La Representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa es uno de los eventos religiosos más importantes del país. Aunque es propio de la famosa alcaldía y de la Ciudad de México como tal, después de 180 representaciones se ha convertido en todo un acontecimiento a nivel nacional.
Como muchas tradiciones mexicanas, esta fastuosa festividad de Semana Santa surgió de manera muy peculiar. Cuando en 1833 una epidemia de cólera atacó a la población iztapalapense, los más creyentes —supongo que los ateos no hicieron nada— le pidieron al Dios católico (¡el único y verdadero!) que acabara con esa plaga microbiana que había cobrado ya muchas vidas. Una epidemia, por cierto, que el propio Dios había creado.
Dios escuchó —al parecer estaba de buenas— y la epidemia que él mismo creó se acabó. Desde entonces los habitantes de Iztapalapa, en forma de agradecimiento (o superstición, como usted lo quiera ver), conmemoran cada año la Pasión, Muerte y Resurrección de Luisito Comunica Cristo.
Aunque, en un acto de cinismo y de mucha hipocresía, la primera escenificación se realizó hasta diez años después de terminado la epidemia, en 1943. Como que no tenían mucha urgencia de agradecer a Dios, ¿verdad?
Tal vez estaban muy ocupados olvidando el mal rato, pero ya cuando les cayó el veinte se dieron cuenta que tal vez esa epidemia se las había enviado Dios como una señal para que dejaran de ser tan laicos y se volvieran más católicos.
Pero algunos otros relatos —probablemente ideado por algunos reptilianos— aseveran que ya desde antes de aquella fatídica epidemia ya se realizaba en dichos pueblos de Iztapalapa algunas procesiones. Aunque no existe evidencia de que esto sea cierto. Ni tampoco que Jesucristo haya existido. Y Dios es tan sólo una idea.
Por cierto, ¿la pandemia del COVID-19 no habrá sido una señal por parte de Dios para que ya dejen de hacer tal representación porque lo único que hace es volver a la gente menos católica? Bueno, ese es otro tema. Además ya nos estamos extendiendo demasiado con esta introducción.
Así, pues, surgió "El Cristo de Iztapalapa". Si usted pensaba que se trataba de un sendo homenaje a Marco Antonio Solís y Los Bukis, pues ya ve que no es así.
Esta bonita, folclórica y elocuente tradición con 180 años de historia, escenifica las últimas horas del carpintero que vino del espacio y su crucifixión, desde la última cena con sus followers los apóstoles, la traición del político latinoamericano Judas Iscariote, el juicio del neutral Pilatos y su dizque muerte en el Gólgota.
Y se soltó el cabello y se vistió de rey
Cómo cada año, una nueva representación está a punto de realizarse. Y como la regla lo indica, hay que buscar al hombre indicado que personifique al famoso Jesucristo iztapalapeño.
En esta búsqueda —que en realidad es un casting, pero muy católico— hay algo que ha llamado mi atención y, a mi parecer, ha dejado entrever los deseos reprimidos de sus participantes y asistentes.
¿Que de qué demonios estoy hablando? En unos momentos le digo, pero antes una advertencia:
Lo que usted está a punto de leer a continuación podría hacerlo enojar muchísimo y/o causarle confusión, sobre todo si usted no está muy seguro sobre sus preferencias sexuales. Es por eso que le exijo encarecidamente que deje de leer este tremendo artículo si usted es una persona heterosexual y católica, porque lo que viene no le va a gustar.
Todo lo que le voy a contar a continuación, es verdad. Pero aún así a usted no le va a gustar —porque es una persona muy católica o porque usted está ocultando algo—. Advertidos están.
Convertirse en el próximo Cristo de Iztapalapa no es cosa fácil. Además de la agotadora preparación física, actoral y mental, los requisitos para ser elegido son todo un reto monumental.
