y espantosos aullidos —o lo que hayan sido— me tropecé y caí de fea manera. Caí de manera tan violenta que di varias vueltas en el suelo y sólo me detuve cuando mi cuerpo rodante se topó con unos troncos bastante robustos. Por fortuna no había despeñaderos donde pudiera yo haber ido a terminar. Todavía en el suelo —con pecho en tierra y con la cara empolvada—, y escuchando esos insoportables gritos, volteé a mi izquierda y pude ver entonces de dónde venían esos sonidos infernales.

"¡Había ubicado la fuente de esos rugidos! Me levanté lo más rápido que pude y, asustadísimo, me le quedé viendo fijamente. Esa fue mi primera reacción. No corrí; me le quedé viendo fijamente".

"Esta parte de la historia es muy difícil de contar. Porque fue lo que más me marcó de aquella aventura. El sólo hecho de rememorar este momento me pone muy nervioso, ansioso..."

"Al principio no pude ver qué cosa era eso que emitía tales chillidos, así que me acerqué un poco. No sé cómo y por que decidí acercarme pero lo hice, simplemente lo hice. Mientras me acercaba sigilosamente, empecé a notar que aquello que producía tal gruñido era una especie de animal pequeño, pero no pude identificarlo inmediatamente. Noté, además, que estaba recostado, así que supuse que estaba herido y que no podía moverse; eso me dio un poco de confianza y tranquilidad".

"Seguí acercándome un poco más para verificar de manera más precisa ese animal que yacía a lado de unos arbustos. Todavía no sé de dónde saqué tanto arrojo. De pronto que empieza a soltar unos gritos terroríficos; brinqué como gato y retrocedí varios pasos; estaba todo tembloroso, jadeando como perro y casi a punto de llorar. Estuve también a punto de salir corriendo, pero algo me detuvo... Mientras emitía esos gritos, comenzó a contorsionarse y entonces pude verle el rostro".

"Casi me da un ataque cardíaco. Jamás olvidaré ese momento cuando le vi el rostro por primera vez".

"Creí estar alucinando cuando me le quedé viendo y descubrí sus facciones. Aquello no era un animal. Su rostro era como la de un humano, como la de cualquier persona. Cuando más o menos pude digerir esa escena macabra, sus rasgos llamaron mi atención y me marcaron profundamente".

"Tenía ojos grandes y rasgados; pupilas blancas y algo trasparentes; brillaban y emanaban un líquido, como lubricante —esos ojos me recordaron a los de un venado, pero claramente no era un venado—. Sus cejas, sin vello, eran prominentes como las de un camaleón. Casi no parpadeaba, y cuando lo hacía, en lugar de párpados mostraba una especie de membrana como los cocodrilos. Su cara era ancha, plana y su contorno más o menos ovalado —de hecho, y esto lo descubrí unos años después mientras buscaba información sobre contactos extraterrestre, su rostro y la forma de su cabeza eran como la del supuesto alien al cual se le realizó una autopsia en el famoso accidente de Roswell, aunque con diferencias muy marcadas—. No alcancé a ver si tenía orejas. Su boca era amplia, alargada —casi de mejilla a mejilla—, de labios muy delgados, casi indistinguibles. No sé si era porque estaba golpeado y con el rostro inflamado, pero parte de la cara y la frente lucía inchada, como con protuberancias. Creo que no tenía pelo o barbas como los animales —la verdad es que no pude verlo tan a detalle—; su aspecto en general era grisáceo, algunas partes oscuras y con tonos marrones; su textura era como viscosa, como la de un pulpo. Noté que tenía algunos bultos en distintas partes de su cuerpo, quizás eran lesiones porque no parecían rasgos naturales. La cabeza era calva pero aparentemente su superficie era áspera, algo parecida a la cabeza de los elefantes. Tenía un cuello prominente y robusto y se le notaban los relieves de las venas, las cuales eran muy grandes".

"Los brazos eran más largos que su cuerpo. Tan grandes eran sus brazos que pensé que se les habían zafado. Eran brazos delgados y de piel tersa e impactantemente humanos y femeninos. En el brazo izquierdo tenía una herida muy profunda; me llamó la atención esa herida pues parecía una especie de mordida; lo tenía muy lastimado, tanto que casi se le desprendía el brazo por completo".

