"Es una emoción más a vivir. Tenía ovación en el Bernabéu y ahora aquí. Nunca imaginé esto. Es algo que me gustará más de México y me siento en casa."
América era ligero favorito ante el Querétaro --por el nombre, por la localía y porque, en teoría, América había mostrado una ¿mejoría?--, pero los Gallos Blancos tampoco llegaban como víctimas... Después de los triunfos consecutivos que había logrado, el Querétaro se había ganado el beneficio de la duda, y llegaba fuerte al Azteca y con muchas posibilidades de sacar el resultado, y más ante un equipo americanista extremadamente bipolar que ya no sabemos cuál es su verdadera cara y que no sabemos a qué está jugando.
Una repasada fue lo que le dio el Querétaro al América. 0-4 se llevó el equipo americanista, un equipo errático y que le cedió grandes espacios a un equipo queretano que aprovechó con contundencia las facilidades del local. Y si no hubieran tenido algunas fallas y si al final aprietan más, el Querétaro le hubiera propinado una goleada terriblemente histórica a las Águilas.
Jugando así, el América no está para competir en la Liguilla y, lo peor de todo, es que con éste nivel podría perder hasta la Final de la Concachampions y hacer el ridículo al no asistir al Mundial de clubes.
Lo que vimos ante el Querétaro, fue el peor partido del América como local en este Clausura 2015. El equipo no estaba en sus cabales; ni individual ni colectivamente podía competirle a un equipo visitante que supo defenderse y contraatacar con un buen poder ofensivo y que supo controlar el partido y aprovechar los descuidos defensivos.
Hasta el minuto 24', el América no lo estaba haciendo tan mal, pues tenía en su poder el balón y llegaba al área rival, el problema es que no concretaba ninguna, no sólo por el buen parado defensivo del Querétaro, sino por la poca creatividad para resolver las jugadas y la incapacidad de sus delanteros para anotar un mísero gol.
En los últimos minutos, América se quebró por completo y se dejó deslumbrar por las pinceladas de Ronaldinho y compañía, quienes les pintaron la jeta sin que se dieran cuenta; en el cuarto gol, se puede apreciar perfectamente cómo la defensa americanista se quedaba estática sin saber qué hacer. Dejaba espacios por doquier y sus marcadores ni siquiera salían a atacar. El primer y segundo tanto del visitante se debió más a méritos propios, pero los dos restantes son clara muestra de desconcentración total en las líneas de medio campo hacia atrás.
El futuro es incierto para el americanismo, pero como ya todos sabemos, en el futbol mexicano no hay que dar por muerto a ningún equipo, y el Querétaro es el vivo ejemplo de ello; ¿quién iba a pensar que a estas alturas los Gallos Blancos iban a estar en zona de clasificación y hasta con posibilidades de quedar muy arriba en la tabla general?
El astro brasileño que iluminó al Azteca
Por supuesto, la nota más relevante y llamativa, además de la sarandeada de 0-4, fueron los dos goles de Ronaldinho y la manera en que el estadio entero lo ovacionó. Un partido que será recordado como el día que el Azteca se le entregó a Ronaldinho.
Sí. El estadio se llenó por ver a Ronaldinho. Más del 80% de los aficionados estaban ahí para ver el futbol del crack brasileño. Y el boleto pagado valió la pena, pues se deleitaron con dos goles y uno que otro regate del astro carioca.
"Dinho" entró al minuto 83' --a petición de la afición que coreaba su nombre--, y al 85' ya estaba marcando el tercer gol del Querétaro, desatando así la emoción desmedida del estadio. El gol es producto de un error en la marca (para no variar); Danilinho se escapa por la banda derecha, con Ronaldinho acompañándolo a la izquierda. Era obvio que Danilinho le iba a pasar la pelota a su paisano, y así fue. Un pase medio tosco es rematado por "Dinho" medio cayéndose, y la pelota se incrusta en las redes. Matosas medio sonreía porque creía que así iba a terminar el partido...
Minutos más tarde, en medio campo Ronaldinho hace uno que otro regate y hasta un túnel, y luego le cometen falta. El público enloquecía. Ronaldinho era la máxima figura en el campo. El estadio quería más. Y Ronaldinho entonces sacaría magia de sus pies, de esa magia que aún guarda.
Al 90'+2, ya con América casi entregado y perdido, una excelente jugada de fantasía bien elaborada, entre pases de pared y fintas --auspiciado por la incapacidad de los jugadores americanistas para marcar y cerrar los espacios--, termina con Ronaldinho de frente a la portería, se quita a un defensor y saca un magistral disparo cruzado. De ensueño. Todos queríamos que le pegara y que la metiera. Y fue gol. Un disparo al estilo de Ronaldinho. El cuarto del Querétaro y el segundo en la cuenta de Ronaldo de Assis. Gustavo Matosas sonreía resignado, ¿qué más podía hacer ante tal espectáculo? El Querétaro le estaba ganando bien, y lo único que quedaba era disfrutar del misticismo de Ronaldinho.
Ronaldinho, como en los viejos tiempos, sacudía al Azteca por completo y todo era magia y éxtasis total. Parecía que estábamos viendo al Ronaldinho de hace 10 años.
Ronaldinho bailaba y la afición le aplaudía de pie.
El juego terminaba, y Ronaldinho ya había enamorado al Azteca. Al final, en entrevista muestra su emoción y dice que no lo puede creer. Con lágrimas en los ojos, asegura que es algo que nunca le había pasado y que nunca olvidará. Un discurso que podríamos colocarlo al lado del que dio Iván Zamorano en el 2002 cuando fue Campeón con América; desbordado y con los sentimientos a flote.
Y para terminar la tarde inimaginable, Ronaldinho se va hacia la media cancha a agradecer por el cariño mostrado, y el estadio completo se le rinde a sus pies.
Así son los astros. Así son los cracks. Así es el futbol. Sólo figuras como Ronaldinho son capaces de crear momentos tan inolvidables como éste.
Fotos | AP
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