Según los encargados de organizar dicho evento, los requisitos necesarios para poder conseguir el ansiado papel de Jesús de Nazaret son los siguientes:
- Ser nativo de alguno de los 8 barrios de la alcaldía —ver a un whitexican haciendo de Cristo sería poco orgánico (y poco mexicano)
- Tener 18 años cumplidos antes de la celebración del viacrucis —si eres un bebé de un año de edad, no puedes participar porque aún eres ateo, y además no eres capaz de cargar una cruz—
- Ser de religión católica y tener hecha la Primera Comunión —si eres un mormón extremista que quiere infiltrarse en el evento para sabotearlo, déjame decirte que es muy pero muy poco probable que lo consigas—
- Tener una estatura mínima de 1.75 m —podrás tener muchas ganas de participar y toda la cosa, pero la presencia física es importante; recuerda que esto es una especie de obra teatral pero para para pobres; ¿que esto podría calificarse como discriminación?, no sé, Dios obra de manera misteriosa—
- Ser soltero, sin compromisos y sin hijos —el chiste se cuenta solo—
- Comprobar buena conducta y buenas costumbres —la masturbación no cuenta, así que no tienes de qué preocuparte—
- No tener tatuajes ni perforaciones —y no importa que tengas tatuado el rostro de Cristo en tu espalda, los tatuajes no le gustan a Diosito (dicen que Dios se siente como un chivo expiatorio cuando se tatúan su imagen). Y cuando dicen perforaciones se refieren a todo tipo de perforaciones—
- No tener adicciones ni vicios —la adicción al azúcar tampoco cuenta, aunque yo te recomendaría eliminar tu cuenta de Facebook—
- Gozar de buena salud —nadie quiere bajar de la cruz a un muerto de verdad—
- Tener buena condición física —y nadie quiere ver a una ambulancia recogiendo a un deshidratado en medio de la muchedumbre; eso rompería con el encanto de la escenificación —
- Ser autosuficiente en el aspecto económico —poderoso caballero es Don Dinero, al parecer más poderoso que el poder de la oración—
- Presentar un comprobante de domicilio y la Clave Única de Registro de Población (CURP) —así como nadie quiere a un mormón de fisgón, nadie quiere tener al Diablo como infiltrado—
Lo sé, es demencial. Pero aunque usted no lo crea, hay personas que sí cumplen con dichas condiciones. ¿Pero qué tipo de persona cumple con tantos requisitos? Pues es un tipo de persona muy particular y que nos lleva al asunto de este artículo.
Los requisitos antes mencionados no son más que la descripción de una reina de desfile LGBTIQ+.
Así es, esa es la verdad. Siento arruinarles la fantasía y agredir sus creencias católicas, pero ¡esa es la cruda verdad!: los hombres que actúan como Cristo en la Representación de Iztapalapa son, en el 99.99%, ¡homosexuales!
Quizá algunos ya se habían percatado de este detalle, otros tal vez se están yendo de espaldas al darse cuenta en estos momentos y otros más ya lo sabian pero no habían querido aceptarlo porque son demasiados católicos.
El requisito que deja en evidencia que los organizadores han estado eligiendo a puras jotitas para que hagan de Cristo, es el que pide "ser soltero, sin compromisos y no tener hijos" (además de otros que lo complementan). Ese requisito es equivalente a pedir "no tener novia, nunca haber tenido novia; tener muchas amigas, ser un confidente de esas amigas y seguir a Lady Gaga en todas sus redes sociales".
Básicamente, lo que los organizadores están buscando es a un homosexualote. Pero uno de esos grandotes. ¿Por qué lo hacen? ¿Saben lo que están haciendo? Pues hay muchas teorías.
Yo tengo dos teorías. La primera es que saben exactamente lo que están haciendo; y lo hacen para tratar de convertir a todos los homosexuales de Iztapalapa en heterosexuales. Y en realidad esta Representación es sólo una fachada para esconder su verdadero propósito: acabar con las jotitas que ¡abundan! en esa mítica delegación.
La otra teoría es que todos —tanto organizadores como participantes y hasta el público que colma este magno evento— son en realidad homosexuales, y hacen todo un show (la Representación) para dejarse llevar aunque sea sólo una vez al año. Sí, todos tienen distintas preferencias sexuales pero les da miedo aceptarlo porque son demasiados católicos.
Y no, no les estoy insultando. Al contrario. Les estoy ayudando a encontrarse a sí mismos, a aceptarse y a vivir la vida tal y como Dios los hizo: bien jotos.
Ser gay es tan normal como ser heterosexual, nada más que las sociedades se están tardando un poco en aceptarlo. Se ha avanzado bastante pero aún falta mucho camino por recorrer. Y la Pasión de Cristo que se realiza en Iztapalapa aporta bastante a las causas de la comunidad LGBTIQ+.
Y ya sé lo que están pensando: que yo soy el maldito joto enfermo y que mi ateísmo me ha perturbado la mente, y que todos los hombres que han sido Jesús en la Representación de Iztapalapa son bien heterosexuales y ahora están casados y con hijos.
Aunque sea difícil de aceptar, cualquier hombre que cumpla con este requisito ya es digno de sospechas. ¿Qué hombre de entre 18 y 33 años de edad no tiene novia, no tiene compromisos (sea lo que eso signifique) y no tiene hijos? ¡Y además en Iztapalapa!
Nada más les falta pedir que no sean adictos a la Coca-Cola. Aunque si esto fuese un requisito, la representación ya habría acabado desde hace décadas.
¿Han visto al que hará de Cristo en este 2024? ¿Han visto a todos los Cristos anteriores? ¡Pero si están más torcidos que una hoz! Ya no saben qué hacer ni qué inventar para evitar que la jotona se salga del clóset. Lo único que les queda es decir que la razón por la cual no tienen novia ni compromisos ni hijos es su inmensa fe a Cristo, cuando en realidad sólo están tratando de ocultarle a sus padres, sus demás familiares y al resto de la sociedad iztapalapense que les gusta los hombres o por lo menos son bisexuales.