"Las manos eran muy pequeñas. Sólo tenían tres dedos, uno de ellos, el de en medio, más grande que los otros dos. Éstas manos parecían patas de cerdo, pero con los dedos más definidos, más parecidos a los dedos de un avestruz. No tenían uñas ni tampoco algún tipo de doblez, por lo tanto creo que no eran oponibles".

"El resto de su cuerpo era más llamativo todavía. Sus piernas eran muy similares a sus brazos; eran también delgados aunque un poco más cortas. Sus pies sí eran muy humanos; parecían pies de bebé. Era algo irreal. Aunque sólo tenían cuatro dedos, todos del mismo tamaño, el resto del pie tenía la forma de un pie de un niño de meses. Tenía sus pliegues y todo, y una forma un tanto abultada. Eso me sorprendió demasiado; era como estar viendo un humano pequeño pero a la vez una entidad completamente desconocida".

"Por la posición en la que se encontraba, así como su estado físico, no pude ver más allá de la descripción que acabo de hacer... Lo que quiero decir es que no pude cerciorarme si se trataba de un niño o una niña. Nunca supe si era hembra o macho; hombre o mujer. Aunque, si me preguntan, diría que podría ser cualquier cosa: hombre o mujer o ambos a la vez".

"Esta criatura no media más de un metro de altura. Yo calculo unos 70 centímetros. Era espeluznante".

"Yo estaba sobresaltado y en estado de shock. No podía creer lo que estaba viendo. Había escuchado historias de lugareños que se habían topado con animales extraños y desconocidos; con nahuales, brujas y otros seres indescriptibles, pero esto no tenía comparación. Aquellas anécdotas eran, eso, anécdotas, historias y leyendas basadas en mitos y cuentos tradicionales, pero lo que yo estaba viendo era real".

"No pude clasificar a este extraño ser. No sabía lo que era. Por un momento llegué a pensar que quizás podría tratarse de un niño pequeño que había sido abandonado y que se encontraba mal herido, pero evidentemente no era un niño o un bebé. También llegué a pensar que podría tratarse de un bebé con alguna malformación y que lo habían abandonado en ese lugar, e incluso creí que tal vez podría tratarse de algún experimento científico fallido. Por supuesto, también se me vinieron a la mente otras posibilidades. Por ejemplo, llegué a pensar —y estaba casi 100% convencido de ello— que esa figura que yacía en el suelo y que parecía estar malherido era un aluxe. Nunca creí que los aluxes fuesen reales, pero por lo que estaba viendo mi opinión ya era otra. Claro, y entre tantas ideas difusas que allanaban mi cabeza, también pensé que pudiera tratarse de un Yuhame, unos hombrecillos o duendes muy populares en la región. Aunque mi escepticismo pudo más y nunca acepté que tales personajes de ficción pudieran existir de verdad.

"Fue entonces que me cayó el veinte y llegué a la conclusión de que ese humanoide era, muy probablemente, un marciano. O un alien o extraterrestre; no sé cómo llamarlo exactamente. No había otra explicación. Ese animal era una entidad alienígena. A esa conclusión llegué".

"Tardé un buen rato en recuperar el aliento y en asimilar la situación. Estaba frente a un ser de otro mundo, allí, en ese lugar tan solitario y tan alejado de todo. Yo, Andrés Manuel López Obrador, estaba siendo siendo el protagonista de un encuentro cercano del tercer tipo".

"Para ese entonces yo ya no pensaba claramente. No sabía si estaba despierto o en medio de uno de los sueños más alucinantes y tormentosos de mi vida. Todavía no sé por qué, pero nunca me moví de ese lugar. No sé cómo explicarlo, pero sentía dentro de mí una sensación muy rara, una sensación que me obligaba a no abandonar ese lugar. Era como si una fuerza desconocida me estuviera reteniendo. Decidí entonces quedarme y ver qué sucedía".

"Luego de observarlo por unos instantes me di cuenta de que la criatura estaba moribunda. Al parecer estaba tan lastimado que ya había perdido el conocimiento; y su estado era crítico. Nuevamente, todavía no sé cómo y por qué diantres lo hice, me acerqué más hacia esa cosa. Ahora la criatura y yo estábamos a tan sólo un metro y medio de distancia. Mi respiración aumentó como nunca y destilaba chorros de sudor. Tenía la mente en blanco y un montón de sentimientos encontrados. Ese ser seguía moviéndose pero ya sin emitir gemido alguno. De repente dejó de moverse por completo".

