Normal. Cosa de todos los días. Nada extraordinario. Como debe de ser. México vence 2-3 a Estados Unidos en la Final de la ¿Copa Concacaf?, y consigue su pase a la Copa Confederaciones 2017.
A veces no pueden ni contra ellos mismos. En muchas ocasiones son rebasados por equipos tan inferiores como Guatemala o Haití; caen en una mediocridad futbolística que asusta y se victimizan ante cualquier equipo inferior a ellos. Pero al final... siempre terminan ganándolo todo. Es México y su extraño futbol; y no es que se trate de una Selección con una increíble capacidad de recuperarse ante todo tipo de adversidades, no, es simplemente el pobre (casi nulo) nivel de la Concacaf que permite este tipo de pantomimas.
¿Qué sería el futbol mexicano sin la Concacaf?
La Selección Mexicana (entre cambios de técnicos y otros tantos malabares) consiguió su pase a la Copa Confederaciones de Rusia 2017, al vencer 2-3 a Estados Unidos en un partido que no sabemos de dónde salió... aunque creemos que muy posiblemente de la avaricia y las ganas de hacer negocio por parte de los magnates de la Concacaf. Se trata de la Copa Concacaf, un torneo de un partido, que como no tiene sentido llamarle "torneo", le pusieron "Final" --aunque vendría siendo Supercopa de la Concacaf, si usamos el sentido común, claro--.
Tanto se habló de este partido, que las televisoras no tardaron en hacer un circo alrededor del mismo. Que si más que un partido, que si el Clásico del siglo, que si resultado histórico, que si lucha de gigantes, que si duelos salvajes... Al final, el juego resultó ser un negociazo para la Concacaf y las televisoras, que éstas últimas no sólo obtuvieron ganancias por la Final, sino por haber conseguido el pase a la Confederacione$. Porque hay que recordar que el torneo de la Confederacione$ es un negocio grande para las televisoras. Por eso tanto alboroto.
Había muchas expectativas sobre el encuentro, por el morbo y demás, pero sobre todo por el nivel en que se llegarían ambos equipos, y al final se terminó por confirmar el mal momento que vive Estados Unidos, mientras que por parte de México, sobresalió la ligera mejoría que tuvo con el interinato de Ricardo Ferretti (después de que el hooligan Miguel Herrera dejara al equipo por sus propios puños). Estados Unidos no logró salir del estancamiento futbolístico, mientras que México sí pudo hacer muchos cambios en su accionar para terminar siendo altamente superior y ganar la fabulosa Copa Concacaf (que, por cierto, el trofeo es tan pequeño, que de veras parece una copa).
En lo personal, esperaba un partido más intenso y llamativo, quizás un tanto espectacular, con dos equipos más arrojados y decididos, pero la mediocridad de ambos no dio para un partido realmente bien jugado y entretenido. Lo que vimos fue a dos equipos tratando de ir al frente pero a la vez tratando de ser precabidos; me parece que hubo mucho desorden, sobre todo por parte de los estadounidenses, que nunca terminaron de desarrollar ese futbol de contragolpe, aunque las pocas que tuvieron terminaron en gol.
Sin duda, México fue quien mejor jugó y mejor se plantó en la cancha; tuvo más tiempo la pelota, llegaba con más profundidad, pero fue demasiado errático en la definición. De 20 llegadas claras, sólo metía una, y así no se puede ganar un partido sin antes sufrir como gato en perrera. Si el equipo mexicano sufrió hasta los tiempos extras, fue porque padeció demasiado las fallas en la última instancia, algunas fallas defensivas (sobre todo a balón parado) y, creo yo, porque le faltó ponerle más garra al partido, ya que, a mi parecer, daba la impresión que se estaba respetando demasiado al rival. A México le faltó ser más agresivo e irrespetuoso para terminar el partido en 90 minutos.
Y todo iba bien; al minuto 9', Chicharito, a su estilo, marcaría el primero del partido, y el dominio se veía reflejado en el marcador. Pero las fallas defensivas también aparecerían en el marcador parcial, cuando Cameron empataba el juego a 1.