Nada más basta con ver a las chicas, digo, los chicos que han logrado conseguir el papel de Cristo. Además de que parece que los maquilló su hermanita de 10 años —ni a Betty la fea la maquillaron tanto—, las actividades y actuaciones son sumamente gays, ultra gays.
No, amigos, no son hombres heterosexuales hiper católicos que dejaron de lado a su novia o que casualmente no tenían novia y ningún tipo de compromiso cuando fueron elegidos para ser el nuevo Cristo de Iztapalapa. No, no, no... Son unos gays que están como boiler en un armario. Unas nenorras o que no saben que son gays o que no se atreven a aceptar que son gays o que saben que son gays pero que no les importa nada, más que jotear como Cristo lo hizo hace ya más de dos mil años.
Digo, tomando en cuenta que se trata de un evento católico y que los participantes son de familias católicas, uno pensaría que cualquier tipo de expresión homosexual sería inmediatamente repudiada. Es por eso que la Pasión de Cristo en Iztapalapa es la mejor manera de sacar esa "tensión" que no saben qué es o no quieren aceptar lo que es.
Y como ya dije en una de mis teorías, hasta pareciera que esté magno evento de índole religioso es una especie de escaparate, una válvula de escape y hasta una catarsis para todos los participantes y hasta visitantes para ventilar el joto que se encuentra arañando las puertas del clóset y que arde en deseos de vestirse como la Virgen María —digo, si yo fuera gay eligiría el papel de la madre de Cristo—.
Basta con escuchar las palabras del Cristo 2023, David González, para darnos cuenta que los que hacen de Cristo son unas locas:
"Siento una gran tensión dentro de mí, pero Dios mismo es el que me da esa tranquilidad para poder continuar".
Lo que David González —que ese es el nombre con que todos en su círculo familiar y social lo conocen; su nombre de noche no sabemos cuál es— quiso decir es que siente atracción por el sexo opuesto, pero que gracias a sus creencias religiosas logra reprimirlas.
Te invitamos, querido David, a que busques dentro de ti y encuentres a tu mejor versión. Esa versión es lo que eres en realidad. Y esto va para ti también, Christopher Gómez Hernández (Cristo 2024), que te encanta andar en tacones mientras lees la Constitución, ¡porque es obvio que eres gay!
Ahora bien, nadie está diciendo que esto esté mal o que alguien deba denunciarlo y que de ahora en adelante se cambie ese requisito perverso —seguramente sugerido por otro jotazo— y ahora sí se eliga a un Cristo 100% heterosexual, con novia, con muchos compromisos y, en la medida de lo posible, con hartos hijos. No, nadie está diciendo eso. Solamente estamos señalando algo muy curioso y que aparentemente a la gente no le importa, porque, y no nos hagamos güeyes, es algo que todos hemos notado.
Si usted ha visto dicha representación, se habrá dado cuenta de lo homosexual que resulta el Cristo. O al menos luce bastante drag; además del maquillaje que hace parecer al Cristo como señora cincuentona que todavía se siente de treinta, la actuación también resulta ser muy sugerente.
En serio, hasta pareciera que la idea de esta obra era mostrar a Jesús como un hombre que iba a ser castigado por ser homosexual, más que por ser el hijo de Dios. Amén.
Desde los diálogos, los gestos, las miradas y el caminar nos muestran a un Jebús con preferencias sexuales similares a las de Sam Smith. Y sin contar con ese maquillado mega cargado que ni a Nicki Nicole le veríamos. O ese cabello sedoso y humectado que sería la envidia de las Kardashian.
Sí, amigos, todo es súper homosexual. Ni en el desfile del Orgullo Gay se jotea tanto.
Y cómo no, si el católico que actúa como Jesucristo ¡es un sendo jotón! Un gay encerrado que está siendo lo que es en realidad, pero que en el resto del año lo reprime leyendo la Biblia y viendo Maria Visión.
Cuando uno ve a Willem Dafoe en la cinta de Scorsese La última tentación de Cristo, lo que uno primero dice es "ese es un Cristo heterosexual", pero cuando uno ve al Cristo de Iztapalapa lo primero que uno dice es "¿ese es Jesucristo o María? ¿O será Maria Magdalena?".
Y cómo no va a ser difícil reconocer a los personajes, si Cristo parece Dua Lipa. Después de ver a ese Cristo, uno se pregunta quién será la Virgen María este año; ¿será Luis Gerardo Méndez o Wendy Guevara?
A mí el Cristo de Iztapalapa siempre me ha parecido bastante gay. Y parece que a la gente, muy en el fondo, le agrada.
Y, pues, solamente quería hacérselo saber a usted estimado lector. Espero que ahora vea la Pasión de Cristo en Iztapalapa con otros ojos, la comprenda mejor y que de una vez por todas se dé cuenta que en este país hay más jotos que católicos.
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