"Mientras lo contemplaba a la distancia pude notar otras características que no había visto. Como una marca rectangular en la parte derecha de su aceitoso cuello —como las marcas que reciben los animales de ganado—, también noté un pequeño objeto de forma esférica que llevaba pegada en el hombro derecho —como una canica o un valín; era de color plata y reflejaba bastante la luz—. Lo primero que pensé fue que tal vez era parte de su vestimenta o algún tipo de traje que, obviamente, ya no portaba. No sé, estaba yo muy confundido".

"De pronto todo estaba en calma. El animalejo ya no se movía y creí que había fallecido. Pero no lo estaba. De la nada su cuerpo empezó a convulsionarse; temblaba como gelatina y sus ojos comenzaron a parpadear. Luego, y de manera sorpresiva, empezó a recuperarse y trató de levantarse. ¡Esa cosa estaba más viva que nunca! Primero se puso a manotear, para luego erguirse un poco; esto hizo que lograra sentarse, pero aún sin mostrar signos de lucidez. Estaba medio sentado y medio deladeándose, pero sin tomar conciencia".

"Yo me quedé impactado por lo que estaba viendo. Perdí la noción del tiempo y hasta creo que olvidé cómo me llamaba. No sé porqué todavía seguía yo ahí; pude haber salido huyendo pero, por alguna extraña razón, me quedé ahí parado. Estaba inmóvil y más blanco que la nieve".

"La criatura se recuperaba y parecía empezar a tomar sentido de la realidad. Estaba despertando y volviendo en sí. De pronto éste ser estaba ya completamente erguido y entonces sucedió uno de los momentos más traumantes de este encuentro y uno de los más impactantes de toda mi vida".

"Estábamos éste ser alienígena y yo frente a frente. Él estaba de pie y yo intentando seguir de pie. Entonces comenzamos a mirarnos fijamente... Sus ojos se tornaron todavía más brillantes y se clavaron en mí. Yo también me le quedé viendo de manera hipnótica. Nos encontrábamos entonces viéndonos cara a cara, sin despegar la mirada uno del otro. No se movía y yo tampoco quería moverme; temía que si me movía podría hacerme daño, además estaba yo muy tieso como para poder moverme".

"Si alguien nos hubiese visto, no hubiera dado crédito a la escena que ahí se estaba desarrollando. Éramos dos seres totalmente inmovilizados y con los rostros desencajados —más el mío que el de él—. Congelados y aterrados —insisto, más aterrado yo que él— y esperando que alguien hiciera el primer movimiento, de repente, a lo lejos se escucha un estruendo. Y unos instantes después esos estruendos se escuchan más cerca y de pronto todo el lugar estaba estallando en esos sonidos. Eran como truenos pero que se apagaban casi al instante; truenos, rayos, temblores sonoros que sacudieron todo mi ser y que me hicieron preguntarme que si mi final había llegado".

"¿Qué más le faltaba a ese dantesco escenario? Luces, muchas luces. Sí, de la nada, el cielo entero se iluminó con cientos de luces que nunca pude ver de dónde surgían. Dichas luces eran tan intensas que no podía verlas directamente pues me cagaban. De pronto el cielo estaba tan iluminado que parecía que una bomba atómica había explotado. Estas luces eran abrumadoramente enormes y parecían moverse por sí mismas; además de que algunas de ellas parpadeaban y otras encendían y apagaban cada cierto tiempo, también estaban generando una especie de calor en el suelo donde nosotros nos encontrábamos. Sentí que ahora sí había llegado mi final".

"No había escapatoria. No había a dónde ir. No me quedó de otra que esperar mi sentencia. De pronto, y sin estar pensando claramente, se me ocurrió algo que a cualquier persona se le hubiera ocurrido en aquel momento: tratar de comunicarme con éste ser del espacio".

"¿Qué otra cosa hubieras hecho tú? ¿Te hubieras quedado callado, esperando que esa cosa te devorara? Mi reacción fue intentar hablarle. Como no sabía por dónde empezar, lo primero que se me vino a mi perturbada mente fue un '¡Buenaaas!', como si de una persona se tratase. El ser no me respondió. De hecho, creo que ni siquiera me escuchó. Y si me escuchó, tampoco creo que me haya entendido".

"Pero no me desanimé y seguí tratando de entablar la comunicación. Y como era de esperarse, y debido a mi inestabilidad mental, en mi segundo intento de comunicarme con ese ser decidí lanzar un '¡Buenas nocheees!', esperando ingenua y patéticamente que me devolviera algún tipo de respuesta, pero nuevamente ni se inmutó".

