América salió a no perder, mientras que Tigres intentó proponer pero sin arriesgar demasiado, lo que dio como resultado un partido flojo, donde ambos equipos se guardaron "lo mejor" para los 90 minutos restantes en el juego de vuelta.
Se jugó el partido de ida de la Final del Apertura 2014, y no pasó mucho; como siempre, la poca intensidad y la baja espectacularidad fueron el ingrediente principal de un partido que tampoco generaba muchas expectativas. En un partido cerrado, América y Tigres parecían estar jugando la jornada 4 del torneo regular.
Hasta el minuto 63', nos dimos cuenta e que estábamos viendo la Final del futbol mexicano, porque antes de eso al partido no le pasaba nada.
América, en medio de un escándalo extracancha, salió a buscar un empate o, si tenía suerte, un triunfo fortuito, ya que salió demasiado precabido, por temor a no caer en el karma del Monterrey (a quien goleó 3-0 en las Semis de ida). No arriesgó y ni mucho menos propuso algo, cuando podía hacerlo, ya que tenía la capacidad para mostrar algo más que simples insinuaciones.
Esta muestra de desconfianza en el América hizo ver a Tigres mucho más equilibrado y mucho más sólido, quien supo repartir su potencial al frente, comenzando con Damían Álvarez y Joffre Guerrón, lo mejores jugadores del partido.
Fue un partido cerrado porque los equipos mexicanos están acostumbrados a no arriesgar, a no proponer y a no buscar ganar el partido desde el principio. Tigres se vio mejor en gran parte del partido, con llegas por las bandas que hacían mucho daño al cuadro azulcrema, mientras que las Águilas intentaban pero es evidente que su funcionamiento no es el adecuado y que los problemas de vestidor le están afectando.
Por si fuera poco, ningún jugador americanista salió inspirado. Y más si Mohamed hizo de las suyas con algunos cambios.
Tigres, quien buscó más el gol, abrió el marcador al minuto 63', cuando Damián Álvarez, cual jovenzuelo de 20 años, se llevó a la marca para sacar un centro preciso para que Joffre Guerrón rematara con un sendo cabezazo. Tigres anotaba y ahora sí parecía una Final, pero el desborde de emociones sólo duró unos cuantos segundos, y luego regresamos a la realidad del futbol mexicano.
Como era de esperarse, en lugar de buscar ampliar la ventaja, Tigres se tiró atrás a cuidar el resultado, y fue ahí donde el partido se acabó. América intentó despertar pero fueron simples pataleadas que no lo llevaron a nada.
La única ventaja que América tiene para el juego de vuelta, es la localía, además de 90 minutos donde tendrá que hacer lo que dejó de hacer en el juego de ida; tendrá que revertir su mal funcionamiento y ser más contundente al frente. En cambio, Tigres lleva la ventaja de un gol (América tiene que hacer dos goles para ganar, o empatar e ir a los TE y/o ir luego a penales), pero sobre todo, llegará al Azteca con los ánimos reforzados y con una inyección anímica después de haber sido mejor que su rival en el juego de ida. Tigres llega mejor futbolísticamente, y esa es una gran ventaja.
Como siempre, no se jugó como debiera jugarse una Final, y esto ya es toda una costumbre en el balompié nacional. En la Premier League, por ejemplo, un partido de inicio de temporada, es equivalente a una Final del futbol mexicano. Es decir, la intensidad es otra; los equipos salen a ganar y no a especular o a no perder. Pero en México se tiene otra idea de cómo debe jugarse una Final de futbol.
Foto | Mexsport
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