El primer tiempo fue ligeramente parejo, con más aproximaciones del equipo mexicano, pero un juego que se disputó más en la mitad de la cancha. Para la segunda parte, el conjunto tricolor se adueñaría del encuentro por completo, pero su masoquismo lo haría alargar el sufrimiento hasta los tiempos extras, al no concretar las grandes cantidades de llegadas que producía.
Estados Unidos estaba entregado, era rebasado por las bandas, y en los centros por arriba le iba muy mal, pero México perdonó y perdonó. Un equipo más certero y mejor trabajado, termina con el rival en 90 minutos, y posiblemente con un marcador más amplio.
Ya en tiempos extras, con México todavía dominando, llegaría el triunfo momentáneo al minuto 95', cuando Horrible Peralta marcaba el 1-2. Poco le duró el gusto al equipo azteca, que volvió a descuidar la marca, dejando al equipo gringo meterse hasta la cocina, quien volvería a empatar el marcador a 2. Y luego el terror se apoderaba de los mexicanos, quienes veían cómo Estados Unidos llegaba con mucho peligro, ya en los últimos minutos del segundo tiempo extra.
Y cuando parecía que la "Final" se definiría en penales... Cual Iniesta en Sudáfrica 2010, cual Götze en Brasil 2014, sorprendentemente aparecería Paul Aguilar, quien con un remate de primera intención, pondría el definitivo 2-3. Un golazo que silenciaba con gritos mexicanos el Rose Bowl. Al 118', debido a su mediocridad, México conseguía el triunfo ante un Estados Unidos que se fue diluyendo entre pérdidas de balones y errores de marca. Y si el partido duró tanto, fue porque México se complicó la vida solito; Estados Unidos no fue un rival competitivo, fue la escuadra mexicana quien se dejaba empatar cual zorra en el metro.
Era más o menos lo que se esperaba. Un partido cerrado, cada quien con su mediocridad, y al final, con todo y algunas fallas arbitrales en contra, la Selección mexicana salió victoriosa ante un Estados Unidos que se fundió al pasar de los minutos; el equipo mexicano cerró mejor porque tenía jugadores en mejor condición física y técnica, aunado a un buen juego de conjunto que fue lo que le dio el triunfo sobre los estadounidenses.
No fue un mal partido del equipo mexicano, tuvo sus carencias, sus fallas, pero fue un triunfo merecido --esta vez no hubo arbitraje tendencioso de por medio (al menos no a favor de México)--, y si tomamos en cuenta cómo jugó la Copa Oro y ¡cómo la ganó!, pues este triunfo es más que merecido. De hecho, el equipo ya empezaba a mostrar cierto atractivo futbolístico, lástima que ahora se tendrá que volver a reacomodar por la llegada del nuevo estratega.
Estos triunfos, ante Estados Unidos y cualquier otro rival del área, deben ser cosa de todos los días. Por eso dije al principio que era normal que México le ganara a EUA, y más si se trata de torneos o finales (o lo que sea que se juegue en la Concacaf). El nivel del futbol mexicano sigue siendo el mejor de la zona, y además hay experiencia europea (no mucho pero la hay). No por nada México es históricamente el mejor de la Concacaf, el que mejor representa a la zona en torneos internacionales. Levantar títulos debe ser normal para el futbol mexicano, al menos en la Concacaf --para levantar otros trofeos de otras competiciones, hay que trabajar más (dentro y fuera de la cancha)--.
Y pues de esta manera, Ferretti cumple con el objetivo de ganar el boleto a la Copa Confederaciones 2017, y le da paso a la era Juan Carlos Osorio, el colombiano que llega a la Selección para cumplir su sueño de dirigir en un Mundial --¿o es que acaso creían que los técnicos se ilusionan con dirigir a la Selección mexicana por el simple hecho de ser la Selección mexicana?--.
Osorio no es un mal técnico, pero llega con la famosa loza de no conocer el futbol mexicano y el arduo trabajo de rearmar un equipo, en unas eliminatorias donde los únicos rivales de México son Estados Unidos y el propio México. ¿Podrá Osorio con el paquete? Mientras tanto, Osorio, sin hacer nada, ya se ha subido al barco tricolor que zarpará rumbo a Rusia 2017. ¿Podrá Osorio capitanear dicho barco hasta el 2018?
Foto | Getty Images
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