"El extraño ser parecía escuchar pero creo que no entendía ni una sola palabra de lo que yo estaba diciendo. Pensé entonces que lo mejor sería callarme y ahora sí esperar lo peor, pero quise seguir intentándolo".

"Seguí tratando, según yo, de entablar algún tipo de comunicación, pero era en vano; claramente el alien ese no me entendía. Para ese entonces yo ya estaba tartamudeando y escupiendo litros de saliva, pero haciendo mi mejor esfuerzo le dije: 'Mi nombre es Andrés Manuel... ¿Necesitas ayuda?'. Tampoco respondió".

"Me daba miedo seguir hablándole porque creí que podría enojarse y atacarme. Además, no dejaba de mirarme como si me estuviera analizando o algo así".

"Es entonces cuando, de manera inesperada, el extraño ser empieza a caminar hacia mí de manera muy lenta y sin dejar de mirarme; su caminar era único, se movía sin hacer ruido alguno y sin hacer ningún tipo de gesticulación. En ese momento creí que me atacaría, me mataría y luego me comería".

"No pasó nada de lo anterior. El alien se acercó a mí —yo seguía inmóvil—, estiró el brazo izquierdo y me tocó la rodilla derecha. Ni siquiera pude reaccionar. Me quedé estático, como una estatua. Empecé a sentir un escalofrío de los mil demonios; era un escalofrío que recorría cada centímetro, cada milímetro, cada átomo de mi cuerpo. La sensación la describiría como cuando se te baja la presión, se te acelera el pulso, se te va el aliento y sientes que te vas a desmayar, pero acompañado de un terror psicológico realmente desquebrajante. Así me sentí en ese momento".

"Esta parte, donde el alien y yo tenemos contacto físico, casi no lo recuerdo muy bien. Al parecer, mi mente, en su afán de protegerme, no quiere revivir esos recuerdos y los ha reprimido. Es por eso que esta parte la rememoro de manera un poco difusa. Lo que recuerdo más o menos bien es cuando puso sus achatadas manos en mi rodilla. En ese momento no sentí su tacto, es decir, sabía que me estaba tocando pero no lo sentía físicamente... no sé cómo explicarlo realmente".

"Vi toda mi vida pasar frente a mis ojos. Se me vinieron a la mente recuerdos que había olvidado y ahora sí sentí que mi estadía en este mundo había culminando. Mi última reacción fue voltear al cielo y pedirle a Dios que se apiadara de mí. Y entonces di mi último suspiro".

"Pero mientras me preparaba para partir de este ingrato mundo, algo me detuvo y me sacudió de pies a cabeza".

"Mientras el humanoide me tocaba, las luces no cesaban y eran cada vez más intensas. Yo no sabía qué pensar ni qué decir; estaba tan cerca de mí que pude sentir su olor: olía a cemento PVC. Era un olor realmente intenso y que hasta la fecha no he podido olvidar. Fue entonces que el hombrecito gris empezó a alejarse y tomó rumbo hacia un árbol seco; lo rodeó y desapareció de mi vista. De pronto, un haz de luz cayó sobre la zona donde el ser extraterrestre se había escabullido y algo comenzó a subir hacia aquella luz. Era él. Era ese alienígena que estaba subiendo a través de esa luz que funcionaba como una especie de escalera. Lentamente se fue difuminando hasta por fin desaparecer. No vi ninguna nave o algún otro objeto además de las ya mencionadas luces. Sólo vi luces resplandecientes en el cielo. Nada más que luces brillantes. Me hubiera gustado ver algo más que ese mar de luz".

"Tan pronto como ese ser desapareció, las luces y el estruendo también se diluyeron. Ya no había nada en el cielo; sólo la luna iluminando el terreno y mi persona. Quedé completamente solo, abandonado y desolado. Era yo en medio de la noche. Recuerdo muy bien que lo primero que hice fue sentarme en el suelo en posición de flor de loto —no sé porqué adopté esa postura; fue algo que me nació— y empecé a respirar rápidamente, como si me faltara el aire. También cerré los ojos por un momento. Otra vez tenía la mente en blanco".

