La existencia de Dios, independiente de la humanidad, resulta una afirmación verdaderamente extraordinaria. Hasta el momento, no se presentan pruebas suficientes que la demuestren más allá de toda duda razonable. Tras examinarla detenidamente, resulta improbable.
Para estar seguros de la verdad de una idea1, debemos deternos a examinarla con criterios fiables2. Para este fin, la coherencia y la probabilidad, basadas en hechos observados, han demostrado ser más fiables que la intuición ingenua, la introspección, el misticismo, o la fe3. Más aún, un manejo objetivamente defendible de criterios fiables nos ayuda a llegar a una conclusión más justa.
La idea clave
Históricamente, la idea de Dios propone una entidad causante, oculta e intencional4. Sintéticamente, se trata de una mente incorpórea que supuestamente interactúa con el mundo de los mortales. Cabe señalar el papel subyacente de la explicación5. Dios se plantea como anterior a la humanidad, lo que implicaría que es independiente de la humanidad6.
Existencia
Determinar si algo existe de verdad es una cuestión de hechos7. La razón es que nuestro conocimiento más riguroso de la existencia de las cosas viene dado por medios de los hechos meticulosamente observados y corroborados por diversos sujetos8. Así, para determinar si algo existe de verdad, necesitamos elementos de juicio fácticos9.
Probabilidad previa
¿Qué tan típica es una mente incorpórea, que interactúa con el mundo físico, dado todo lo que se sabe al respecto?10 Todas las mentes que conocemos pertenecen a organismos con cerebros que funcionan. Y queda cada vez más claro que una mente requiere un cerebro en el cual realizarse11. Una mente incorpórea es extremadamente atípica e incoherente con los actuales conocimientos pertinentes de trasfondo12.
Una mente incorpórea que, además, produce efectos en el mundo físico de los mortales, no coincide con los crecientes conocimientos sobre las causas de los efectos físicos13. Como modelo teórico, es incoherente14. A la luz de su relativa antipicidad e incoherencias, la probabilidad previa es extremadamente baja15.
Dada su escasa probabilidad previa, una mente incorpórea que supuestamente interactúa con el mundo físico de los mortales, es una afirmación verdaderamente extraordinaria. Para ser justos, la correspondiente carga de la prueba es muy pesada16.
Indicios
Un hecho observado es un indicio de una posible situación que lo explique en la medida que éste resulta coherente con conocidas situaciones similares, que lo explican cabalmente17. Cuánto más probable sea que se dé el hecho observado si la explicación propuesta fuera verdadera, tanto más indicativo es éste de ella18.
Por cierto mucha gente siente la presencia de Dios. Y la sensación realmente tiene lugar dentro de los sujetos que la sienten. Pero, para estar seguros sobre la existencia de Dios, nuestra pregunta debería ser: ¿Qué tan indicativa es esta sensación de la presencia de Dios independientemente de los sujetos que la sienten?
Para determinar si sentir la presencia de Dios indica de forma fiable su existencia, consideremos el mismo tipo de sensanción de otras cosas similares19. Dado que se producen falsas alarmas o autoengaños inocentes en otros casos relevantemente similares de sentir la presencia de mentes incorpóreas, la sensación de estar en la presencia de Dios resulta poco indicativa de que éste realmente se encuentre independientemente de los sujetos que la sienten.
No encontramos nada concreto, corroborado como verdadero, que encaje con la idea histórica de Dios. Tampoco encontramos indicios objetivos de la independencia de Dios con respecto a la humanidad.
Por otra parte, tampoco encontramos indicios objetivos de la supuesta influencia divina en el mundo físico. Más bien resulta ser tal como esperaría si Dios nunca interviniera en él. Significativamente, los supuestos efectos físicos atribuidos a Dios, e independientes del sujeto, no superan la prueba experimental.
Las conclusiones sobre la existencia de Dios, basadas en supuestos subyacentes infundados, o resultantes de una lógica defectuosa, distan de valer como conocimiento indirecto fiable al respecto. En resumen, cuánto más riguroso son los criterios para evaluar las afirmaciones que Dios existe independientemente del sujeto, tanto más dudosas resultan.
Probabilidad posterior
La existencia de Dios, independiente de la humanidad, resulta una afirmación verdaderamente extraordinaria. La correspondiente carga de la prueba es muy pesada. Hasta el momento, no se presentan pruebas suficientes que la demuestren más allá de toda duda razonable. Tras examinarla detenidamente, resulta improbable20.
Pero la improbabilidad de que Dios exista independientemente de la humanidad, deja mucho por explicar. Para llegar a una conclusion con mayor capacidad para explicar los hechos observados, consideremos lo contrario: que Dios más bien depende de la humanidad. Específicamente, la probabilidad de que Dios sea de origen humano.
Vía | Ateísmo positivo
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