Y cuando en el América sólo se respiraba preocupación y paranoia... Resulta que sólo era eso, paranoia.
Después de la penosa, vergonzosa y humillante derrota en el partido de ida de la Concachampions ante el Herediano, la obligación mínima del América para el partido de vuelta era golear. Y así fue. El América se cansó de anotar media docena de goles ante un equipo costarricense que se apanicó y que no fue ni el recuerdo del partido de ida. 6-0 (6-3 global) dejaron muy en claro quién parte el queso en el futbol concacafquiano.
Y lo del América no era para menos; no sólo tenía la obligación de ganar, sino de hasta humillar al rival, y así lo hizo y además con categoría y demostrando porqué en México se juega el mejor futbol de la zona.
Y es que hubiese sido una vergüenza monumental si un equipo mexicano no hubiera llegado por lo menos a la Final de la Concachampions. Una auténtica vergüenza. Pero para fortuna de los bolsillos de la FMF y la Liga MX, el América sacó la casta y reivindicó al futbol mexicano. Y era lo menos que debían hacer. Es más, ¡hasta vergüenza deberían tener todos los dirigentes del América y del futbol mexicano!
América enfrentará en la Final al Montreal Impact. Un desconocido al que se le tiene que ganar sin complicaciones, ¡faltaba más! El partido de ida será en el Azteca y el de vuelta en Canadá. ¿Acaso creían que la Final se jugaría sin un equipo mexicano? ¡Faltaba más! América y el futbol mexicano está obligadísimo a ganar al torneo. No tiene otra opción; o lo gana o lo gana.
¿Águilas asesinas o carroñeras?
Y cuando en el América sólo se respiraba preocupación y paranoia... Resulta que sólo era eso, paranoia. Y es que el partido, pero sobre todo el rival, fue un chiste mal contado.
Tan fácil como quitarle un dulce a un niño autista. Así de sencillo fue el arrollador triunfo del América ante el Herediano. En teoría, el América tenía que hacer una dizque hazaña para darle la vuelta al marcador de 0-3, pero el rival fue tan dócil que el encuentro terminó siendo una velada americanista, donde el protagonista de la noche fue Darío Benedetto, al anotar 4 tantos de la goleada que le dio a las Águilas el pase a la Final de la Concachampions, y de paso decirle al mundo entero que el América está de regreso (o eso parece).
Eso sí, Los Cremas se llevaron un susto tremendo cuando el Herediano llegó primero al arco --un disparo que pasó a un lado y que pudo haber cambiado las cosas--, pero sólo fue un susto para avispar a los jugadores americanistas, porque luego de esa efímera llegada de los ticos, el América se volcó al frente, y cual América de Leo Beenhakker, borraron por completo a un Herediano que llegó al Azteca con el síndrome de Gasparín: invisibles.
Ni las manos metieron. Desconcentrados, ofuscados, atrabancados y perdidos. El Herediano no sabía si contragolpear, defender con 11 o hacer lo mismo que el América en el partido de ida: salir a dar una pelea callejera.
Si ustedes recuerdan, en Costa Rica el América no salió a disputar un partido de futbol, sino a darse de trancazos en una pelea de pandilleros. Completamente desconcentrados y con la cabeza en otro lado. América fue goleado y humillado por ésta inestabilidad y falta de concentración y falta de profesionalismo para enfrentar un partido como éste, además de exceso de confianza y soberbia en un principio. Eso fue, creo yo, la razón principal por la que el América perdió en Costa Rica; el Herediano aprovechó su localía y la falta de entereza de los americanistas. Aquel triunfo fue más circunstancial que por méritos propios, y no estamos siendo soberbios, es lo que sucedió --y si no me creen, pueden ver éste partido de ida en Fox Sports, que ahí lo repiten cada dos días--.
Cuatro goles de Darío Benedetto, uno de Darwin Quintero y otro más de un deconocido, acabaron de sepultar al Herediano que nunca supo dónde estaba parado o qué tenía que hacer. En la primera parte América fue un vendaval, y en la segunda mitad los dos goles restantes cayeron por lo entregado que estaba el visitante. Matosas hizo cambios para calmar la situación y llegar completos a la Final. Y así todos respiraban tranquilos. Decio se limpiaba el sudor y la Liga MX, después de todo, podría tener Mundial de clubes. Aunque como ya hemos dicho, ¡América y el futbol mexicano están obligados a ganar el torneo! Faltaba más. Nada de si podré o no podré, que si el rival es mejor que yo, ¡patrañas!
Y entonces el América, como los grandes, se levantaba de un marcador adverso para recuperarse al menos en lo anímico, aunque en lo futbolístico sigue quedando a deber. Y es que ante un equipo como el Herediano, que vino a México a jugar a los encantados, hasta Leones Negros le anota seis goles.
Deberíamos entonces preguntarnos si la apabullante victoria americanista se dio por un despertar futbolístico, una mejoría en el accionar del conjunto o fue lo mismo de siempre pero adornado con la incapacidad del Herediano para desplegar un futbol competitivo.
Ante el Cruz Azul, el América ganó por la mínima, pero porque La Máquina no anota ni en una portería 20 veces más grande; Cruz Azul carece de contundencia, y en el Clásico joven pudimos apreciar que el equipo cementero tiene llegada pero le falta ser más certero. El América apenas y pudo anotar un mísero gol, no jugando tan mal, pero tampoco mostrando una enorme condición futbolística.
América, en la Concachampions, se dedicó a rematar a un equipo que salió espantado y que se quedó corto en muchos aspectos futbolísticos y mentales. El rival ya estaba entregado desde el primer minuto, y así cualquier equipo termina luciéndose. Sin restarle méritos a los jugadores, que se metieron al partido desde el primer minuto, muy concentrados y que buscaron los goles con mucha ambición, actitud y presencia, el Herediano no fue rival, y no es un punto de referencia para decir, al menos no en lo futbolístico, que América consiguió cierta mejoría en su funcionamiento.
La afición, la localía, el lleno y la inexperiencia del visitante, ayudaron mucho al América. Ante un equipo que se dejó llevar por el entorno y que no compitió en absolutamente nada, es muy complicado sacar concluciones sobre tu rendimiento y alguna mejoría (si es que la hubo). América no debe confiarse y dejarse llevar por el resultado, debe tomar en cuenta que no tuvo contrincante alguno y que se necesita buscar un mejor funcionamiento.
Por cierto, ¿cómo es que el América no puede jugar siempre así? Esa actitud debería mostrar en cada partido. Ya sé, ya sé... Cuando existe la presión y la necesidad de ganar, el poderío mental surge de la nada y terminas jugando como la Holanda del '70. Imposible jugar así en todos los partidos.
Ahora el gran reto del América es buscar una verdadera estabilidad y ganar el torneo, que para el futbol mexicano --no nos cansaremos de repetirlo-- es una obligación. A nivel de clubes y de Selecciones, el balompié mexicano es el mejor de la zona, y éste prestigio, éste nivel se ha conseguido con triunfos y títulos. Y América no sólo tiene la responsabilidad de preservar el prestigio y la hegemonía del futbol mexicano en la Concacaf, sino que su historia y su grandeza le obligan también a ganar cualquier torneo en el que participe, y la Liga de Campeones de la Concacaf no es la excepción.
He aquí la sarandeada que el América le propinó al Herediano. Las diferencias entre un futbol y otro son obvias:
Fotos | AP
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