"No sé cuánto tiempo estuve ahí sentado pero cuando abrí los ojos el alba estaba comenzando a hacer acto de presencia. En efecto, ya era casi de día y estaba sentado en ese desconocido monte sin saber qué demonios había sucedido. Me levanté lentamente y traté de buscar alguna ruta que me llevara a un sitio seguro. No estaba pensando claramente, así que olvidé por completo lo que previamente había sucedido; olvidé a aquel ser extraño y no quise averiguar a dónde se había ido, así que decidí salir de ahí inmediatamente".

"Con los rayos de sol asomándose por las lejanas montañas, pude hallar dos marcas paralelas en la tierra: eran las huellas de unas llantas. ¡Había encontrado un camino! No tenía idea a dónde me llevaría pero eso no importaba. Lo seguí sin detenerme. Seguí caminando hasta llegar a una carretera con todo y señalización; fue como encontrar el paraíso. Salté de alegría. Con los ojos llorosos emprendí el viaje por esa carretera esperando encontrar algún tipo de ayuda. Dicha carretera estaba rodeada por altos pastizales y abundantes milpas, así que no podía ver si había cerca o lejos algún poblado. No me preocupé mucho por eso pues ya me sentía sano y salvo por estar recorriendo aquel tramo carretero".

"No sé qué hora ni qué día era; había perdido toda noción del tiempo. Hasta había olvidado cómo había terminado en ese paradero. Eso sí, nunca me detuve. Con la mirada al frente traté de no desviar la atención. Fue cuando empecé a recordar a mis amigos y familiares y de lo angustiados que podrían estar. Me puse a llorar amargamente hasta caer al suelo desconsolado; me llevé las manos al rostro y seguí llorando como niño que había perdido a su mamá. Lloraba por mis seres queridos y, en el fondo, por lo que me había sucedido en aquel extraño sitio".

"Desolado, maltrecho y sumamente confundido, alcancé a escuchar el motor de un tráiler. Mis oídos se destaparon y mi vista se aclaró. Busqué desesperadamente a ese tráiler y cuando logré verlo me paré en medio de la carretera y empecé a agitar los brazos como loco para que se detuviera... pero no sé detuvo. Tuve que hacerme a un lado porque jamás bajó la velocidad; pasó a un lado y ni el claxon tocó. Total, me le quedé viendo y me pregunté por qué no se había detenido. En mi desesperación traté de seguirlo y comencé a gritarle para que se detuviera, pero tampoco se detuvo. Mi esperanza de volver a casa se desvanecía a toda velocidad".

"Como no quería volver a vivir la experiencia de la noche anterior, me sequé las lágrimas de los ojos y continúe recorriendo aquella carretera. Si alguien no aparecía, entonces yo, tarde o temprano, llegaría a algún poblado y me brindarían ayuda. O eso era lo que yo quería creer".

"No sé qué horas eran pero el sol estaba casi sobre mi cabeza; calculé entonces que podrían ser entre las 11 de la mañana y la 1 de la tarde. Sollocé de la manera más deprimida y no me quedó de otra que volver a caminar. Estaba más que exhausto; estaba acabado".

"La carretera donde me encontraba deambulando parecía no tener fin. Caminaba y caminaba y no hallaba lugar alguno donde descansar y pedir ayuda. No había signos de civilización alguna. La vegetación parecía desértica y el entorno y el ambiente me recordaban a aquella vereda donde me perdí por primera vez. Volví a sentir miedo".

"También empecé a tener pensamientos paranoicos. Por ejemplo, llegué a creer que el tráiler que no se detuvo no era real, sino producto de mi imaginación. O que no había encontrado ninguna carretera y que simplemente estaba yo alucinando. Y más porque la carretera por la cual caminaba estaba convirtiéndose ya en un camino de tierra, pues al parecer estaba llegando al final de la misma, pero sin encontrar poblado alguno o algún sitio donde pudiera yo orientarme".

"Caminaba desesperado y tratando de mantener la calma y tratando de convencerme a mí mismo que faltaba poco para que alguien me encontrara. En mi mente también me hacía la idea de que para ese entonces ya medio mundo estaría buscándome; rastreando cielo, mar y tierra para dar con mi paradero. O eso quería yo pensar, pues no me quedaba de otra. Como dicen los que saben: la esperanza muere al último".

"Así continué hasta llegar a una pequeña curva protegida con árboles caídos y una espesa vegetación. Cuando giré, lo primero que vi fue un pozo de agua. Corrí lo más rápido que pude para saciar mi sed pero para mí terrible fortuna el pozo estaba más seco que mis labios. Luego, giré la vista hacía mi izquierda y pude divisar un enorme y frondoso árbol que acaparaba todo el paisaje. Cuando lo vi me confundí todavía más pues creí estar viendo el famoso Árbol del Tule".

"Otra vez me entró el terror porque entonces me hice la idea de que había caminado tanto, que me había desviado tanto de mi ruta que había ido a parar hasta Oaxaca, que es donde se encuentra dicho ahuehuete. Pero luego recordé que "Tule" significa "Árbol de iluminación", y creí entonces que haberme topado con aquel árbol era una señal... o eso quise creer porque no sabía a qué más aferrarme".

"Me aproximé al dichoso árbol, me rendí ante su inmensidad y luego lo rodeé. Al llegar al otro lado me di cuenta que ese arbolito ocultaba tras de sí una pequeña finca. Y a lado de esa finca se podía ver a lo lejos un pequeño pero resplandeciente poblado. De mis ojos comenzaron a brotar lágrimas. Sentí un alivio indiscriptible y le di gracias a Dios y al árbol por haberme guiado; de hecho, hasta abracé al árbol y lo llené de besos. Estaba tan feliz que ya no sabía si llorar o reír".

"No quise perder más tiempo y me apresuré a buscar el camino que me llevara a ese bendito poblado. Tuve que rodear aquella finca y luego cruzar una pequeña colina, bajar por un arroyuelo y luego peinar un sembradío de elotes, hasta por fin llegar a un sendero que conectaba con una improvisada carretera que llevaba al mencionado poblado".

"No podía creer que todo había terminado. Después de haber vivido un infierno en aquel desconocido lugar y haber interactuado con una especie desconocida, estaba ya sano y salvo en quién sabe dónde. Llegué a pensar entonces que podría estar alucinando y que el poblado que había visto era solo un espejismo, pero cuando unos perros empezaron a ladrarme me di cuenta que estaba en mis cabales".

"De una casa, que era una especie de agencia municipal, salieron dos personas que portaban un uniforme rojo. Uno de ellos portaba también un casco amarillo y otro más lleva una enorme mochila. Eran integrantes del equipo de rescate que habían montado un cuartel y que estaban buscándome. Uno de ellos, atónito, me vio y gritó: "¡Allí está!".

"Todos se sorprendieron y rápidamente corrieron hacia a mí para brindarme ayuda. 'Señor López Obrador, ¿está usted bien?', me preguntó todo agitado uno de los rescatistas. No pude responder. Me quedé callado y con la mirada perdida. Tenía los ojos desorbitados y empecé a marearme. Fue entonces que me desmayé".

"Según me cuenta uno de los socorristas, cuando me desvanecí y caí al suelo como un tronco, todos los ahí presentes se espantaron y se angustiaron, pues al verme caer pensaron lo peor. No solo se asustaron al verme caer, sino que también les impresionó mi aspecto, el cual era el de un auténtico vagabundo. Tenía la ropa completamente oscura (como si me hubiesen remojado en un tanque de petróleo), la cara llena de polvo y la boca toda escurrida de saliva; el cabello tieso de tanto lodo y, para rematar, mi semblante era la de un moribundo".

"Me cuenta también el rescatista que trataron de reanimarse pero yo no despertaba. Fue entonces que llegó un helicóptero que minutos antes habían llamado. Me pusieron en una camilla, me inmovilizaron y me subieron al helicóptero. Me llevaron al hospital más cercano; cuando me estabilizaron me trasladaron a un hospital privado de Villahermosa. Ahí fue cuando comencé a recuperar el conocimiento".

"Me platicaron los médicos que llegué yo muy cansado y deshidratado. Y que cuando desperté me agité tanto que hasta empecé a tener ataques de pánico. Pero yo lo único que recuerdo es haber llegado a aquel solemne poblado y perder el conocimiento ante aquellos rescatistas. Ya no sé qué pasó después; cuando recuperé por completo el conocimiento, ya estaba en la cama del hospital con mucha gente afuera y algunos de mis familiares a lado esperando que yo despertara".

"Ya un poco más lúcido y apaciguado, algunos agentes de la fiscalía, así como los médicos y hasta mis propios familiares, me empezaron a preguntar lo que me había sucedido. Mi cuerpo se heló, me puse nervioso, me dio algo de ansiedad y no supe qué responder. Lo primero que se me ocurrió decir fue: 'Creo que me perdí... Me fui a caminar por ahí y ya no supe cómo regresar... Hasta que... los rescatistas me encontraron. Y... ya no recuerdo que más sucedió.'"

"No les quise confesar todo lo que había vivido aquella noche que me perdí. No quise confesar mi experiencia porque no me hubieran creído. Me hubieran diagnosticado con algún daño cerebral y quizás me hubieran internado en un centro psiquiátrico. Además, no tenía prueba alguna de lo que me había sucedido; nadie me hubiera creído, ni mi familia. Y aunque en varios momentos estuve a punto de soltar la sopa, nunca mencioné mi encuentro con aquel misterioso animal".

"Uno de los oficiales de la fiscalía, luego de escuchar mis titubeantes respuestas, se me quedó viendo con cara de sospecha y luego me dijo algo que me dejó sin aliento: 'Señor López Obrador, usted estuvo perdido por tres días... ¿está usted consciente de ello?'. Boquiabierto, le respondí: 'Eso no es posible, no puede ser, solamente estuve perdido un día entero'. Mi ritmo cardíaco se aceleró".

"'¡No pude haberme perdido durante tantos días! ¿Qué fecha es hoy?', el oficial, con una ceja arqueada, me respondió: '31 de agosto. Usted se extravió el día 27, y el grupo de rescatistas lo hallaron el día 30, ayer por la tarde. ¿Está seguro que está 100% recuperado, doctor?', le preguntó al médico".

"Me mantuve en silencio durante un buen rato, hasta que los médicos me preguntaron si había algo más que quisiera yo decirles. Mis familiares también me hicieron la misma pregunta, mientras que el investigador me preguntó que si yo ocultaba algo, y que si así era que mejor se lo dijera. Para ese entonces ya todos me tenían acorralado. Nuevamente estuve a punto de decirles lo que realmente me había sucedido allá afuera, pero no pude".

"Uno de los doctores ahí presentes tomó la palabra y mencionó que mi estado aún era delicado, sobre todo mi estado mental, y que lo más prudente sería que siguiera en reposo y practicándome algunos estudios más. Entonces todos entendieron y uno a uno se fueron despidiendo de mí, pues infirieron que lo mejor sería que yo descansara luego de la tremenda semana que había tenido. No se imaginaban la noche que tuve".

"Mis hermanos y mi hijos, así como otras personas del grupo que me acompañaban a esa fallida excursión, se acercaron a mí y me preguntaron que si algo más me habia ocurrido durante aquellos días que me perdí. Y si había algo, entonces que les dijera y que ellos no dirían nada. Les pregunté entonces que si ellos habían visto algunas luces en el cielo, y me respondieron que no. Me acongogé todavía más. Luego, les pregunté que si habían escuchado zumbidos extraños, y tampoco habían escuchado lo que yo había escuchado. Entonces me sentí más confundido".

"Mi hermano me preguntó que si yo había visto y escuchado eso que yo estaba preguntando, y respondí que creí haber escuchado eso pero que seguramente era porque estaba yo muy desorientado. Y que por eso creí haberme perdido durante un día, cuando en realidad fueron tres largos días. Se vieron entre ellos y luego comenzaron a salir uno a uno, pero no sin antes decirme que si recordaba algo, que les avisara. Yo asenté con la cabeza".

"Una semana después salí del hospital. Los doctores me dieron de baja y me dijeron que ya estaba mejor que antes que me extraviara. Regresé a mi casa y al llegar me encontré con casi todo mi gabinete. Habían viajado a Tabasco para cerciorarse de que nada serio me había pasado. Algunos que apenas se habían enterado de lo sucedido, tenían el rostro desencajado y otros más estaban mas blancos que un raspado de coco. Cuando llegué los saludé y lo primero que les dije fue que estaba yo bien y que nada me había pasado. Que nada más había perdido el conocimiento mientras caminaba por el bosque. Que ya todo estaba bien y que estaba listo para regresar a terminar mi gestión como Jefe de Gobierno. Aún así no se les quitó la cara de afligidos".

"La razón principal por la que me habían ido a visitar hasta mi casa era porque querían saber cómo se daría a conocer este hecho ante los medios y la sociedad. Yo, rápida y nerviosamente, respondí sin miramientos que no había nada que decirle a nadie. No me había pasado nada serio, nada grave. 'No me sucedió nada, estoy bien. No hay nada qué decir. Además, estaríamos alarmando a la gente sin razón alguna. Solo hay que aclarar que mis vacaciones se alargaron un poco porque tuve una breve revisión médica, una revisión de rutina. Nada serio. Eso díganles.'"

"Todos quedamos de acuerdo con mi decisión y nos regresamos a la Ciudad de México".

"Mientras iba en el avión de regreso a la CDMX, volteé hacia la ventanilla y aprecié desde las alturas la vegetación de aquellos parajes tabasqueños. De repente todo comenzó a oscurecer; me dio un escalofrío que no había sentido desde aquella noche. Se me aceleró la respiración y me puse un poco tembloroso. Estaba, pues, asimilando el contacto extraterrestre que semanas antes había tenido. Traté de recostarme en mi asiento pero la fatiga me dominaba. Cerré los ojos y... me desmayé. Me desmayé en pleno vuelo. Pero nadie se percató de ello. Todos pensaron que estaba dormido. Una hora antes de aterrizar, me recuperé y desperté todo atolondrado, y luego traté de disimular. Como pude, me levanté y continué mi camino. Salí del avión, recorrí el aeropuerto hacia la camioneta que ya esperaba y me subí. Me llevaron a mi casa".

"Eran como las 11 de la mañana de no sé qué día cuando llegué a mi casa. Lo primero que hice al llegar fue sentarme lentamente en el sofá. Me senté con la mente en blanco durante aproximadamente seis horas".

"Seis horas sin pensar en absolutamente nada".

"Luego de ese ¿lapsus?, se me vinieron a la mente muchas cosas. Una de ellas fue la posibilidad de contar mi historia. Pero cada vez que me ponía a pensar en contar tal experiencia, el terror se apoderaba de mí, así que decidí abandonar la idea por completo. Fue así que me juré y me prometí a mí mismo que jamás le contaría a nadie mi espeluznante aventura con nadie".

"He estado guardando este secreto durante más de 18 años y nunca, ni un solo día, he podido despejar de mi mente lo acontecido aquella terrorífica noche".

"Ya no puedo más. Ya es suficiente para mí. Tengo que librarme de esta maldición que me carcome día con día. El mundo tiene que saber que Andrés Manuel López Obrador tuvo un encuentro cercano del tercer tipo con una entidad alienígena".

Así, en uno de los episodios más épicos en la historia del programa Tercer Milenio, culminaba la fantástica historia de Andrés Manuel López Obrador y su experiencia fuera de este mundo.

Tras el relato, Maussan procedió a explicar y a interpretar los puntos más importantes de este contacto, y llegó a la conclusión de que todo lo dicho por AMLO era más que verídico. Se trataba, pues, afirma Maussan, del contacto extraterrestre más grande de todos los tiempos. Y le había sucedido a unos de los políticos más mediáticos de los últimas décadas. Estábamos, entonces, ante un suceso sin precedentes. Un suceso que marcará un antes y un después en la historia de la humanidad.

De esta manera terminaba Jaime Maussan su programa y advertía que en la siguiente emisión tendría en exclusiva reportajes y entrevistas sobre lo sucedido, así como una posible entrevista con el mismísimo mandatario López Obrador.

Tras lo revelado, las reacciones no se han hecho esperar. El gobierno de Estados Unidos ya se ha comunicado con el gobierno de México, y se asegura que ya trabajan en conjunto para abrir una investigación y buscar aclarar los sucedido en el estado de Tabasco.

Medios de todo el mundo han intentado contactar al gobierno mexicano pero no ha habido respuesta, incluso las conferencias del presidente López Obrador han sido canceladas hasta nuevo aviso.

Por otro lado, la revelación de Maussan es el tema de conversación en todo el país. En México no se habla de otra cosa más que el contacto extraterrestre de AMLO. La sociedad mexicana está en shock. Nadie lo puede asimilar. Nadie lo puede creer.

Mientras tanto, nosotros seguiremos pendientes para ver cómo evoluciona está noticia sin precedentes. Una noticia que ha puesto al mundo de cabeza. ¿Hemos entrado a una nueva era ? Eso lo sabremos en los próximos días.



AMLO tuvo un encuentro cercano del tercer tipo con una entidad alienígena, revela Jaime Maussan AMLO tuvo un encuentro cercano del tercer tipo con una entidad alienígena, revela Jaime Maussan Reviewed by José L. Bravo on 6:33 p.m. Rating: 5

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